Capítulo 145. Lo que se esconde en su interior

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Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 145.
Lo que se esconde en su interior

Temprano esa mañana, Charlene McGee recibió una visita inesperada en su celda de cristal, del nivel de contención de máxima seguridad. Salvo por el silencioso y malhumorado soldado que solía pasarle su comida por una rendija, en todo el tiempo que llevaba ahí nadie más había ido a verla ni le había dirigido la palabra. Aunque claro, sabía muy bien que nunca estaba sola; era casi seguro que las veinticuatro horas había algún pervertido observándola a través de las cámaras de seguridad que rodeaban el cuarto. Como fuera, lo cierto es que la presencia repentina de Lucas Sinclair en el mismo cuarto que ella, resultó ser al menos un cambio en su rutina.

El director del DIC avanzó hasta colocarse delante de una de las paredes transparentes de la celda, detrás de la línea de seguridad en el suelo, como lo había hecho el primer día que ella despertó en ese cubo de plástico. Su postura era firme, con sus manos en los bolsillos de sus pantalones, y mirada severa. Charlie lo contempló con expresión aburrida, recostada en la cama con sus manos entrecruzadas detrás de su cabeza.

—Qué sorpresa —exclamó con fingido entusiasmo, su voz resonando en los altavoces—. ¿Vienes acaso a comunicarme al fin mi fecha de ejecución?

—No, ese asunto no es algo que se haya resuelto aún —le respondió Lucas con tono indescifrable.

—¿Entonces a qué debo el honor de que el director en persona venga a verme? ¿Acaso vienes a castigarme? Porque me parece que me he portado muy bien hasta ahora.

—Demasiado bien, diría yo. Me reportan que te has portado bastante cooperativa; no has hecho ningún revuelo, soltado ni una queja, ni dado alguna señal de intentar escapar de tu celda.

—¿Ahora me van a regañar por ser buena niña? —musitó Charlie con mofa, al tiempo que se sentaba en su camilla—. Al final a ustedes no se les da gusto con nada, ¿cierto?

—Sólo no puedo evitar preguntarme el origen de este buen comportamiento —indicó Lucas, cruzándose de brazos—. ¿Un intento de hacer que bajemos la guardia para golpearnos cuando no nos demos cuenta?

—O quizás sólo me rendí, ¿lo has pensado? —señaló Charlie, encogiéndose de hombros—. Aun suponiendo que encuentre la forma de salir de esta pequeña jaula que diseñaste para mí, aún tendría que abrirme paso por encima de todos tus soldados, y lo que sea que me tengas preparado detrás de esa puerta. Y no tengo ni idea de si acaso estoy bajo tierra, en el interior de una montaña, o en la luna, como para intentar abrirme camino simplemente quemando las paredes. No, es demasiado esfuerzo para nada. Aquí estoy cómoda.

Hecha esa última declaración con voz perezosa, se recostó de nuevo en la cama, adoptando una postura de sobreactuado confort. Lucas entrecerró sus ojos, observándola con desconfianza.

—No esperas que en serio me crea eso, ¿o sí? —soltó Lucas con tono de acusación.

—Yo lo único que espero en estos momentos es mi desayuno —respondió Charlie, desafiante al final de todo—. Pero eso sí, te aseguro desde ahora que no pienso ayudarlos en lo más mínimo a reproducir el Lote Seis, a realizar cualquier experimento o prueba conmigo, y mucho menos les diré cualquier cosa con respecto a mis contactos afuera. Tienen sólo dos opciones conmigo: dejarme aquí a que me pudra en paz, o matarme de una vez por todas. Cualquiera que elijan está bien para mí.

Bueno, al menos la parte de que se rehusaría a colaborar con ellos de cualquier forma le resultaba más que creíble a Lucas, pero tenía sus reservas con que en verdad ya no estaba dispuesta a seguir peleando. Treinta años de huir y luchar, ¿y ahora simplemente pensaba quedarse ahí sin hacer nada? ¿Acaso la amenaza de lo que esa celda podía hacer la había en verdad persuadido? O, más probablemente, ¿se trataba de algo más...?

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