besos prohibidos | sebastian vettel
- sus besos sabían a champagne y locura,
sus manos sobre su cintura se sentían correctas,
su aroma a colonia costosa se mezclaba
perfectamente con el olor a deseo de ella.
no era correcto, ya se lo habían adverti...
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Había quedado 20.
Fue quien más vueltas hizo, y aún así quedó 20.
No podía culpar a los mecánicos o a problemas del auto, porque la verdad era que no los había tenido. Tampoco podía quejarse mucho respecto al auto en sí, porque su compañero había avanzado a la siguiente etapa de clasificación y había acabado en onceavo lugar, y habían sólo unas décimas de segundo las que no lo habían permitido entrar a la última fase, lo cual era extraño para el auto.
No podía culpar a nadie más que a sí mismo. A sus errores. A las maniobras no tan inteligentes que lo habían hecho quedar como un novato.
Las entrevistas post-clasificación no fueron mucho mejores. Las preguntas respecto a la hija del director se mercedes y su relación con su compañero de equipo habían disminuido, pero eso no significaba que ya no existieran. Estaba irritado, cansado y molesto con todos, en especial consigo mismo. Las entrevistas le parecieron eternas. Las respuestas que dio, lo cortas que no habían sido las preguntas.
Tan pronto acabó las entrevistas, se fue a su habitación, y evitó todo contacto con más personas en el camino al hospitality. Ni siquiera saludo con alegría a quienes lo hicieron.
Se acostó en la pequeña cama. Su espalda quedó contra el colchón, ahora mas frió y duro que de costumbre. Sus dedos vagaron por la colcha verde de su lecho. Sintió lo áspero de la tela, lo ajeno a él mismo.
Su cabeza se llenó de pensamientos.
Sus manos subieron a tocar las almohadas, lo único realmente suave y cómodo de la cama. Una lástima que prefiriera dormir sin ellas.
Sus manos entonces bajaron de nuevo. Ya se había quitado todo, desde que entró, solo estaba en su ropa interior.
Pensó en tocarse, pero supo que no lo haría, que realmente no quería y que no podría pensar en nada.
Entonces decidió ponerse algo cómodo.
Con cansancio se paró de la cama, y camino hacia sus cajones con algo de ropa. Tanto interior, como piyamas y ropa casual, hasta un traje por si se llegaba a necesitar.
Abrió el cajón de los pantalones y sacó unos jeans algo desgastados, por lo mucho que los había usado cuando eran sus favoritos hacía ya algunos años. Luego de pensarlo, decidió que se pondría una playera. Estaba seguro de que estaba en su maleta de carreras. Ya estaba algo vieja, pero al igual que sus pantalones, la amaba. Era negra pero ahora tiraba a un gris oxford oscuro. Las mangas eran cortas y tenía una anchura considerable, aunque no tanto como para ser oversized. Tenía un pequeño dibujo en la parte superior derecha, estaba cocida a mano, y Sebastian sabía que se trataba de un animal haciendo algo, pero no estaba muy seguro de que animal era o de que hacía.
