Capítulo 1: La zorra ninja

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Transcurría el año 500 en la región de Mefir, una tierra gobernada por reyes y nobles, donde las expediciones de cientos de aventureros eran el pan de cada día y los monstruos abundaban en las afueras de los pueblos y ciudades.

Es así como nos situamos en la ciudad de Cart, donde un joven de ojos azules y cabello pelirrojo cargando sobre sus espaldas una gran espada envainada en una vaina de azul oscuro caminaba entre la multitud.

Este individuo se detendría para ver un cartel de se busca clavado a una pared, donde se daba una recompensa en monedas de oro por su captura.

—Interesante... Una zorrita ladrona... Podría servirme como aliado... —dijo el individuo frotándose la barbilla.

De repente, colocaría dos dedos sobre su ojo izquierdo mientras miraba fijamente al autorretrato de la ladrona, volviéndose de color rojo con una lupa como símbolo en su pupila.

—Ajá... Conque estás ahí... Será fácil buscarte —dijo, volviendo a tener el ojo de color azul.

Sin perder más tiempo ahí parado, siguió su camino para salir de la ciudad e ir en busca de la zorra. Se adentraría en un bosque, que por suerte, no estaba habitado por ningún monstruo, haciendo su búsqueda más cómoda.

—Bien, aquí debería ser —se detendría frente a una cueva, lugar donde él creía que estaba la ladrona—. ¡Sal, ladrona! ¡He venido hasta aquí para llevarte ante la justicia!

Pero nadie parecía salir de la cueva, haciendo pensar por un momento al joven que quizás había salido. Pero nada más lejos de la realidad, pues unos shurikens saldrían lanzados desde un árbol por detrás de su espalda, los cuales esquivó a tiempo.

—¡Uy! Cuidado, que casi me matas. Se nota que eres una buena ninja para haberte ocultado tan bien de mí —dijo con una sonrisa.

Entonces, sobre la rama del árbol se mostraría la zorra ladrona, siendo esta de pelaje amarillo y con una mirada fría como el hielo, vistiendo una especie de traje ninja negro y rojo con capucha.

—¿Qué hace un tipo tan ingenuo como tú aquí? No tienes pinta de que puedas atrapar ni una mosca.

—¿Sabes eso de que las apariencias engañan? Pues si no lo sabes, lo vas a aprender hoy conmigo.

—Je, luego no te arrepientas de tener un montón de kunais clavados a tu cuerpo y llorando mientras te desangras.

—Como tú digas...

De un salto, llegó hasta la rama donde se posaba la zorra amarilla, sorprendiéndola mucho al presenciar tal agilidad.

—¿¡Cómo...!?

—¡Ahora ven conmigo...!

El joven la intentó atrapar con un abrazo, pero esta rápidamente se escapó de esa rama para aterrizar sobre el suelo—. Está bien, justiciero. Si una batalla es lo que quieres, la tendrás.

—Perfecto, justo lo que buscaba —él también saltaría del árbol, volviendo a tierra.

—¿Ah, sí? ¿Y por qué exactamente? — la chica se prepararía con sus kunais en mano.

—Tendrás que ganar para averiguarlo —el joven se colocaría en posición de combate, usando solo los puños.

—Me parece bien. Pero ¿no vas a usar tu espada?

—No la necesito contigo. No estaría bien depender siempre de mi arma.

—Grr... ¡No me subestimes!

Algo frustrada por sus últimas palabras, la zorra ninja lanzaría uno de sus kunais de frente hacia su cara con una gran velocidad, pero el joven lo esquivaría echándose a un lado elegantemente.

—¿¡Cómo!? ¿Tan rápido y ágil es este tipo?

—¿Se te acabaron los trucos, zorrita...?

—Grr... ¡Ten cuidado con lo que dices!

En un arrebato de ira, esta desaparecería de su vista instantáneamente, apareciendo detrás de él a punto de clavarle un kunai en el cuello. Sin embargo, este se agachó a tiempo, dejándola vulnerable por unos instantes, aprovechando para darle una fuerte patada en el estómago en forma de coz.

—¡¡Aghh...!! —exclamó, volando hasta chocar contra un árbol cercano.

—Oh, parece que esa patada ha sido muy potente para ti.

—Hijo de... —apenas se podía levantar del suelo, con su cuerpo temblando.

—Ríndete, de una vez, ya no eres capaz de moverte. He visto suficiente de ti.

—¡Jamás! Yo aún puedo...

De repente, el árbol contra el que había chocado empezó a caer, a punto de aplastarla.

—¿¡Eh!?

—¡Cuidado! —exclamó el joven.

Este de un salto, esprintó para salvarla, cortando el árbol por la mitad con su espada, la cual brilló al usarla.

—Uff... Eso estuvo cerca, ¿no crees? —se frotó el sudor de su frente—. ¿Estás bien, zorrita?

La ninja se quedaría perpleja por un momento mientras lo miraba, como si algo hubiera hecho clic en ella.

—¿Zorrita?

—¿Eh? ¡Ah, sí! ¡Completamente bien, no estoy herida! Excepto por la patada que me has dado antes...

—Sí, lo siento, pero es lo que tiene combatir.

—Buff... En fin, parece que mis días como ladrona se acaban aquí...

—Exactamente, porque serás mi aliada.

—Me alegro por ti y por tu diner... Espera, ¿qué?

—Como lo oyes, me acompañarás en mi misión.

—¿De qué hablas? ¿No venías para encerrarme entre rejas?

—Podría hacer eso, sí. Pero perdería a alguien tan fuerte como tú.

—Osea, que solo me estabas probando para ver si te servía de algo.

—Exactamente. Aunque si te niegas, no voy a dejar pasar esa recompensa que dan por ti.

—Agh... A este punto, qué otra opción me queda...

—¡Perfecto!

—Ay... ¿Y para qué tipo de misión me necesitas exactamente?

—Bueno, antes de iniciar a ser aliados de verdad, tenemos que hacer un pacto de compromiso...

—¿Cómo? ¿A qué te refieres?

—A tener sexo.

—Ah... —se quedaría en completo silencio por unos segundos mientras lo asimilaba—. ¿¡Queeeeeeeeé!?

Fox Kingdom HaremWhere stories live. Discover now