Capítulo 30

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Flashback.

Lina, Kile ya no está.

El corazón de Lina se había roto al escuchar aquellas palabras, y aunque habían pasado ya casi nueve meses desde aquel día, en que supo que el amor de su vida la había abandonado, no había un día en que no pasara por su mente aquel recuerdo.

Lina había decidido acoger a Zack en su hogar, a pesar de todo lo que había pasado. Ella había aprendido a perdonarlo, sabía muy bien que ambos habían estado luchando por mantener a alguien cercano a salvo, y Lina comprendía que Cole había sido la única familia de Zack. Ambos habían aprendido a hacerse compañía entre ellos, y a sobrellevar su perdida.

En ese momento, ella estaba muy preocupada porque hace menos de un año se había dictado la maldición, y el pueblo se encontraba hecho un caos. Los familiares de los Green habían decidido seguir con sus cultivos, aunque siempre pedían algunos consejos a los Green, quienes, aunque se mostraban temerosos, accedían a ayudarlos a distancia. Gracias a eso, el pueblo no había muerto de hambre.

Sin embargo, aquello no había sido tan fácil para los Yellow. Estos habían tenido que abandonar la enfermería, y era muy complicado enseñarle a alguien más sus técnicas sin poder acercarse a los implementos. Así fue que, voluntarios de algunos otros dones, habían tomado riendas de la enfermería, pero Lina no se sentía muy cómoda sabiendo que su parto podría ser el experimento de alguien.

Experimentos.

Aquella palabra la transportaba de nuevo al recuerdo de la discusión que había tenido con su esposo, sobre su embarazo. Recordar sus peleas le partía el corazón, a pesar de que él siempre repetía que quería formar una familia de Grays, ella sabía muy bien que él hubiese amado a su hijo, a pesar de que tuviese un don distinto.

Su vientre de embarazada le dificultaba un poco la movilidad, y en aquel momento hacía un esfuerzo por dirigirse a la cocina, aunque fuese lentamente. Casi era la hora del almuerzo, así que debía apresurarse para tener todo listo, antes de que Zack llegara.

Lina era una de las pocas Grays que quedaban. Cuando la maldición se dictó, ella clausuró totalmente el estudio de Kile, dejando de lado todas sus investigaciones. La mayoría de los Grays habían caído en tentación, al no querer dejar perder su trabajo de tantos años, y aquello había acabado con la gran mayoría de los que compartían su don. Sin embargo, Lina sabía que todas esas investigaciones y libros que se escondían en el estudio le recordarían a él, así que le pidió a Zack encargarse de eso.

Mientras preparaba la comida, podía sentir el bebé revolverse en su vientre. No sabía cuál era su género, pero le gustaba imaginarlo con los ojos de Kile. Amaba saber que, de alguna manera, había una parte de él aún viviendo en su interior. Ella estaba dispuesta a cuidar a ese bebé, y sobre todo, amarlo por los dos.

Lina logró tener todo listo a tiempo, y cuando Zack llegó, sintió cómo el olor del almuerzo estaba impregnado en la casa, y se apresuró a ir a la cocina.

—¿Estás lista? —le preguntó Zack.

Estaba nerviosa, pero estaba decidida a hacerlo.

—Claro, vámonos —le respondió.

Desde que se había dictado la maldición, Lina se había encerrado en casa. Con tantas muertes todos los días, visitar el pueblo era recordar a todas esas personas que se habían marchado, y ver su recuerdo en los seres queridos que les quedaban.

Lina y Zack eran voluntarios en un refugio de abandonados, había sido idea de Lina, pero era algo que Zack apreciaba mucho, sabiendo que él mismo también había sido uno de ellos. Cada medio día, Lina preparaba una gran olla de comida para los refugiados, y Zack iba a repartirla entre ellos. Aquel día, ella había decidido acompañarlo, estaba lista para salir a la calle después de tantos meses.

Búscame en el agua.Where stories live. Discover now