Capítulo 22. Un Milagro

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Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 22.
Un Milagro

Cuando Lily Sullivan recibió aquel intenso golpe en la cabeza, sintió como si todo se le sacudiera por dentro, y aquella habitación de hospital comenzara a dar vueltas a su alrededor. Sólo sintió dolor por unos segundos, pero luego éste se fue disipando rápidamente, o posiblemente su cuerpo sencillamente se volvió incapaz de sentir cualquier cosa. El escenario a su alrededor se tornó borroso, sus ojos se fueron cerrando pesadamente sin que ella pudiera prevenirlo, y después todo se disolvió y despareció.

No sabría hasta tiempo después el total de horas que había estado inconsciente, pero presintió desde el inicio que no habían sido pocas. En todo ese tiempo no soñó nada, o al menos nada digno de ser perpetuado en su memoria tras despertar. Dicho momento ocurrió primero con un penetrante olor a alcohol que le entro en el cuerpo por su nariz, haciendo que ésta se irritara y posteriormente lo hiciera también toda su garganta. Los ojos azules de la niña se abrieron de golpe, y a eso le siguió una tos moderada como acto reflejo. Su primer instinto fue jalar su mano hacia su boca y nariz, pero se encontró con la sorpresa de que no podía mover ninguna de las dos, y que al intentarlo sus muñecas le dolían.

Tardó uno o dos segundos antes de que su mente lograra aclararse lo suficiente como para poder tener consciencia de su condición. Al girar su cabeza, que poco a poco comenzaba a dolerle pero de momento era tolerable, hacia su mano derecha se sorprendió al ver que ésta estaba esposada a la anticuada cabecera de tubos de la cama en la que aparentemente estaba recostada antes de despertar. Giró entonces su mirada hacia su otra mano; ésta también estaba esposada de la misma forma. Jaloneó con un poco con violencia, pero sólo terminó lastimándose más las muñecas.

El dolor de su cabeza, sobre todo de un costado de su cara, se hizo mucho más intenso.

—Ya despertaste, princesita —escuchó que canturreaba una vocecilla a un costado de la cama, haciendo que se girara de lleno en esa dirección.

La persona que le había hablado, la misma que la había sacado del hospital y muy seguramente la había colocado en ese sitio, colocó sobre el buró a un lado un algodón húmedo, bañado en algún alcohol medicinal tan intenso que aún desde su posición lograba olerlo; de seguro con eso la había despertado. No pasó desapercibida para ella lo otro que había en el buró, a lado de dicho algodón usado: una pistola de color negro que le pareció bastante conocida.

Aquella chica que se había presentado como Esther ante ella, se giró entonces también en su dirección, sonriéndole ampliamente, y aunque en un inicio Lily estaba totalmente a la defensiva, su estado cambió al verla, tanto así que tuvo un fuerte respingo que le fue imposible disimular. Era la misma niña, de eso no tenía duda: sus facciones, sus ojos, su complexión, incluso su voz, todo concordaba... pero algo había cambiado. Su rostro tenía varias marcas de arrugas en él, debajo de sus ojos tenía un par de ojeras marcadas, y rastros de maquillaje aún sin retirar del todo. Y al sonreírle... al sonreírle le mostró una serie de dientes amarillentos y viejos... Tenía su cabello negro recogido en una cola de caballo, y usaba en esos momentos sólo una camiseta blanca de tirantes, algo holgada que dejaba al descubierto la piel blanca de sus brazos, su cuello delgado (con unas extrañas y nada agraciadas cicatrices en él), y parte de su pecho plano.

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