Capítulo 19

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Observé sobre mi hombro cuando sentí a alguien detrás de mi. Pero no había nadie. Me encontraba paranoico, y quien no lo estaría si esta caminando a las tres de la mañana una madrugada de semana.

El insomnio me había ganado nuevamente, pero esta vez me volví realmente ansioso. Era como si esa chica de cabello castaño y largas piernas me estuviera matando poco a poco.

Luego de nuestro raro momento, nos habíamos separado incómodos y nos como al parecer le había prometido a Mia, me ayudo con Historia. Una vez que terminamos, la convencí para que me dejara llevarla hasta su casa, cosa masoquista de mi parte. Por alrededor de cuarenta minutos la tuve tan cerca de mí, su aroma a flores silvestres se esparcieron por mi auto, cosa que claramente yo solo note. Phoenix se mantuvo callada durante todo el recorrida, y yo igual ya que al parecer no había nada que decir. No fue uno de esos silencios incómodos, de alguna manera transmitía paz, cosa que no sentía hace ya semanas. Una vez que llegamos, simplemente se despidió. Pero no pude evitar que mis manos apretaran fuertemente el volante al notar que el chico de la fiesta, Zane, la esperaba justo en la puerta de la casa. Desde a lo lejos, notaba como me observaba impasible. Durante el regreso a casa, miles de preguntas invadieron a mi mente.

¿Por qué se encontraba allí? ¿A caso era novio de Phoenix o algo por el estilo?

Esas cosas me torturaron internamente, cosa que cuando llegue a casa me dirigí directamente a mi cuarto ignorando las llamadas de mi madre preguntándome donde había estado.

Y aquí me encontraba ahora, caminando por las desoladas calles del pueblo que únicamente se encontraban iluminadas por las luces de algún que otro bar abierto. No me exalté al ver como en uno de ellos, sacaban a patadas a seguramente un ebrio escandaloso. Su cuerpo cayó pesadamente sobre el mojado asfalto y un gruñido provino de él. Simplemente, iba a pasar junto a el ignorándolo e intentando no llamar su atención, pero algo hizo que me detuviera.

- ¡Maldición! - Bramó el mismo con un tono el cual dejaba bien claro lo pasado de copas que estaba.

Pero eso no evito que reconociera esa voz. Era de una persona muy cercana a mí y a la cual conocía mejor que nadie, mi mejor amigo. 

- ¡Houston! - Exclamé para luego dirigirme a él rápidamente.

Se encontraba hecho un ovillo en el suelo, por lo que lo di vuelta para observarlo mejor. Se encontraba fatal. Su remera se encontraba totalmente rota y manchada de barro, apestaba a cerveza y una mancha morada comenzaba a aparecer en su pómulo.

- ¿Dylan? - Entrecerró sus ojos ya que las gotas de la leve capa de lluvia le caían sobre la cara. - ¿Qué haces aquí?

Elevé una ceja.

- Podría preguntarte lo mismo, hermano. - Lo levante con cuidado para luego pasar uno de sus brazos por mis hombros y comenzar a caminar. - ¿Qué demonios haces en un bar un día de semana? - Gruñí por el esfuerzo.

- La mierda no tiene  preferencia de hora ni día para arruinarte la vida. - Bufó cojeando junto a mí.

Le habría preguntado el significado de sus palabras, pero sabía que no podía esperar mucho de un Houston fuera de sí.  

Los faros de un auto iluminaron las calles y me alegré internamente de que fuera un taxi. Hice una seña para que parará, y una vez que lo hizo lancé bruscamente a Houston en el asiento trasero para luego entrar y cerrar la puerta. El olor a cigarrillo me invadió abruptamente y mientras bajaba un poco la ventanilla le dí al taxista la dirección de mi casa. 

- ¡Me he golpeado la cojonuda cabeza, Dylan! - Se quejó Houston frotándose donde se dio el golpe con la puerta.

Puse los ojos en blanco.

 - ¿Del uno a el diez cuán ebrio estas? - Le pregunté.

Dejó su mano sobre el regazo y observó la nuca del conductor intentando reaccionar. 

Podía sentir como poco a poco el olor a cigarrillo era reemplazado por el aire fresco y como la lluvia repiqueteaba en las aceras oscuras.

- Quince. - Me respondió mi amigo vacilante.

No pude evitar sonreír mientras negaba lentamente con la cabeza.

- Eres un idiota Houston. - Declaré sin esperar respuesta alguna de su parte.

Él se acomodó fijando su mirada perdida en la ventana. Yo, en cambio, estaba pensando como haría para meterlo dentro de la casa sin levantar sospecha alguna ya que, debía aclarar, Houston fuera de sus cinco sentidos era peor que el torpe mas grande del planeta.

Una vez que el auto aparcara, me felicité a mi mismo por haber llevado un poco de dinero, así que luego de pagar caminé a tropezones con Houston colgado de mi hacia la puerta principal. Ya adentro, luego de haberlo hecho jurar que sería lo mas silencioso posible, entramos a la casa completamente oscura y comenzamos a dirigirnos a la escalera. Fueron alrededor de diez minutos de tropezones por parte de Houston hasta que logramos llegar a el segundo piso. Pero desafortunadamente, antes de llegar a mi cuarto alguien salio de ella. Mi corazón se detuvo al notar que era mi madre, y su cara furiosa me hizo tragar duramente. Me observó fríamente para luego caer en cuenta de que Houston estaba junto a mí, por lo que sus facciones se tranquilizar levemente al ver el estado medio inconsciente en el que se encontraba el mismo.

- Mañana hablaremos de esto Dylan Harris. - Susurró para luego irse a su cuarto.

Solté la aire que había estado conteniendo para luego seguir mi camino hacia la habitación. Una vez adentro no me preocupe de encender ninguna luz, simplemente dirigí a Houston hacia el sofá en el cual él antes de acostarse, solo se saco la camiseta, pantalones y zapatillas para acostarse sobre el. Esperó a que le haya dado una almohada y una manta para que se protegiera de la fría noche para después rápidamente dormirse.

Yo únicamente me puse unos pantalones de chandal para luego acostarme en mi cama sin camiseta y ya con los pies desnudos. Dudas sobre que habría llevado a Houston a ese bar comenzaron a surgir hasta que el cansancio fue mucho para mí y finalmente, dormir.

The Wolves (WESTERWOOD #1)Where stories live. Discover now