Capítulo 45

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Después de esa conversación con Zack, Darya pensaba en que las cosas estaban comenzando a salir mejor. Sentía esperanza y estaba confiada en que pronto todo terminaría, y no solo para ella. En ese momento, Darya era consciente de que ella no era la que peor lo había pasado con la maldición.

Se imaginó todos esos años en que Zack había estado solo. Mientras observaba a Chiemi, alguien en quien había confiado, destruir la vida de todos en el pueblo que tanto había protegido antes. Sabía que habían pasado muchos años antes de que Zack conociera a Maia, tiempo en el que seguramente extrañó mucho a su hermano, sin saber si algún día podría verlo.

Y después estaba Maia, que cegada por su investigación decidió cruzar la frontera entre ambos mundos, aun si eso la separaba de su esposo y sus dos hijas pequeñas. Darya no la culpaba por haber tomado esa decisión, pero igual no la entendía del todo y aunque estaba feliz por tenerla de vuelta, no dejaba de pensar en cómo podría haber sido su vida si nunca los hubiese dejado...

Lo bueno de todo aquello es que ya se sentía como el final.

Estaba emocionada de pensar cómo sería la vida si pudieran descubrir una forma de romper la maldición, así que comió lo más rápido que pudo, y se dirigió a la habitación para descansar. Sabía que le esperaba una noche movida.

Cuando volvió a la habitación de Zack, fijó su atención en uno de los dibujos y sonrió al imaginarse a Zack mientras lo creaba, ahora notaba que era claramente el dibujo de su hermana. Pasó su mano sobre su pequeña cabeza en el dibujo, acariciando de alguna forma sus rizos.

—Pronto estaremos juntas, estoy segura —dijo, más para sí misma que hacia la imagen de su hermana.

Luego se dirigió a la cama, y se dedicó en mantener su mente vacía de cualquier pensamiento. Solía sobre pensar las cosas, y aquel no era un momento para imaginar qué podría salir mal. Necesitaba descansar y retomar energías.

Sintió que pudo quedarse dormida rápidamente, probablemente debido a todo lo que había sucedido durante el día. Aunque los recuerdos de aquel día amenazaban con aparecer antes de dormir, su cansancio pudo más.

O eso creyó. Desde hace mucho tiempo, no recordaba haber tenido sueños, y en ese momento, sintió como si sus intenciones de mantener vacía su mente hubiesen hecho lo mismo con sus sueños.

Se encontraba sentada en el piso de un lugar que no reconoció, parecía una habitación negra sin fin, como el vacío mismo. Se sintió abrumada, así que se levantó y comenzó a caminar, sin saber a dónde se dirigía. Pasó un rato hasta que por fin pudo ver algo, era una pequeña mancha verde más allá y decidió seguirla. A medida que iba acercándose, pudo notar que se trataba de Eamon.

Aún se encontraba un poco lejos de ella, pero era imposible no reconocerlo. Él estaba sentado en el piso, apuntando algo en un cuaderno, y se encontraba de espaldas, así que no reaccionó a su presencia.

Algo en su estómago se encogió al recordar a Eamon dirigiéndose a alguien más como solía hablarle a ella, Darya quería verlo, deseaba escuchar que todo aquello era un malentendido, y empezó a correr hacia él. Y sentía como si la distancia entre ellos no se acortara, por más que acelerara sus pasos.

Aún se encontraban lejos uno de otro, pero ella no paró de correr, necesitaba alcanzarlo y él parecía no notar que ella estaba ahí. Luego, lo vio levantar la mirada, y dirigirla hacia adelante. Darya no podía ver qué era lo que estaba robando su atención, y continuó usando todas sus fuerzas para acercarse a él. Temía que él se levantara y se fuera, lo necesitaba cerca.

Pronto pudo notar otra mancha, similar a la que la había alertado de la presencia de Eamon anteriormente, pero esta vez se trataba de una mancha amarilla. No tardó mucho en que esa mancha lejana se convirtiera en Chiemi, ella se acercó a él y le tendió la mano, él la tomó y se levantó del piso, dejando sus notas atrás.

Búscame en el agua.Where stories live. Discover now