besos prohibidos | sebastian vettel
- sus besos sabían a champagne y locura,
sus manos sobre su cintura se sentían correctas,
su aroma a colonia costosa se mezclaba
perfectamente con el olor a deseo de ella.
no era correcto, ya se lo habían adverti...
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Hockenheimring siempre había sido el circuito favorito de Bianca.
La familiaridad que sentía con la pista era normal, después de todo era su país, era su gente y era el origen de su equipo.
Cuando la quitaron del calendario un par de temporadas fue lamentable para ella y para todos los pilotos alemanes que perdían la carrera de su hogar, pero una vez que fue incluida en la de 2022, la emoción por el circuito volvió.
Sebastian también estaba emocionado, y se lo había dejado saber a Bianca en los mensajes de texto que le había mandado.
Habían pasado tres semanas desde que Sebastian tenía el número de la hija del director de Mercedes, y no había habido ni un solo día que no le hubiera escrito.
Desde el primer segundo en el que lo tuvo la guardó, le envió un mensaje para que ella pudiera agendarlo a él y le deseó las buenas noches.
19 días seguidos se enviaron los buenos días, se preguntaron si ya habían desayunado, que estaban haciendo, si ya habían comido, 19 días seguidos hicieron videollamadas en la tarde, se preguntaron qué cenarían y se desearon las buenas noches antes de irse a dormir, excepto el par en el que se quedaron despiertos hasta la madrugada hablando juntos.
Habían pasado casi 3 semanas desde que no se veían, y aunque les diera pena admitirlo, estaban emocionados por volver a verse.
El podio de Lewis y el p5 de Sebastian solo hizo que tanto Bianca como Sebastian se pusieran aún más felices de lo que ya estaban con tal solo verse.
Por supuesto que Mercedes había decidido armar una fiesta por el p2 de Lewis y el p4 de George, los demás pilotos también estaban invitados, y Sebastian no dudó ni un segundo en ir cuando supo que Bianca estaría ahí.
(...)
—Te ves preciosa, Bianca—.
La voz por detrás de su espalda hizo a la alemana sonreír.
—Tu no te ves nada mal, Seb.
—¿Yo?, me humillo a tu lado—.
Bianca agradeció que la fiesta fuera de noche y que la oscuridad de la misma no permitiera al piloto frente a ella ver lo sonrojada que estaba.
—¿Bailamos?
—Mi papá nos está viendo—.
Sebastian miró por detrás de él, a donde la mirada de Bianca apuntaba, y vió a un Toto Wolff mirándolo con ojos entrecerrados, concentrado a pesar del alcohol en su sistema.
