Capítulo 4.

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| Vegas y Pete – 17 años |

—Soy gay —dijo Pete.

Silencio.

No se atrevió a mirar a Vegas.

—¿Qué?

Pete se encogió de hombros.

—Soy gay —repitió más tranquilo.

Las clases habían terminado hace un par de horas, y como de costumbre, se encontraban en la habitación de Vegas para leer comics o jugar videojuegos durante la mayor parte de la tarde  hasta que la noche cayera y Pete tuviera que regresar a casa.

Sin embargo, esa tarde las cosas habían tomado un giro totalmente inesperado tras aquella confesión.

Vegas soltó el control de su consola y miró fijamente a Pete, quien solo se atrevió a jalar sus rodillas contra su pecho y envolverlas con sus brazos.

La música de los videojuegos fue lo único que se escuchó por un buen rato dentro de la habitación. Hasta que Vegas se levantó, trabó la puerta y apagó el televisor.

—¿Quieres hablar de ello? —preguntó.

Pete volvió a encogerse de hombros y sacudió la cabeza, todavía evitando la mirada de Vegas.

El sonido tan familiar de su caminar tensó a Pete, notando como se acercaba hasta situarse a un par de centímetros de su cuerpo. El peso de la mano de Vegas apareció en su cuello de una forma a la cual ya estaba acostumbrado: lenta y cuidadosa. 

A regañadientes, giró la cabeza para toparse con la mirada de su mejor amigo: el chico que lo había hecho reconocer su homosexualidad desde los 13 años, pero que apenas decidió confesar ese mismo día.

La expresión de Vegas era pesada, sus cejas oscuras estaban fruncidas y su afilada mandíbula se encontraba tensa.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿No confías en mí?

—Por supuesto que sí —dijo con tono frustrado—. Es solo que... no quiero incomodarte con esto.

—Pete —lo llamó Vegas, logrando sonar amable y molesto a la vez—. ¿De verdad crees que me importaría? No me importa una mierda, bobo.

Pete sonrió débilmente y lágrimas resbalaron por sus mejillas.

Dios, ¿por qué se sentía tan aliviado?

Sabía que a Vegas no le importaría. Pero la mínima posibilidad de que ya no quisiera pasar tiempo con él lo había aterrorizado desde el momento que decidió hablar sobre su orientación sexual.

Vegas se apresuró a tomar a Pete por los hombros y envolverlo en un fuerte abrazo. No soportaba verlo llorar. Le retorcía las entrañas con enojo e impotencia. Quería ver una sonrisa despreocupada pegada a su rostro siempre.

—Tenía tanto miedo —admitió en un leve sollozo, formando un nudo de frustración en la garganta del otro—. Miedo de que me odiaras.

—Por Dios —acunó el rostro de Pete con sus manos—. Hagas lo que hagas, seas lo que seas, te guste lo que te guste, dudo mucho que pueda llegar a odiarte. No, espera, no lo dudo —se corrigió—. Es prácticamente imposible que te odie en esta vida, Pete. Y estoy seguro de tampoco hacerlo en un algún universo alterno.

Vegas seguía observándolo de manera intensa mientras secaba sus lágrimas con las yemas de sus pulgares, sin imaginarse lo que Pete estaba a punto de decir:

—...Eso fue un poco gay de tu parte —bromeó descaradamente.

La seriedad del asunto no ameritaba una carcajada, pero Vegas no pudo evitar reír mientras desviaba la mirada hacia un lado.

We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora