Capítulo 11

121 81 4
                                    


Aunque Azami y Darya eran hermanas mellizas y su padre se negaba a revelar quién era la mayor para evitar rivalidades, en la mayoría de las ocasiones, Azami se sentía como la hermana mayor. Resultaba curioso pensar cómo la naturaleza podía hacer que dos hermanas mellizas fueran tan diferentes, una Rose y la otra Blue. En tiempos pasados, sus dones podrían haberse complementado a la perfección, era como si la naturaleza así lo hubiese planeado, sin tomar en cuenta la maldición que tanto los limitaba. Vivían en una realidad donde debían huir de sus dones tanto como pudieran.

Su hermana Darya poseía el don de controlar el agua, algo que parecía sumamente mágico a los ojos de Azami. Aun con ese magnífico don de nacimiento, nunca lo había utilizado y podía, aunque no fácilmente, morir sin haberlo experimentado. Sus antepasados poseían habilidades para crear lagos, arroyos, invocar la lluvia y manipular el agua a su antojo. Todo eso despertaba un sentido de fascinación en Azami, imaginándose cómo sería el mundo si los Blues pudieran volver a realizar esas proezas...

Al contemplar el pueblo y sus alrededores podían notar cómo había cambiado todo desde que fue dictada la maldición. En el pueblo se veían varios canales al lado de cada calle por los que en algún momento habían corrido pequeñas corrientes de agua, llenando el pueblo de vida. Hace ya muchos años que se encontraban secas y solo se llenaban en esas pocas ocasiones donde llovía por horas. Las lluvias no eran muy constantes en el pueblo, eso era algo que los Blue agradecían, y esa era una de las razones por las cuales preferían no aventurarse demasiado lejos de su hogar.

En el caso de los Greens y los Roses, quienes tenían una conexión especial con las plantas. En tiempos pasados, disfrutaban del poder de generar cosechas, incluso en los terrenos menos fértiles. Mientras que los Rose mostraban una pasión particular por las plantas en general, los Greens se enfocaban más en el cultivo de alimentos. A pesar de sus diferencias, ambos compartían el mismo don, el cual había transformado significativamente la apariencia del pueblo en su momento.

Aunque Azami y Darya no lo habían experimentado personalmente, muchos ciudadanos en el pasado habían presenciado cómo numerosas plantas se marchitaban en todo el pueblo, quitándole ese característico aroma a flores que diferenciaba los hogares de los Roses en el pasado. Y lo que más dolor les causó en ese momento a la población fue ver como se pudrían los cultivos de los Greens, que decidieron simplemente abandonarlos por miedo a morir mientras los recogían.

La historia de su especie era realmente dolorosa, aunque durante sus tiempos libres a Azami le gustaba leer mucho sobre el pasado, era un pasatiempo que compartía con su padre y en este momento lo usaba como su refugio mientras él no estaba.

Darya había preparado la cena esa noche, para ella era una actividad relajante, Azami no entendía por qué, pero luego de haberla escuchado gritar y maldecir en el baño durante casi una hora intentando quitarse el lodo de la piel. La verdad era que no la criticaba si necesitaba distraer la mente luego de tanto estrés, además Azami agradecía no tener que cocinar.

Más temprano, ese mismo día, Azami había entregado un pedido de moluscos a la enfermería y le habían dado un buen pago, así que luego de salir victoriosa de la enfermería, decidió darse un gusto y pasó por la biblioteca. Darya había despertado en ella la curiosidad por descubrir un poco sobre de dónde venía con las preguntas que le había hecho ese día. Esto avivó en ella un deseo de descubrir más acerca de la historia de la maldición y de dónde provenían sus dones, así que se concentró en buscar algún libro que pudiese brindarle las respuestas que necesitaba.

Por alguna razón Azami no podía dejar de pensar en aquello, Darya le había despertado una incógnita enorme y no podía sacarse la idea de la cabeza de que quizás había alguien más. Así que se había decidido en empezar a investigar más sobre la maldición y sus efectos, de alguna manera sentía que estaban relacionados con la idea de Darya.

Estuvo un rato buscando un libro que no hubiese visto antes en el despacho de su padre, después de tanto buscar, se decidió por un libro llamado Los dones en el tiempo donde la autora narraba desde su punto de vista la evolución de los humanos y sus decisiones después de que la maldición fuera dictada. Hablaba sobre muchos casos de personas que habían muerto intentando ir en contra de la condena, y también las estrategias que usaban otros para evitar pasar por lo mismo.

En general, se consideraba una persona curiosa, pero nunca había pensado que posiblemente faltaba alguien en su familia, la idea de saber que podrían estar olvidando a alguien la tomó por sorpresa, pero también la asustó demasiado, así que en su momento quiso evitar el tema y temía que Darya pensara que la tomaba por loca, estaba decidida a investigar para poder retomar la conversación con su hermana cuando volviera de casa de Eamon.

Azami había adoptado la costumbre de buscar una bebida caliente antes de comenzar a leer. Por lo general, solía leer en las noches, pero después del día que había tenido, necesitaba encontrar consuelo en las páginas de un buen libro. Había preparado una taza de manzanilla, una infusión que le ayudaba a relajarse y conciliar el sueño, aunque en ese momento no deseaba dormir. El delicioso sabor de la manzanilla le resultaba reconfortante, y sabía que el libro que había elegido la mantendría despierta hasta que Darya regresara.

Se sentó en su cama, con el libro en su regazo, mientras daba sorbos a su té. Al poco tiempo ya se lo había terminado, y puso la taza en la mesita de noche para luego concentrarse en la lectura. Le resultaba muy triste, aunque también muy interesante la manera en que los Grays habían desaparecido en su totalidad después de la maldición y como la naturaleza eventualmente dejó de asignar ese don en las siguientes generaciones. Al reflexionar sobre la desaparición de los Grays, Azami se cuestionaba si ellos eran los únicos que habían desaparecido. Siempre había vivido con la duda de saber si en algún momento habían existido más dones. ¿Cómo podían estar seguros de que eran los únicos?

Sin poder abandonar ese pensamiento, dejó el libro de lado y empezó a imaginar otros dones. Pensando en si alguna vez habían existido, cómo serían sus vidas, por qué ya no existían. Imaginó personas con colores de cabello que nunca había visto, negro, marrón, naranja. Todo parecía sacado de una historia de las que se inventaba su padre para hacerlas dormir, y se preguntó si podría escribir algo sobre eso. 

Un fuerte impulso la llevaba a plasmar sus pensamientos en papel, sintiendo la necesidad de no dejar que aquellos pensamientos la abandonaran. Cada vez que consideraba la posibilidad de la existencia de dones diferentes, experimentaba una extraña sensación de que alguien le hablaba, como si una parte de su ser estuviera despertando de un largo sueño. No quería permitirse olvidar esas sensaciones, pues si las pensaba y sentía con tanta intensidad, ¿no era posible que ya hubieran existido en algún momento? Era un pensamiento que la intrigaba y despertaba su curiosidad en busca de respuestas.

Había algo en el ambiente que estaba arrullándola, su mente luchaba por seguir despierta y seguir imaginando todo aquello, algo muy dentro de ella reconocía aquella como una sensación familiar, como si fuera algo que ya conociera. Podía sentir como iba entrando cada vez más a ese mundo, que estaba segura de que no solo existía en su cabeza. Así, poco a poco se fue quedando dormida, imaginando cómo sería la vida en otras circunstancias, con personas que sabía que no conocía... Y sin notar el ligero sonido de fondo de las gotas de lluvia chocando contra el techo.

Búscame en el agua.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora