besos prohibidos | sebastian vettel
- sus besos sabían a champagne y locura,
sus manos sobre su cintura se sentían correctas,
su aroma a colonia costosa se mezclaba
perfectamente con el olor a deseo de ella.
no era correcto, ya se lo habían adverti...
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Se arrepentía ahora.
Sebastian Vettel se arrepentía, y mucho.
Sus emociones, sus sentimientos y su corazón traicionaron a su mente durante un tiempo, y ahora no sabía que hacer.
Cuando vió a su novia besando a su compañero de equipo, sintió que el mundo se iba para abajo. No importaron las promesas, los besos franceses ni las conversaciones de medianoche. Ella lo había traicionado.
En un inicio se sintió horrible, no podía concentrarse en nada y la tristeza era una práctica constante en su mente. La memoria no le fallaba, y los recuerdos inundaban en lamentos noches acostados siendo foráneos en lugares donde ya habían estado.
Luego vinieron las disculpas, misma que nunca aceptó, y por el contrario, su actitud hacia ella cambió. Fue grosero, y lo sabía, pero en esos momentos no creía que Bianca mereciera un buen trato.
Ahora lamentaba eso.
Nunca se digno a escuchar las explicaciones de Bianca, y tal vez lo que había hecho si tenía una explicación lógica. Tal vez había sido un accidente de alguna manera, tal vez Lance la había besado sin su consentimiento, tal vez los medios los habían obligado, tal vez. Pero él no lo sabía porqué se había negado completamente a aceptar las disculpas de Bianca.
Tenía que pedirle perdón.
Además, seguía enamorado de ella.
(...)
Bianca ya no iba a rogarle.
Trato de darle explicaciones, estuvo meses piediendole perdón. Él fue siempre grosero y nunca nada aceptó.
Eso no significaba que fuera a olvidarse completamente de su existencia o a ignorarlo, solo que ya no le iba a rogar como lo había hecho durante los últimos meses.
Después de todo seguía enamorado de él. Algunas veces aún soñaba con su presencia, aún olía la fragancia de su perfume y por unos instantes sentía sus manos en su cintura por las mañanas. Eso ya no era real, claro, pero por unos segundos lo era para ella.
(...)
Sabía que tenía que actuar en cuanto lo vio llegar al lugar.
Con toda honestidad, no creyó que iría.
Las fiestas nunca habían sido lo suyo, mucho menos cuando no había nada que celebrar, y aunque había quedado en los puntos, su carrera no había sido la mejor.
Él quería tomar.
Quería hundirse en el alcohol una noche, trago tras trago hasta olvidar todo lo que lo había traído al lugar en primera instancia.
