Mary on a cross (L. G!P)

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— ¿Hacia dónde nos estamos dirigiendo?— la pregunta de Park me hace cerrar mis ojos. No sé exactamente hacia donde nos tenemos que dirigir a ciencia cierta, solo sé que el único lugar a donde quiero ir no es lo más sensato.

Pero ¿Algunas vez pensé entre lo sensato y lo que no? Es lo que no sé cómo llamar vida ¿Acaso alguna vez tuve una?

— ¿Vamos con la señorita Camila?— lo miro por el retrovisor y asiento un poco ausente.

Quien no me conoce que me compre, pero todo el que ha estado a mi lado por una cantidad de tiempo determinada y aún sigue con vida, sabe que Camila siempre es el lugar al donde suelo recurrir.

—Eviten que alguien los vea, les permito hacer lo que deseen, pero a un solo toque del teléfono, necesito que ya estén de nuevo en la entrada ¿Lo entienden?— mi profunda voz es lo único que se escucha dentro de la camioneta negra.

—Si señora— ambos hombres asienten.

Observo como el lugar comienza a verse un poco más claro, las luces de la ciudad es muy agradable, solamente cuando estoy de buen ánimo.

—Esperaremos su orden.

Bajo del auto, subo más mi abrigo y cubro una parte de mi cuello, mi cabello esta atado en una coleta alta y llevo un cubre boca junto a mis lentes oscuros.

El hombre de la entrada asiente a mi camino, paso el sobre con su dinero mensual por cuidar a Camila en el edificio y sigo mi camino.

El ascensor se abre y entro.

Las cámaras deben apagarse a un solo segundo de que yo entre en el edificio. Nadie me vio entrar, nadie me vio salir, la única persona que puede testificar sobre mis pasos, dudo alguna vez lo haga.

Dos toques y escucho la dulzura de su voz canturrear detrás de la puerta. Quizás a más de 10 pasos lejos de donde está el pomo de la puerta.

— ¡Tu!— sus ojos se iluminan, y al compás de la sonrisa curvar sus labios, sus piernas se enrollan en mi cintura de un brinco.

—Niña— beso su frente con delicadeza y entro con ella en mis brazos. Cierro la puerta y paso el seguro manteniéndola firme contra mi cuerpo.

—Si viniste— susurra en mi cuello. Sonrió aunque ella no puede ver nada de mi expresión.

La dejo en el sillón, pero sobre mis piernas porque la que se sienta soy yo.

Murmura algo que no logro entender lo que dice, saca mis lentes y mi cubre boca para dejarlos en la mesita en donde tiene una linda lámpara rosa pastel.

—Te prometí que vendría— sonrió hacia sus dulces ojitos color marrones —Que vendría a ti. Sabes que siempre vuelvo a ti— asiente con algo de vergüenza y deja un beso en mi mejilla antes de levantarse de un salto de mi regazo.

La veo dar pequeños altos hacia la cocina.

Cierro mis ojos y aprieto mi mandíbula con fuerza, queriendo restregar mi rostro con mucha mas fuerza de la que debería. Aunque eso lo único que causaría es que ella busque una respuesta a una pregunta que estoy segura me dolerá con el alma darle.

— ¿Vienes?— sonrió a su dulzura.

Quito el abrigo y quedo en el traje negro, del cual también quito la chaqueta y desabrocho los botones de las mangas para subirla un poco hasta mis codos.

—Ven— ella me toma de la corbata y desata el nudo con total calma y paciencia.

Su estatura siempre es adorable a mi lado.

One Shots Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora