Capítulo 138. Duelo a Muerte

115 14 4
                                    

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 138.
Duelo a Muerte

Esther se lanzó rápidamente hacia un lado, esquivando la inminente tacleada del cuerpo de Eli, que rebotó con fuerza contra la puerta del cuarto. Saltó justo después al frente, en dirección a dónde había caído su pistola. Tomó el arma firmemente con una mano, y se giró rápidamente hacia Eli, pero ésta ya estaba en esos momentos a unos cuántos pasos de ella. Con un fuerte manotazo, la chica vampiro le arrancó el arma de sus dedos, y ésta voló por el aire en dirección a las camas. Casi al instante siguiente, le propinó un revés con su otra mano directo a la cara, y el cuerpo entero de Esther giró sobre sí misma y se precipitó al suelo de narices.

Se apresuró rápidamente a girarse de espaldas, pero en cuanto intentó levantarse Eli se colocó sobre ella, tomándola con fuerza del cuello con sus manos, y comenzó a apretarlo entre sus dedos, estrangulándola como hace un rato. En esa ocasión, sin embargo, Esther no tenía a la mano su cuchillo para defenderse, así que su reacción inmediata fue intentar apartar aquellas poderosas pinzas que tenían capturado su cuello, golpearlas, incluso arañarlas. Pero aun teniendo a su favor la fuerza adicional que en teoría debería proporcionarle el dolor y la muerte del tal Owen, no era capaz de quitársela de encima. Y Eli, por su parte, ni siquiera pestañeaba o mostraba alguna señal de reacción. Estaba inmóvil, contemplándola fijamente con esos ojos fríos y profundos.

Esos ojos...

Esther extendió de pronto su mano derecha hacia el rostro de Eli, tomándola con fuerza de un costado, y sin menor miramiento presionó su pulgar entero contra su ojo izquierdo, hasta casi introducirlo por completo en su cuenca.

Eli soltó un potente rugido de dolor e ira al aire, y rápidamente se hizo hacia atrás, llevando ambas manos a su ojo lastimado. Esther alzó en cuanto pudo una pierna, y le estampó una patada directa en su abdomen, derribándola al suelo. Se puso de pie de un salto, y estando Eli aún en el suelo presionando su ojo, la volvió a patear con fuerza: en el abdomen, en la cara, en el pecho... Eli gruñía con cada golpe y se retorcía. Sin embargo, en un momento logró reponerse lo suficiente para detener una de las patadas de Esther con sus propias manos, tomándola con firmeza de su tobillo para luego jalar su cuerpo entero hacia un lado con suma facilidad, y prácticamente estrellarla contra la alfombra.

Esther terminó aturdida tras ese golpe, pero en cuanto vio que Eli a su lado intentaba levantarse, ella se apresuró a hacerlo primero y lanzársele encima para taclearla. Y aunque no pudo derribarla del todo, la tuvo lo suficientemente cerca para alzar su puño derecho y propinarle un golpe directo en el centro de su cara. Y aunque el golpe claramente la lastimó, no fue lo suficientemente para que la niña vampiro sucumbiera.

Ambas comenzaron a forcejar, intentando de alguna forma tirar a la otra al suelo, golpearla, o en el caso de Eli arañar a su contrincante con sus afiladas garras que lograron hacerle unas largas y profundas rasgaduras en el brazo derecho de Esther. Ésta se mantuvo serena, no dejando que el dolor de aquella herida la hiciera titubear, y en su lugar volvió propinarle otro puñetazo, en esa ocasión en su mejilla derecha, dejándole una amplia marca rojiza con la forma de su puño.

Mientras se zarandeaban y golpeaban la una a la otra, se fueron moviendo por prácticamente toda la habitación. En un punto, pasaron lo suficientemente cerca de la ventana del cuarto, y Esther aprovechó esto e hizo que ambas se giraran hacia ella. Y, aprovechando el mismo impulso que Eli llevaba al atacar, que la cara de ésta se estrellara directo contra el cristal de la ventana, rompiéndolo en el acto.

Pedazos de vidrio cayeron hacia el exterior, y unos cuantos en el interior. Eli quedó mareada y confunda por ese golpe. Un largo tajo se había formado en su frente, y una pequeña cascada roja le brotaba de ésta y le baja por el rostro. Antes de que se recuperara del todo, Esther se le lanzó por detrás, la tomó del cabello con fuerza, y empujó la cara de Eli contra la ventana; o, más específico, contra los filosos y peligrosos pedazos de vidrio que había quedado en el marco de ésta. Eli logro reaccionar, oponiendo resistencia y empujándose con sus manos quedando su rostro a escasos milímetros de la peligrosa punta de uno de esos vidrios. Esther no se rindió y siguió empujándola con todas sus fuerzas, y por su posición tenía cierta ventaja; la suficiente para que la orilla de uno de esos vidrios acariciara al mejilla de Eli, abriéndole otro corte más pequeño, pero que igual comenzó a sangrarle notoriamente.

Resplandor entre TinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora