Capítulo XVI

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La castaña entró torpemente a su habitación, cerrando la puerta detrás suya, dejando su espalda pegada a esta, su pecho subía y bajaba con intensidad, su rostro se encontraba tan rojo como el interior de una sandia.

―¿Cómo te fue?

La suave voz de su amiga llamó su atención. Una mujer de 24 años, portando una armadura ligera de tonalidades rojizas y con largo cabello rojo la miraba sentada desde el tatami, con curiosidad.

―¡Mierda Lyan! ¿Qué haces aquí? ―La castaña se acercó a ella, envolvió en un abrazo a su amiga.

―No sabes lo mucho que te extrañamos. ―Dijo la pelirroja, tomando el rostro de Kae entre sus manos.― Lamento haberte dejado ahí...

―No hablemos de eso, estoy bien.

―Por un momento creí que habías muerto... Cuando vi a ese Senju levantarte entré en pánico.

―Tranquila, todo esta bien. ―Kae sonrió, intentando calmarla, el rostro de Lyan se veía afligido y arrepentido.

―Tenemos que irnos ya... ―Lyan, tomó las manos de Kae.― Él viene, ya sabe que su hija esta muerta es cuestión de tiempo...

―¿De qué hablas, Ly?

―Cuando venía para acá me encontré con un grupo del clan Senju que venía para acá... escuché algo sobre un infiltrado y un traidor, que debían llegar para encontrarlos.

La de ojos verdes se estremeció, oprimiendo levemente el agarre de su amiga. Jango de alguna manera se había enterado de la muerte de su hija, haciendo conjeturas sobre ella, la incógnita se abría paso en aquello del traidor. ¿Tobirama? Pensó Kae. Su corazón se aceleró al suponer el desenlace que todo podría tener que alguien descubriese al menor de los hermanos encubriéndola.

―No puedo irme... ―Murmuró Kae, soltando las manos de Lyan, retrocediendo.

―¿De qué hablas? ―Cuestionó la mas alta, acercándose nuevamente a ella.― ¡Es cosa de un día para que estén aquí! No pude llegar más rápido...

―P-pero pueden descubrir a Tobirama, no puedo dejarlo a su suerte así...

―¡Kae! Entendí cuando lo salvaste siendo un niño, cuando te escapas con Vay para verlos, pero por favor, ahora tu vida está en riesgo, él podrá con todo esto...

―No voy a abandonarlo así, Ly, debemos llevarlo con nosotras. ―Sentenció la castaña.

―¡¿Qué?! ―Exclamó la pelirroja, tomando su cabeza entre sus manos.― Estas loca, no podemos llevarlo con nosotras.

―¿Por qué no? Su vida esta en riesgo por salvarme, él sabe quien soy. ―Los ojos de Kae estaban repletos de preocupación.

Lo ocurrido hace unos momentos con el Senju para ella no había sido un juego, aunque sus sentimientos fueron los que hablaron por ella, su cuerpo realmente quería ese contacto, estar tan cerca de él y besarlo fue parte del impulso de la chica. Después de tantos años de verlo junto a su hermana desde lo lejos, había desarrollado una empatía que ni siquiera con Yagura o Lyan compartía, culpable de obligarlo a mentir durante tantos años a su familia sobre su existencia, cuando finalmente lo tuvo frente suyo, fue inevitable que aquellos sentimientos reprimidos saliesen para actuar por ella, y cuando menos lo esperó aceptó que aquel chido de ojos rojizos y sonrisa ausente le gustaba.

―No quiero que él muera, Ly... ―Murmuró la más baja, abrazándose a si misma, sentía sus ojos llorosos.

―Él no morirá, Kae... ―La pelirroja tomó el hombro de su amiga, buscando su triste mirada, ella no cedía.― Tu misma haz visto en quien se ha convertido, no es alguien fácil.

Cortos recuerdos de sus visitas a Tobirama y Yagura sin que ellos lo supiesen se mostraron en ese momento, su intención no era lastimar a nadie, ella sólo buscaba algo con lo que no tuvo la suerte de nacer. Kae negó lentamente con la cabeza, separándose de Lyan.

―Al menos debo decirle.

―Que sea ya, tenemos el tiempo contado.

...

Sentado exactamente en el mismo lugar donde la castaña lo había dejado al salir corriendo de la habitación, Tobirama aun mantenía su rostro rojo por lo que había sucedido, no podía creerlo, mucho menos podía entender como es que había correspondido aquello. Escondió su rostro entre sus manos, sintiendo la calidez de sus mejillas, por primera vez en tanto tiempo, se sentía vulnerable.

Miró el libro a su lado, viendo como había perdido la página por lo sucedido. Sonrió levemente, tomando este, a partir de ahora guardaría un extraño recuerdo en el. En un movimiento se levantó del tatami, acercándose hasta un estante donde se encontraban todos sus libros.

El sonido de la puerta lo sobresaltó ligeramente, su hermano Hashirama se encontraba detrás de esta, tocando con cierta desesperación.

―¡Tobirama, es importante! ―Exclamó el mayor, tocando la puerta de forma insistente.

―¿Qué ocurre? ―Preguntó Tobirama, al abrir la puerta.

Su hermano mayor se encontraba frente a él, con la respiración agitada y una mirada intranquila, en su mano portaba un pergamino el cual ya se notaba arrugado. El menor de los dos frunció el ceño, creía saber de que se trataba y eso de alguna forma lo atemorizaba.

―Jango-sama mando un mensaje... ―Dijo el castaño extendiendo el pergamino.

Tobirama tomó este rápidamente, con cada palabra que leía sentía que su corazón en cualquier momento se detendría, parecía ser que las cosas habían avanzado más rápido de lo que él esperaba.

El cuerpo de Senju Dai había sido encontrado a pocos kilómetros del lugar donde supuestamente su escuadrón había muerto, Tobirama suspiro derrotado. La encontraron.

De esto Jango tuvo conocimiento poco después, cambiando el rumbo de su escuadrón dirigiéndose de vuelta con el clan, enfatizando que en caso de resguardar a alguien bajo el nombre de Senju Dai, claramente no era más que una infiltrada, mientras tanto menciona que no pudo lograrlo sola.

Mierda. 

―Jango dió la orden de no dejar salir a nadie de aquí. ―Dijo Hashirama, cerrando la puerta detrás suya.― Debemos mantenernos al margen durante la llegada de Jango, ella no puede saber que lo sabemos.

―¿Qué harán con ella? ―Las palabras del menor sonaban frías, Hashirama notó eso.

―No lo sé, no tengo mucho que hacer al respecto, esto ya es trabajo de Jango-sama. ―Explicó el mayor.― Pero... Creo que conoces el destino de un traidor.

Así, Hashirama salió de la habitación dejando solo al menor de los hermanos, quien miró nuevamente el pergamino, arrugando este para después ser lanzada a una esquina de la habitación con rabia.

―Debo avisarle...

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(Sin votos no actualizo ya se la saben uwu)

―Nova.



El Ave Roja |Senju Tobirama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora