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Miércoles, 17 de Mayo.

-Hola Mar- Murmuró una muy feliz Lourdes, caminando junto a su peculiar amiga. La ojimarron no la miró ni tampoco inmuto, pero Lourdes ya estaba acostumbrada a eso así que decidió controlarse. -Tengo guardada la corona de flores que me regalaste en un lugar muy especial de mi habitación. Es tan linda como tú- susurro esto último muy cerca de su oído y luego se fue en dirección a la cafetería.

Martina se sonrojo y camino hacia el aula de clases, la cual se encontraba sola, puesto que la clase empezaba en treinta minutos. El lugar estaba silencioso y Pacífico, justo cómo le gustaba a Martina. Pronto sintió a alguien entrar, pero su cuerpo se destenso al notar que era Lourdes.

-¿No hay problema con que me quede aquí?-

El silencio que le seguía las palabras de Lourdes, a veces era abrumador y ciertamente vergonzoso.

-Tomaré eso como un si- dijo esta vez agregándole un poco de gracia a sus palabras. -Quisiera que hablaras conmigo, a veces siento que habló sola, o que no le prestas atención a lo que digo. Es como que oyes pero no te importa.-

La tristeza podía sentirse en las palabras que salían lentas de los labios de la castaña. Ella no era esa clase de chicas que dice lo que siente, pero tenía que decir aquello, porque las palabras se estaban quemando en su garganta.

-Siempre escucho lo que dices, Lourdes-

La simpleza con la que las palabras salieron de los labios de la ojimarrón hicieron estremecer a Lourdes. Es como si lo dijera pero no lo sintiera, como si la estuviera forzando a decirlo.

-Marti, tienes que intentar curarte, por favor.-

Y por primera vez en el día Martina le dedicó su mirada Lourdes. Se sentía confundida. ¿Cómo sabía de su enfermedad? No quería que Lourdes se alejara de ella por ser una enferma... no quería que las personas malas se la llevarán cómo hicieron con su padre, no quería. Y por primera vez en un tiempo sintió que su garganta Se cerraba y la única forma de poder respirar era llorando. Su corazón latía con fuerza, golpeaba contra sus costillas como si quisiera salirse corriendo, y al parpadear fue imposible detener las lágrimas.

Lourdes fruncia el ceño, y miro como las lágrimas se resbalaban por las mejillas de Martina, aunque en su rostro no hubiera expresión de dolor o angustia. Reacciono y la atrajo hacia ella, estrechandola contra su pecho. Martina apretó sus labios cuando sintió que un sollozo iba a salir de ellos, y lo reprimió. Quería detener sus lágrimas y dejar de parecer una tonta, pero la sola idea de que la dejara la única persona que se le acerco para ser su amiga sin interés de por medio la lastimaba. No quería que Lourdes se fuera de su lado por ser una... rarita.

-Hey, no llores- susurro Lourdes acariciando su lacio cabello. -Todo esta bien, estoy aquí.-

-No por mucho tiempo.-

Martina se sorprendió cuando escucho esas palabras salir de sus propios labios, porque se suponía que eso debía quedarse a su cabeza. Se separó rápidamente de la castaña, tomo sus cosas y camino fuera del aula.

-¿Qué fue eso?- pregunto Lourdes, para si misma. Todo esto había sido tan raro, estaba en estado de shock. Hace mucho que Martina no se expresaba de una manera tan... ¿abierta? Pero deseaba que fuera así más seguido, solo que sin llorar porque odiaba verla hacerlo.

Blue and red (adaptación martuli)Where stories live. Discover now