Capítulo 1

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Siete años después...

Estaba sentado sobre un gran roca en el límite donde terminaba el bosque y empezaba el gran descampado dónde Emily había desaparecido. Tenía mí mirada puesta en el cielo que estaba levemente iluminado por las estrellas y la luna llena. No sabía con precisión el por que me encontraba aquí, donde el frió abrazaba mi piel desnuda como hielo.

Un movimiento entre los pastizales llamó mi atención. Allí parada había una chica, no podría describirla dado que a la distancia en la que estaba no se veía del todo claro, me encontraba medianamente seguro de que era una ya que su pelo moviéndose por el leve viento era algo que no podía pasar desapercibido. Pero puedo decir con seguridad, que parecía preocupada. Caminaba por todos lados como buscando algo, sacando el pasto seco de su camino y examinando con su mirada su perímetro. En un momento la chica deja de caminar y se cruza de brazos bufando, como rindiéndose. Unos minutos después su cara se ilumina como si una idea se le hubiera ocurrido. Vuelve a mirar alrededor, pero esta vez con la intención de ver si había alguien que pudiera verla. Al parecer pensó que estaba sola, sin ser consciente de mi presencia, por lo tantos se tiró abajo quedando escondida entre los largos y tenebrosos pastos. La silenciosa noche deja de serlo cuando se escucha un ruido, uno que hace que me ponga nervioso y que un sudor frió recorra mi espalda.

Un aullido.

Como el de esa noche.

Me desperté sentándome en la cama de golpe, todo sudado y con la respiración rápida. Miré el despertador que estaba en la mesita de noche junto a mi cama el cual en una luz roja marcaba las 3:15am.

Solté un suspiro pesado y volví a acostarme en la cama pesadamente llevándome las manos a la cara.

El mismo sueño me ha estado atormentado los últimos siete años desde la desaparición de mi hermana, Emily. Siempre es igual, estoy sentado cerca del prado, luego a lo lejos veo a una chica buscando algo y después se rinde escondiéndose entre los largos pastizales y por último, el aullido.

El solo pensar en aquel ensordecedor ruido hace que un sentimiento de miedo aflore dentro de mi. Nunca le había tenido un temor tan grande a algo, pero debo admitir que cada vez que escuchaba un aullido, mi corazón se oprimía. Pero la realidad, es que ninguno se comparaba al del recuerdo de aquella noche, y la única vez que lo volví a escuchar, fue en mis sueños. Cada maldita noche.

Cerré mis ojos cansado. Mañana tendría unas ojeras de mierda, aunque ya era normal en mi tenerlas, no lograba dormir una noche entera. Mis mejores amigos, Houston y Mia, luego de un tiempo dejaron de preocuparse por ello, les había dicho que tenía insomnio. Algo que los había hecho quedarse dentro de todos tranquilos. Nunca hay una noche de excepciones para mis pesadillas, hasta en la casa de Houston las he tenido cuando me quedaba a dormir en el pasado. No lograba dormir luego de ellas, me dejaban con un sentimiento de no poder respirar y con un cansancio peor que el día anterior. Como mucho lograba dormir seis horas de corrido.

Ya hace tiempo había decidido no contarle a nadie sobre mis pesadillas. He pasado los últimos meses guardándome una angustia interior mas grande que el mundo.

Porque ¿qué les diría? ¿qué sueño constantemente lobos? O ¿qué pienso que en realidad licantropos, exactamente los que pienso que vi esa noche?

Me había cansado de que me vean como el niño raro que alucina. Mis padres luego de lo de Emily, me habían hecho ir a los mejores psicólogos del país. La respuesta de todo: el estado de shock y culpa por lo sucedido era el que causaba esas alucinaciones. Nadie me tomaba enserio. Todos me tenían pena, mis profesores, compañeros y hasta sus padres. Lo odiaba. Los odiaba. Y odiaba a el mundo porque me había hecho esto.

Pero había una pregunta que me hacían todos que simplemente no podía responder o esquivar.

¿Dónde se encontraba Emily?

Ni yo lo se. Pienso, que no hay una explicación razonable para esto. Esa noche, luego de que el último lobo se fuera, corrí por todo el prado buscando a Emily, algún indicio o pisada. Pero no fue hasta que el sol comenzó a asomarse por el horizonte, que admití que ella no se encontraba por ningún lado. Y conociendo a mi pequeña hermana de ese entonces con ocho años de edad, que no la encontraríamos a menos que ella quisiera.

Tragué fuertemente al pensar en eso. Me decepcionó la idea de que quizás ella no quería o quiere volver a casa, pero eran pensamientos masoquistas que quería evitar ya que no encontraba una respuesta razonable por la que se iría de casa. Lejos de mí y fundirse en el oscuro bosque.

Emily lleva desaparecida siete años y no hay nada que apunte a que siga con vida. Ya que la razón por la que sonreía todos los días, se me había escapado de las manos.


The Wolves (WESTERWOOD #1)Where stories live. Discover now