Capítulo XX

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Con un deje de desilusión, Tobirama observó todo el panorama frente suyo, denso, abundante y verde bosque se abría paso en su mirada tan basto y profundo, él juraba haberla visto perderse ahí. Siguiendo aquel espectro que juraba era Kae, se perdió entre la aldea hasta llegar al final de esta, perdiendo nuevamente la pista.

Lo poco que había podido observar fue su corto cabello, muy diferente a la extensa melena de la chica que vio por ultima vez, de sus ojos no había mucho que decir, juraba que eran verdes aunque sólo un ligero destello de un microsegundo era su prueba más contundente.

Cansado, tomó asiento en un tronco caído, colocando sus manos sobre su cabello plata, este suspiró, nuevamente desilusionado. Otra vez la cálida sensación de verla nuevamente inundó su pecho, la breve taquicardia y el escalofríos que le traía el tan sólo pensar en verla de nuevo lo corroía y le encantaba, pero la fría realidad es dura con él, cuando se da cuenta de que aquella pista tan sólo era su mente jugándole en contra. 3 años después del suceso de su partida, le había sido imposible no pensar en ella y en la posibilidad de verla, luego de su despedida él esperaba verla otra vez, pensando incansablemente en el momento en que sus ojos se encontrasen, ahora, por milésima ocasión, todo parecía lejano.

―Te conozco desde que era un niño... ―Murmuró para si mismo el Senju, sin moverse de su posición.

―Todavía recuerdo que llorabas.

Con rapidez el peliplata se reincorporó, sacando un kunai de su bolsillo posterior tomando posición defensiva, buscando el origen de la voz que logró erizar su piel, tenía expectativas, nuevamente se estaba ilusionando y las pequeñas taquicardias regresaban, Tobirama le rezaba a cada dios existente por que aquella presencia fuese la que esperaba. Sólo una persona en su vida lo había visto llorar fuera de sus hermanos.

Entonces, el sonido de hojas secas romperse lo guio hasta frente suya, dentro del denso bosque, una figura femenina se asomaba por este con una sonrisa pequeña. Cabellos cortos castaños y ojos verdes tan claros como los recordaba, vestida con una yukata casual en color azul celeste.

―Kae... ―Murmuró este con el pecho enloquecido.

―Hola, Tobirama.

El rostro de Senju no daba crédito a lo que veía, finalmente ella se encontraba frente suya.

. . .

Con la espalda tensa y las manos ansiosas por los nervios, el peliplata se encontraba sentado en posición de loto sobre el tatami frente a una pequeña mesa de bambú que lo separaba de la castaña, quien se encontraba sentada frente a él con una taza de té entre sus manos. Su rostro lucía relajado, manteniendo su mirada sobre el jardín principal donde una fuente koi estaba.

―Es muy tranquilo aquí. ―Habló la castaña, después del silencio.

―Las cosas realmente han cambiado.

Después de su reencuentro improvisado, Tobirama tomó la iniciativa de invitarla a su casa para hablar de tiempo transcurrido. Estaba ansioso por saber sobre su paradero los últimos 3 años, su mente se encontraba llena de preguntas desde su infancia, para él, ese era el momento correcto para responderlas.

―Lo han hecho bastante bien. ―Mencionó la ojiverde, dejando su taza sobre la mesa.

―Hashirama lo ha manejado desde que empezó. ―Respondió Tobirama, buscando la mirada de la castaña, la cual conecto con la suya al instante.

―No me mientas. ―Dijo Kae, dejando caer su peso sobre la mesa.― Sé perfectamente que estás detrás de todo.

―¿De qué hablas? ―Preguntó el más joven confundido.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora