Capítulo 126. Haré que valga la pena

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Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 126.
Haré que valga la pena

Al mismo tiempo que la reunión de los Apóstoles terminaba en Chicago, los ojos de Verónica se abrían en su habitación de hospital de Los Ángeles, enfocándose ahora sí en el techo sobre su camilla. Tras recuperarse un poco de la desorientación que el cambio de escenario le causaba, comenzó a darle forma a sus pensamientos lo mejor posible.

Habían ocurrido más cosas en esa reunión de las que se esperaba, y ciertamente Daniel Neff había sido la sorpresa de la tarde. No había previsto que tuviera bajo la manga todo un plan tan detallado para salvar a Damien, y al parecer nadie en la reunión tampoco. Sus intenciones igualmente resultaban evidentes para ella, pero más que preocuparse o molestarse como Adrián, Lyons o Ann, Verónica debía aceptar que se sentía un poco impresionada.

«Ahora veo porque Argyron siempre habló tan bien de ti» pensó, intentando a su vez imaginar de qué forma el mayor podría llegar a serle útil en un futuro. Algo surgiría, eso lo tenía seguro.

Sin embargo, de momento había que concentrarse en algo más. Si todo salía tal y cómo Neff había expuesto, la Hermandad estaba a punto de lanzar su ataque al Nido en máximo un par de días. Era algo que había previsto que pasaría, pero no pensó que fuera a ser tan pronto, o que estuvieran tan preparados como para que dicho ataque barriera con toda la base entera. Eso la obligaría a moverse más rápido de lo que se esperaba. Aunque claro, tenía la pequeña desventaja de que la condición actual de su cuerpo le impedía en realidad hacer muchas cosas fuera de esa camilla.

«Creo que tendré que despertar más pronto de lo esperado a mi nueva amiga» se dijo a sí misma. Pero antes de hacer cualquier cosa, tendría que hacer una pequeña excursión de reconocimiento para ver cuál era la situación real, y en especial qué opciones tenía disponibles.

Pasó entonces a moverse lentamente por la camilla hasta sentarse en la orilla. El dolor de sus heridas punzaba un poco con cada movimiento, pero sabía bien cómo lidiar con él. Se puso de pie con cuidado, y se dirigió cojeando hacia su silla de ruedas. Lo más complicado fue acomodar el suero al que aún la tenían conectada en el gancho de la silla, pero nada del otro mundo.

Quizás estaba un poco limitada de momento, pero nunca lo estaría del todo.

— — — —

A media tarde, los detectives Samantha Hills y Arnold Stuart arribaron al Hospital Saint John's para darle seguimiento a uno de sus casos; uno en particular que al Det. Stuart lo tenía intrigado desde hacía dos noches, cuando había encontrado a aquella mujer inconsciente a la orilla del río, gravemente herida pero al menos respirando aún; apenas. Estaban a la espera de que despertara y pudiera darles más detalle de su atacante, o atacantes, y de cómo había terminado en esas condiciones. Sin embargo, para ese momento la mujer seguía sin despertar.

El doctor encargado de la misteriosa paciente, un hombre bajo de tez morena y gruesos anteojos cuadrados, los recibió con gusto en cuanto llegaron, y los encaminó hacia el área de cuidados intensivos, en donde en esos momentos la mujer seguía reposando.

—Como les dije por teléfono, detectives, su desconocida no ha presentado ningún cambio en su estado —les informaba el médico con tono afable, aunque algo cansado, mientras ingresaba por las puertas del área de cuidados intensivos. Los dos oficiales de policía lo seguían de cerca—. Le extrajimos las balas, que ya deben estar camino a su laboratorio, y sus heridas fueron tratadas lo mejor que pudimos. De momento se encuentra fuera de peligro, pero la verdad es todo lo que podemos hacer por ella de momento.

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