Capítulo 27

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- ¿Geo? - Llamó Phoenix una vez que entramos a la casa.

- Aquí estoy. - La nombrada salió detras del mostrador con una gran sonrisa la cual se agrandó mas al ver nuestras manos unidas.

La chica junto a mi puso los ojos en blanco.

- Oh, calmate. - Bromeo esta soltando mi mano y dirigiéndose a la cocina.

- Como tu digas. - Geo levanto las manos inocente para luego giñarme un ojo.

Seguí a Phoenix y me apoye en la mesada mientras la veía tomar dos tazas.

- ¿Y Ophelia? - Pregunte curioso al no ver a la testaruda ansiana por ningún lado.

- Pues la he llevado con unas amigas. - Explicó Geo con desinteres. - Ya estaba por hechar raíces en el sofá. - Aclaró divertida.

No aparté mi atención de Phoenix, por lo que pude notar como se tensaba mientras servia un líquido humeante en las tazas. Las tomó y se giró hacia su tía.

- Estaremos en el patio trasero si nos necesitas. - Y dicho eso la castaña se encaminó a las puertas que daban al mismo.

Me encaminé a abrirle una de ellas, ya que no podía abrir por tener las manos ocupadas. Me dio una lee sonrisa y salió hacía el frío patio.

- Dylan - Me llamó Geo. Llevé mi mirada a ella y me tiró una frazada. -, no querrán enfermarse.

Unicamente asentí con la cabeza y sali con la manta en manos. Phoenix se encontraba sentada en un banco de madera bajo techo, el cual tenía almohadones en el. Me senté junto a ella y nos cubri con la frazada, ella me dio una de las tazas y por un momento nos quedamos viendo el panorama.

El patio era amplio y estaba cubierto de verde pasto. Los árboles se encontraban allí, como si fuera un escudo que rodeaba la casa. Parecía un muro, por el cual si intentabas observar entre ellos llegarías un punto donde no verías nada mas, y únicamente adentrándote en ellos descubririas que hay en el inmenso bosque. El silencio reinaba aquel lugar, y si antes me preguntaba por que alguien viviría en medio del bosque ya se la respuesta: quería paz. Entonces mas dudas vinieron a mí. Sabia que Phoenix no era una chica de diecisiete años normal, ni siquiera tenia menos de cincuenta años seguramente, pero había algo en su vida que la hizo huir de toda sociedad.

- Ya sabes que soy una loba. - Dijo esta callando las palabras que querían salir de mi boca. - Y seguro tienes idea de la mayoría de los lobos forman parte de una manada - Su mirada se encontraba pérdida en los árboles. -, pero el caso es que yo soy diferente. Soy una Guardiana. - Declaró de una manera tan firme que me dio escalofríos, al parecer ella lo notó ya que me miro. - Solo existimos tres en el mundo. - Explicó ahora mas tranquila. - Somos mas rápidas, fuertes e incluso mas grandes que cualquiera. Estamos destinadas a cuidar a nuestra manada, y a veces otras que nos necesiten, ya que vivimos eternamente. Mi vida se baso en esto Dylan. No tuve opción. - Su voz se rompió al decir lo último, pero se recomopuso. - Tenemos una larga lista de enamigos, pero hay una realmente peligrosa...

- ¿Vampiros? - Supuse elevando una ceja.

Una gran carcajada salió de ella.

- No, Dyl, no son vampiros. - Me sonrió como si fuera un niño. - En realidad, no exite tal confrontación con ellos. Hace años conseguimos la paz. Somos seres místicos, en vez de enfrentarnos unos a otros debemos cuidarnos entre nosotros y a nuestro mundo. - Se encogió de hombros como si el razonamiento fuera obvio. - El caso es que, estamos en peligro. - Aclaró mas sería. - Los llamamos Ángeles Vengadores, son un grupo de cazadores enviados del cielo para exterminarnos. - la oscuridad tomo posesión de su rostro. - No a los lobos, sino a nosotras. Pero aquellos que esten con nosotras, son incluidos en esta maldición. Aunque sean inocentes de el pecado que nosotras cometimos hace ya mas de un siglo. Asi que los protegemos,

The Wolves (WESTERWOOD #1)Onde histórias criam vida. Descubra agora