Capítulo 4

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Pasaron solo un par de días y varios ciudadanos de la ciudad comenzaron a sentir un extraño dolor de cabeza, incluido Kile. Esa mañana habían escuchado un comunicado de los Sabios anunciando un virus en el pueblo, si bien les habían asegurado que todo se encontraba bajo control, también indicaron que los afectados debían ir inmediatamente a la enfermería. Ese día Kile se había dedicado a ayudar a Lina a limpiar el estudio, y a pesar de que tenía malestar, sabía que normalmente sus dolores de cabeza se debían a la falta de sueño, así que decidió ignorarlo y seguir limpiando.

Ya habían pasado unos días desde que habían decidido agrandar la familia y Kile había abandonado su investigación, ahora pasaba sus días debatiéndose sobre las mejores opciones de nombres posibles para su bebé, también dedicaba tiempo a intentar de apaciguar el constante dolor de cabeza que aun con todos sus esfuerzos, no se iba. Incluso con sus esfuerzos de ignorar su malestar, su esposa había alcanzado a notarlo. Así que lo había convencido para ir a la enfermería al día siguiente porque aunque él había intentado automedicarse a escondidas, nada parecía poder quitarle el dolor de cabeza.

Al llegar a la enfermería, ambos notaron que estaba muy concurrida. Pudieron ver a Chiemi corriendo de un lado a otro mientras delegaba tareas a sus enfermeros. Chiemi había asistido cada parto, limpiado cada herida y curado cada enfermedad para los habitantes del pueblo, nadie cuestionaba ni sus palabras ni sus métodos, ya que llevaba muchos años ejerciendo el puesto y ganándose la confianza de todos los ciudadanos, era una mujer muy querida, inteligente y hermosa. Ambos se sentaron a esperar que ella llegara, Kile era muy bueno disimulando el dolor, eran pocas las veces que Lina lo había escuchado quejarse antes y por eso sabía que si lo hacía era porque realmente se sentía mal.

Pasados más o menos unos veinte minutos, Chiemi llegó y los saludó con una sonrisa que le hacía cerrar sus rasgados ojos. Detrás de ella se encontraba Zack, se veía muy cansado, él se limitó a saludarlos mientras Chiemi examinaba a Kile. Después de ser atendidos por ella, Chiemi les indicó que pronto se les asignaría una habitación para que Kile pudiese estar bajo observación, luego se despidió educadamente y se fue, llamando a varios de los enfermeros que estaban cerca, al parecer necesitaba decirles algo.

Una vez que los enfermeros estaban cerca de ella, les dio la instrucción a cada uno de cuidar a cierto paciente, incluido Zack, ya que día a día iban llegando más personas enfermas y dado que ya habían reconocido un patrón en común en los síntomas, que iban acompañados con vómitos y fiebre, se esperaba que los recién llegados también los presentaran. Necesitaba que cada paciente estuviese al cuidado de alguno de sus enfermeros para monitorizar sus avances y detectar más patrones. Mientras ella hablaba, Zack solo pensaba en que ya tenía a alguien a quien cuidar, pero de todas aceptó el encargo, no quería fallarle a Chiemi.

Lina vio a un enfermero acercarse a ellos para indicarles cuál sería su habitación, ella reconocía a Zack de la última vez que habían estado en la enfermería y aunque no entendía por qué un dolor de cabeza requería que se quedaran a pasar la noche, se sentía mejor al saber que sería él quien estaría con ellos, no por su experiencia, porque ella sabía que Cole y él eran aún practicantes, sino porque ella sabía que podría encontrar la manera de sacarle información sobre lo que estaba pasando. Él los guio a la habitación, que había sido dividida con algunos cubículos, ellos lo siguieron y él corrió las cortinas, después le indicó a Lina que podía sentarse junto a la cama y ayudó a Kile a recostarse en la camilla. Aunque Kile y Lina apenas conocían a aquel chico, pudieron notar que estaba más serio de lo normal.

-¿Estás bien? -le preguntó Lina, él se había sentado en una silla al pie de la camilla, se veía como si quisiera salir corriendo de ahí.

-No sé... -le dijo él, mientras se sacudía el pelo como intentando despertarse.

-¿Y tu compañero? -esta vez fue Kile quien tomó la iniciativa y preguntó eso que ambos estaban pensando hace rato. Aquello tomó desprevenido a Zack, que había estado intentando mantenerse serio y sereno. Ellos sabían que con esa pregunta habían dado en el clavo.

-Cole enfermó hace tres días -les contó, se sentía como si soltara un gran peso-. En este momento está muy grave, estuve cuidando de él hasta hoy, pero me ordenaron volver al servicio. Al ser enfermero no puede estar acá en la enfermería como los demás pacientes y está en un cuidado «especial». El problema es que no hay suficientes enfermeros ahora como para cuidar de los que están enfermos también y estando allá, casi siempre toca cuidarse uno mismo.

La tristeza se podía escuchar en su voz. Lina y Kile no lo conocían tanto y aun así sabían que Zack y Cole eran un apoyo el uno para el otro, se imaginaban que para Zack, pensar en que lo había dejado solo estaba matándolo de la culpa.

-Yo puedo quedarme acá, puedes ir a ver cómo está Cole -le propuso Lina y Kile asintió, Lina continuó hablando-. No creo que un dolor de cabeza sea para tanto, sé que Kile estará bien en unas horas y podremos irnos, tienes que ir a cuidar a Cole.

-Es que no lo entienden -Zack hablaba con un hilito de voz-. No hay una cura aún, y no creo que Cole resista mucho.

Lina y Kile eran personas de ciencia, entendían bien que los procesos de investigación tomaban tiempo. No obstante, no se imaginaban que un nuevo virus hubiese surgido de la nada. Normalmente, los virus mutan, por lo que son variaciones de otros que en su mayoría pueden ser controlados. Ellos sabían que Zack estaba muy triste al pensar que podría perder a su compañero, de todas maneras, comenzaban a preocuparse de que posiblemente tenían a Kile en observación, por si el virus lo atacaba también, él lo pensó inmediatamente y no pudo quedarse con la duda.

-¿Es eso lo que tengo? -preguntó Kile muy serio, estaba preocupado.

-Así empieza. Esta semana han llegado de todos los casos, unos con dolores de cabeza o malestar en el cuerpo, náuseas, diarrea. Los primeros días parece un resfriado común, hasta que les da fiebre. Se debilitan demasiado, hay pacientes que ya no pueden comer por las náuseas, ni mucho menos retener comida en sus estómagos, y poco a poco han muerto por la descompensación.

Cuando terminó de hablar, se cubrió la cara con las manos y empezó a llorar. Zack no podía creer que Cole fuese a morir y que no podía hacer nada para salvarlo. Lina y Kile se encontraban perplejos, les parecía imposible aceptar lo que Zack les acababa de decir, no pensaban que un dolor de cabeza podría llegar tan lejos y se negaban a pensar en que eso era lo que tenía Kile, más ahora que se encontraban esperando a un bebé.

-¿Cuántos han muerto?

Sin duda, Lina y Kile querían ir directo al grano. Les dolía mucho ver a Zack llorar, sin embargo, querían descartar cada posibilidad

-Al principio, se creía que había sido un virus -les explicó Zack mientras se secaba la cara-. Por ahora, no todos los ciudadanos lo han padecido. Ni tampoco las enfermeras que se encontraban a sus cuidados, muchos menos Chiemi. -Lina y Kile se miraron confundidos, Zack continuó- Eso despertó el interés de los Sabios y en este momento se encuentran en investigación, pero cada día llegan más y más personas, ya casi no entran en la enfermería. Y por el momento se estima que han muerto al menos 14 personas.

-¿En cuánto tiempo? ¿Por qué no habíamos oído hablar de esto? ¿Lo están ocultando? -Kile se desesperaba cada vez más y Zack ya empezaba a preocuparse por hablar demás.

-Los afectados están llegando desde hace aproximadamente una semana, pero no habíamos tenido ninguna baja hasta hace dos días. Cada día son más y nadie ha podido definir un patrón de contagio porque al parecer no se propaga por contacto.

Era obvio que se sentía muy culpable al no estar igual de enfermo que Cole y Lina lo entendía totalmente en ese momento. Ya había comenzado a respirar más fuerte y poco a poco fueron derramándose unas cuantas lágrimas por sus mejillas.

Búscame en el agua.Where stories live. Discover now