Capítulo Cinco: Un pequeño descanso

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ASÍ COMO LA HABITACIÓN ERA MÁGICA PARA QUE LA COMIDA NUNCA SE ACABARÁ, también lo era para saber cuando una familia necesitaba su propio espacio. Por eso, cuando todos decidieron tomar un descanso, apareció de la nada una puerta que llevaba a una cómoda sala de estar. 

No, en realidad eso no había pasado. Lo que pasó fue que los Bedoya Agüero llamaron a Tic-Tac y le pidieron un espacio para poder hablar a solas. Así que hizo aparecer la puerta y ellos salieron de la biblioteca, dejando a las otras familias cada una por su lado.

—¿Estás bien?—le preguntó Luca a su hijo, Nerdito Tercero, cuando lo encontró viendo con enojo a los Perez Alzamendi. 

—No puedo creer que está acá—señalo disimuladamente a Nacho. 

—Es su historia también—Luca suspiro.  

—¿Entonces vamos a leer la parte en la que nos abandonó para irse con Caridad al campo?—mencionó con odio.

—No creo que lleguemos hasta ahí. —Luca abrazo a su hijo.—Se que esto tal vez no sirva de nada, pero…

—Papá, ahora no tengo muchas ganas de escuchar algún consejo o algo. Estoy muy abrumado. 

—Está bien. Cuando quieras hablar o necesites algo me avisas, ¿si? 

—Sí papá, lo sé. Por eso eres el mejor—Nerdito le dio un beso en la mejilla. 

Al otro lado de la habitación, Tacho se encontraba tranquilamente junto a sus hijos, Alai y Francisco, cuando Jazmín se acercó. 

—¿Podemos hablar?—preguntó Jazmín. Tanto Alai como Tacho fruncieron sus ceño al verla, pero Francisco sonrió genuinamente. Hacía tres años que no veía a su madre, y ahora era ella la que se acercaba a ellos ¡No podía creer que eso estuviera pasando!

—¿Es importante?—preguntó de mala manera Tacho. Francisco dejó de sonreír cuando escuchó el tono de voz de su padre, y esto no pasó desapercibido para las tres personas que lo acompañaban. Tacho suspiro. —Está bien, vamos. 

Se alejaron lo más que pudieron de sus hijos, y cuando se aseguraron que nadie los veía o escuchaba, comenzaron a hablar. 

—Se que tenemos nuestras diferencias pero creo que por el bien de los chicos…

—¿Me estás diciendo mal padre?—la interrumpió Tacho. 

—¿Qué?—Jazmín frunció el ceño. —Ni siquiera me dejaste terminar. 

—No hace falta, ya sé lo que vas a decir. 

—¿A sí?—preguntó levantando una ceja. —¿Qué iba a decir? 

—Los mismos reproches de siempre—Tacho rodó sus ojos. 

—Esto no se trata de vos o de mí—dijo Jazmín enojada. —Se trata de nuestros hijos…

—¿Ahora te acordas de ellos?

—Mira—Jazmín le apuntó con un dedo, controlando de no alzar la voz. —Ambos vimos como se puso Francisco cuando me vio y como se puso cuando escuchó tu tono de voz. Ellos quieren estar con nosotros así que por su bien debemos soportarnos y estar todos juntos. 

—Alai y Pau no nos quieren ver ni en figuritas, los únicos que podrían aceptar pasar tiempo con el otro son Lara y Francisco. —opino Tacho. 

—Entonces creo que por ellos debemos comportarnos. —Jazmín tomó aire.—Lara pregunta mucho por vos, quiere pasar tiempo con su papá. 

Tacho bajo la guardia al escuchar eso. Lara era su hija adoptiva de nueve años, una de las niñas más adorables y cariñosas que había conocido en su vida. Había robado su corazón desde el primer momento que la conoció en su pueblo natal cuando fue a visitar a su familia. No había día en que no pensara en ella.

Leyendo la isla de Eudamon  ( casi ángeles. )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora