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Cuando se trataba de su padre alzando la voz se trataba de algo serio, de algo malo, y eso fue la que la preocupó cuando lo escuchó gritando su nombre.

Cerró los ojos con fuerza y se giró para donde el sonido provenía, se levantó del sofá y observó a Lewis haciendo una mueca divertida.

—Alguien está en problemas—Bromeó el británico alargando la última palabra.

—No es gracioso, Lew—.

El mencionado arrugó el entrecejo mientras observaba a su amiga desaparecer por el pasillo.

Llegó a la oficina de su padre y tocó la puerta con la mano temblando ligeramente, aterrada por cualquier cosa que pudiera salir de su padre en ese momento. Pero quien sabe, tal vez estaba enojado por algo más, ¿verdad?

—Adelante—.

Bianca respiró profundamente antes de abrir la puerta, y puso su más grande sonrisa cuando la atravesó.

—¿Cómo estás, papi?—Dijo la última palabra con una dulzura inusual, la que solo utilizaba cuando era niña y estaba por recibir un castigo o un regaño.

—Déjate de eso, Bianca—El tono en su voz hizo que la sonrisa de Bianca decayera un poco—Siéntate, por favor—Pero ella sabía perfectamente que no se trataba de una petición sino de una orden.

—¿Estoy en problemas?—Trató de bromear, y una risa acompañó la pregunta, pero el ambiente seguía tenso y Bianca supo que no era momento de bromas cuando su padre la miró, y en lugar de sonreír como siempre lo hacía, bajo la mirada a su computadora y siguió tecleando.

—Eso depende de lo que me puedas decir sobre esto—.

Giró la laptop y la sonrisa de Bianca se esfumó.

Las imágenes eran oscuras, borrosas y ruidosas. Las luces del lugar no le favorecían al lente, y para las personas que no sabían podría parecer cualquier cosa, en cualquier lugar, con cualquier persona.

Pero para las personas que si sabían podría ser muy claro.

Sebastian Vettel y Bianca Wolff.

El piloto tomando de la mano a la alemana.

El campeón mundial metiéndola a un cuarto.

La puerta cerrada.

Los disfraces pertenecientes a una pareja de una ya muy conocida saga, lo oscuro de las horas de la noche, el alcohol que probablemente estaba en sus sistemas, el cumpleaños de uno de ellos, la mirada determinante que incluso la poca calidad de la cámara había captado.

No era muy difícil sacar conclusiones.

—¿Qué es esto?

—Eso es lo que yo quisiera saber—.

forbidden kisses | sebastian vettel Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt