besos prohibidos | sebastian vettel
- sus besos sabían a champagne y locura,
sus manos sobre su cintura se sentían correctas,
su aroma a colonia costosa se mezclaba
perfectamente con el olor a deseo de ella.
no era correcto, ya se lo habían adverti...
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—Por la forma en que me miras.
(...)
—Vamos.
—No.
—Por favor.
—Que no.
—¿Qué tienes que perder?
—Ya te dije que no—.
Bianca exhaló molesta ante la negación del piloto de Alpine, quien simplemente rió y negó con la cabeza.
—Vamos, no pierdes nada, solo quiero mostrarte un poco de Austria. Aquí nació mi padre—.
El español alzó una ceja.
—Bueno, no exactamente aquí, sino en Viena.
—Fantástico—.
La alemana frunció el ceño.
—Vamos—Alargó la O.
Fernando sonrió a medias y negó.
—Solo no entiendo cual es tu repentino interés en pasar tiempo conmigo, linda—.
Bianca miró de reojo a alguien caminando, y quitó la mirada en cuanto notó que Fernando la veía.
Alonso volteó y se encontró con la imagen de Sebastian Vettel caminando por el Paddock, con la mirada puesta sobre la tableta que le mostraba Britta.
Cuándo dejó de verlo, devolvió su mirada a la de la rubia frente a él, quien ahora tenía los ojos puestos en el suelo y las mejillas rojo ardiente.
—Ah—sonrió con malicia—Claro, es por eso.
—Nano, yo...
—Está bien, Bi. ¿Te dicen así, no?
—Sí.
—¿Puedo decirte así?—Pregunto con cortesía.
—Por supuesto—Le respondió y correspondió la sonrisa que se formó en los labios del español.
Siguieron hablando unos instantes, hasta que las horas para la carrera fueron disminuyendo y sus mentes se fueron a lugares más alejados del presente en el que charlaban intensamente.
—Hagamos un trato.
—Te escucho.
—Si Lewis te gana, te enseño Austria—.
Fernando frunció el ceño.
—Eso no es justo, tiene uno de los autos más rápidos de la parrilla y yo un Alpine.
—Creí haberte escuchado decir lo mucho mejor que eras, en cada aspecto sin importar qué—.
