Capítulo Final.

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Un desastre.

Eso es lo que sucede cuando dos personas perdidamente enamoradas intentan demostrar que no se necesitan. Cuando intentan funcionar en la vida sin el otro.

Como Vegas y Pete.

Las historias como esas nunca tienen un final feliz; ambos lo sabían muy bien.

Sin embargo, había algo más. Algo de lo que no eran conscientes:

Que hay lazos que no se pueden romper por mera cobardía.

Viejos hábitos que nunca mueren.

Y, sencillamente, amores que duran para siempre.

Aunque ya no hablen.

| ... |

—He escuchado que tu rehabilitación va bien —dijo Kan con un tono que, a pesar de ser extremadamente neutral, logró poner en punta los nervios de Pete. El hombre mayor le dedicó una mirada rápida mientras que el sureño hacia su mejor esfuerzo por escucharlo sin exteriorizar el caos de incertidumbre dentro de él—. Me alegra.

Se encontraban en el jardín del hospital, justo donde Vegas y su abuela habían conversado días atrás.

¿Quién diría que los papeles se invertirían de tal manera y tendría a un hombre tan eminente como el Sr. Theerapanyakul empujando su silla de ruedas?

A sus espaldas, tres hombres que Pete nunca había visto los seguían con un margen de distancia considerable. Supuso que aquellos con aspecto fortachón eran guardaespaldas del padre de Vegas. El otro debía ser su secretario.

—Gracias —dijo con apenas voz y tomó una bocanada de aire, maldiciendo internamente el escucharse tan nervioso. No quería mostrarse inquieto o débil. Se aclaró la garganta e intentó de nuevo—. Realmente le agradezco todo lo que ha hecho por mi familia y por mí.

Kan no respondió nada al respecto. Se limitó a sentarse en una de las bancas próximas. Su espalda completamente erguida y sus puños sobre las piernas. Barbilla en alto y mandíbula levemente tensa.

Se mantuvieron callados durante unos segundos, dejando que el frío hiciera de las suyas y los rayos del sol intentaran apaciguarlo.

—Es bastante difícil, ¿no? —preguntó de repente, capturando la mirada del sureño hacia sí sin ser correspondida. Kan observaba el otro extremo del jardín, su atención pérdida en los demás pacientes y personal del hospital que salía a descansar un poco.

—¿Qué cosa? —se atrevió a preguntar.

—El dejar ir a quien más amas.

De repente, el frío que envolvía a Pete se desvaneció. Se esfumó. Y un calor abrasador le escoció la piel. Los nudillos de las manos se le tornaron blancos sobre los aros de empuje de su silla de ruedas.

—... Pero es mucho más fácil decir adiós que un te amo —respondió, y para su sorpresa, una tenue risa escapó de la garganta del hombre—. Patético y cobarde, también.

—El ser honesto con uno mismo a veces da miedo —dijo en su dirección, encontrándose finalmente con la mirada del sureño; una extraña y contradictoria mezcla de confusión y seguridad reflejándose en sus ojos—. Imagínate serlo con alguien más.

Pete tragó con fuerza.

¿A qué quería llegar con eso? ¿Y...por qué... sentía que una parte de él entendía por completo las palabras del hombre sentado a su lado? A pesar de ser la primera vez que hablaban cara a cara.

We Don't Talk Anymore [VegasPete] [COMPLETA]Where stories live. Discover now