Trece

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Shun me miraba sonriente, contó cómo pasó la noche con Emett, opté por no decir nada pues pasé de todo menos una cálida noche, las marcas en su cuerpo delantan que le fue de maravilla

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Shun me miraba sonriente, contó cómo pasó la noche con Emett, opté por no decir nada pues pasé de todo menos una cálida noche, las marcas en su cuerpo delantan que le fue de maravilla.

Incluso Naron le regañó por acostarse con un desquiciado como él.

En lo que respecta al otro asunto...

No creí las palabras de Ragen, por más loco que parezca algo me dice que miente o quizá solo trató de alejarme de la verdad, no me resulta sencillo averiguar cuando miente o no, sus facciones nos difíciles de deducir.

Los chicos iban y venían con sus bandejas de alimento, pero apetito es lo último que tengo, el vacío de mi estómago es inmenso, capaz de ser saciado con la verdad, mientras los demás asisten a sus terapias y clases yo intento escapar, no pertenezco a este sofocante lugar.

A la distancia vi a Kenia mantener una charla prolongada y animada con Antoni, estaban tan cerca que hasta parecía que iban a besarse, mi mirada acechó a Kenia en cada mínimo movimiento corporal, ella pasó su mano por el estómago y me hizo recordar algo que ignoré en su momento.

Asustada salí corriendo.

Entre las estanterías llenas de libros, corrí hacia una sección y comencé a buscar frenéticamente el título del libro que ansiaba encontrar. Mis ojos recorrían rápidamente los lomos de los libros, tratando de localizar mi objetivo.

Mi corazón latía acelerado mientras la incertidumbre se apoderaba de mí.

¿Alguien más lo habría tomado antes que yo?

Finalmente, mi mirada se detuvo en un lomo que captó mi atención. Allí, entre otros libros, estaba el título que había estado buscando. La emoción inundó mi ser y, con manos temblorosas tomé el libro.

Sentí un alivio inmenso al tenerlo entre mis manos.

—La Semilla Más Esperada —Orlan leyó el título y con rapidez lo escondí tras mío—. ¿Estás embarazada?

—No...

—Entonces qué haces con un libro de maternidad.

Impactada abrí el libro leyendo las primeras páginas, era una guía para cada mes de gestación.

Ella estaba embarazada.

Kenia tenía razón, Sasha no pudo suicidarse si esperaba un bebé pero exciste la vaga posibilidad que no haya querido tenerlo y por eso tomó esa decisión.

Sin embargo no le habría puesto tanto empeño a buscar información sobre la gestación.

—¿Es de Ragen? —fruncí las cejas al no entender su pregunta—. El bebé, pregunto si es de Ragen.

—¡No, claro que no!, ni siquiera hemos estado juntos.

—Se cree que un feto tiene propiedad rejuvenecedoras, son codiciados en el mercado.

RagenWhere stories live. Discover now