Capítulo 4: La gran motivación

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Tras unos días de viaje centrados en solo caminar y caminar mientras se enfrentaban a monstruos salvajes, los cuales derrotaban como moscas con la fuerza de ambos combinadas, llegaron a la ciudad de Meria, donde se encontraba la maga de fuegos explosivos.

—Conque esta es la famosa ciudad de Meria. Es tan grande como se dice —dijo Riosuko tapando su cabeza y cara con una capucha morada.

—Sí que lo es. Tiene sentido cuando su evento principal es el gran estadio donde se celebran los torneos —le dijo Seil.

—Ahora que lo mencionas, es verdad. Pero en fin... ¿Cómo encontraremos exactamente a esa famosa maga?

—Según un panfleto del estadio que recogí del suelo antes, parece que justo mañana se celebrará un nuevo torneo.

—¿Y crees que participará también en este...? —Riosuko se cruzó de brazos, escéptica.

—Estoy al 90% de que sí.

—¿Al 90...?

—¿Acaso no se permite dudar un 10%?

—Lo que tú digas... Pero aún así no sé cómo vamos a poder hablar con ella.

—Participaremos nosotros también en el torneo.

—¿Qué?

—Lo que has oído. Nos inscribimos, y seguro que a medida que superemos las rondas, nos enfrentaremos a ella. Y entonces podremos hablar con ella durante el combate.

—De mí puedes olvidarte. Recuerda que soy una ladrona buscada.

—En eso no te equivocas... Pues yo solo me encargaré de esta misión. Anímame mucho desde las gradas, je, je.

—Claro, claro... Seil...

Con el plan en claro, Seil se dirigió al estadio para inscribirse en el torneo, con confianza de que llegaría muy alto en él. Tras inscribirse, vería afuera un montón de gente formando un círculo alrededor de alguien, por lo que la curiosidad de Seil hizo efecto y se fue a inspeccionar.

Para su sorpresa, la persona en el centro se trataba de la misma zorra pelirroja maga de la que hablaban antes los dos, pudiendo comprobar en persona el manejo de sus poderes, al mismo tiempo que sus exhuberantes caderas y pechos.

—Qué gran manejo de las llamas tiene, pero a saber cómo maneja esos jugosos pechos también je, je... —los pensamientos pervertidos de Seil salían de nuevo de su boca.

—Conque le tienes ganas a la zorrita, ¿eh? —le dijo un desconocido cualquiera que por allí andaba viendo el espectáculo.

—Oye, para qué mentir...

—Pues ojalá tuvieras suerte en el torneo.

—¿Cómo dice?

—¿No lo sabes? Ella tiene un reto personal de ganar cada torneo de la ciudad. Si ella misma perdiera, daría su consentimiento para acostarse con ella, como forma de fortalecerse mentalmente e ir siempre a por la victoria.

—Conque con esas va... Je, je... Ahora sí que estoy motivado a ganar, aparte de por mi misión, claro.

—¿De qué hablas, muchacho?

—De nada, señor. Muchas gracias por la información, en serio.

Con una sonrisa perversa, Seil se escapó de allí para correr a entrenar como un loco mientras se motivaba con los pensamientos más lascivos posibles.

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