Capítulo 13. Primera parte

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La sonrisa de Kan se mantuvo firme, a pesar de que sus ojos se volvieron más fríos con el silencio de Vegas. Su mirada pesada seguía sobre su hijo, pero algo cambió en la expresión del más joven; ya no era incierta o consternada, sino que fue recuperando su típica confianza insolente y firme.

—No pienso casarme —espetó finalmente—. No puedes obligarme.

Los músculos en las mejillas de Kan se tensaron.

—Puedo hacer eso y más —dijo con un tono de voz sombríamente suave, dejando la carpeta que sostenía sobre el escritorio frente a él—. Así que no me obligues a ello.

Vegas dio una carcajada breve y frágil.

—¿Ahora tú me amenazas? ¿A tu propio hijo? —lo cuestionó—. Siempre fui consciente de que mi madre no se casó con el hombre del año, pero nunca pensé que la pobre había terminado con un monstruo como esposo.

A Kan no le pareció gracioso, en lo absoluto. Y si no hubiese sido por la herida todavía sin sanar de su hijo y el desafecto en sus ojos, lo habría abofeteado con pudor; pero no lo hizo. No pudo, en realidad. No cuando su rostro era idéntico al de su madre: al de la única mujer que logró amar.

En un movimiento lento, Vegas notó como la expresión de su padre se apagaba al alejar su mirada. Una pizca de culpa subió por su garganta después de haber apuntado y disparar directamente a la yugular; sin embargo, no se disculpó.

—...Dices que soy un monstruo —susurró con ronquez—. Pero independientemente de cómo te sientas al respecto, sigo siendo tu padre, Vegas. Y para tu mala suerte, eres igual a mí. Quizás no en el aspecto físico, pero al final de cuentas, la codiciosa y obstinada sangre Theerapanyakul también corre por tus venas.

Vegas se levantó de su asiento con un semblante complicado, pero no tanto como el de Kan en ese momento. Su padre se veía... afligido, y con restos de arrepentimiento contorsionando su frente.

El silencio cayó en la oficina durante unos instantes, hasta que uno de ellos decidió romperlo.

—¿Qué quieres lograr con todo esto? —Preguntó el más joven, dirigiendo su atención al enorme ventanal junto a él y perdiéndose momentáneamente en la vista de otros rascacielos—. ¿Convencerme de que mis sentimientos por Pete no son más que un error? ¿Un error del que me arrepentiré?

Vegas pudo escuchar el suspiro pesado de Kan recorriéndole la espalda, pero no volteó. En cambio, solo bajó la mirada un poco al celular que sujetaba.

Nada aún.

Ninguna llamada. Ningún mensaje.

Chasqueó los dientes de manera inconsciente e impaciente.

Mierda, la necesidad por saber de Pete estaba acabando lentamente con él.

¿Qué estaba haciendo? ¿Se encontraba en el hospital con su abuela? ¿O acaso estaba en la florería ayudando a su abuelo?

O quizás...

¿Estaba con Kinn?

Vegas tomó aire en un intento por tranquilizar la repentina cólera que tensó su pecho.

Kan lo notó justo a tiempo y dijo en voz baja:

—No quiero que cometas el mismo error que yo —confesó con una angustia que separó a Vegas de su irritación, obligándolo a encontrarse de nuevo con el rostro del contrario. Su expresión no había cambiado.

—... ¿De qué hablas?

Kan apretó los labios antes de hablar de nuevo y tragó con evidente dificultad.

We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]Where stories live. Discover now