Catorce

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"El mal siempre ha existido, el mundo perfecto que la mayoría de la gente busca nunca va a pasar, y esto va a empeorar.»

-Richard Ramírez


Jaina

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Jaina

3:30 am.

Desperté con una sensación de incomodidad y giré en mi lugar tratando de conciliar el sueño nuevamente, algo malo pasará pero no sé qué, estoy tan segura que nada saldrá bien que hasta mi cuerpo tiembla.

Cansada de dar vueltas en la cama me acerqué a la ventana, todo estaba oscuro y silencioso, el tenue brillo de la luna me permitió ver en el suelo las sombras de los francotiradores que caminaban por el techo, con un movimiento involuntario que a la vez fue una necesidad, desvíe la vista en dirección a la habitación de Ragen, la lámpara se encuentra encendida, de pronto se asomó y se quedó estático por unos minutos mirándome, pareció una eternidad.

Encendí y apagué la lámpara a pilas, no me importó ser descubierta por las hermanas o guardias, no entendí cuál era mí objetivo pero una voz interna me susurraba que lo hiciera, él cerró la cortina y apagó las luces, decepcionada me senté en la cama mirando a Shun, duerme plácidamente pero tiende a moverse mucho.

Con su pierna tiró las sábanas al suelo dejando a la vista su cuerpo, se giró y su camisa se subió dejando a la vista sus cicatrices, la que abarca el costado derecho hasta el ombligo es la más alarmante, me atrevo a decir que esa herida pudo ser mortal.

Levanté las sábanas para taparla, en esta época del año es fácil contraer un resfriado, más aún cuando estamos en las montañas.
El sonido de la puerta al abrirse me puso en alerta, Ragen asomó la cabeza e indicó con un movimiento sutil que fuese con él, una sonrisa se escapó de mis labios y fui hacia él procurando no hacer ruido.

—¿Cómo conseguiste abrir la puerta?

—Robé una tarjeta —ante mis ojos mostró el objeto plateado—. Abre todas las habitaciones del lugar.

—¿Sufres de insomnio?

—Sí, al igual que tú.

—Ragen, ¿podemos despejarnos de todo esto?

—No soy tu psiquiatra —encogió los hombros con desinterés—. Pero me tomé la molestia de venir hasta aquí así que puedo mostrarte algo impresionante.

—Qué no sea perturbador.

Su sonrisa se esfumó y la cambió por una seria.

—Qué aburrida, lo perturbador es hermoso, ¿acaso no me ves?

—Eres difícil de ignorar.

—Si, tengo ese efecto.

Miré por última vez a Shun, la lista de cosas prohibidas sigue haciéndose cada vez más larga pero si debo quedarme en este lugar por años al menos viviré una aventura por más riesgosa que parezca.

RagenWhere stories live. Discover now