Capítulo XI.

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La castaña suspiró de forma pesada, mirando con preocupación lo que aquel pergamino pergamino sus que decía, intentando asimilarlo, estaba en blanco.

"Regresare para verte.

―J."

Era todo lo que decía, una jota como su única firma y tan sólo esas letras con caligrafia perfecta que no hacían más que provocar una mala sensación en su pecho, peligro. Casi las 11 de la noche, aquel pergamino había llegado a sus manos cerca de las 4 de la tarde con esa simple oración que no hizo más que sacarle el aire la primera vez que lo leyó.

―¿Ahora qué? ―Se preguntó, llegando hasta la ventana de su habitación.

La noche era sombría y helada, las afueras de la mansión Senju estaban solitarias, lo único audible eran los grillos que decidían cantar en ese momento junto el movimiento de los árboles con la brisa. Dejando la ventana, la castaña se acercó hasta la puerta de la habitación, abriendo está en el proceso para después salir por ella. Caminando a paso lento y suave, buscando no hacer ruido para lograr salir. Pasando por la amplia sala de la familia, pues en esta no había más que el suelo de tatami y un kotatsu en una esquina del lugar. Con suma delicadeza, abrió la puerta que daba en dirección al jardín principal, donde a diferencia del trasero, algunas pequeñas luces iluminaba estén dando así una linda vista hasta el espejo de agua que se encontraba justo al medio.

―¿No puedes dormir?

Con un movimiento rápido la castaña se giró hasta aquella voz, tomando su pecho el cual subía y bajaba por la repentina aparición del chico de ojos rojos.

―Lamento si te asuste. ―Se disculpo el Senju, recargándose en la baranda junto a ella, eso empezaba a ser una costumbre.

―Tranquilo... No te esperaba. ―Dijo la joven, regresando nuevamente sus brazos al barandal.

―Si, bueno a esta hora siempre busco algo de beber. ―Respondió, mirando de reojo a la castaña que se mantenía nerviosa en su lugar.

La chica de ojos verdes asintió con incomodidad, sin tener la mínima idea de lo que pudiese decir, en realidad ella esperaba que se fuera, no quería convivir con nadie, eso incluía al chico a su lado que seguramente la odiaba sin saberlo.

―¿Tu? ―Cuestionó después de unos segundos al sentir el aire incómodo. Kae en serio esperaba que se fuera.

―¿Disculpa? ―Preguntó ida, sin dejar de mirar la fuente frente a ellos.

―¿Por qué estas despierta? No es tan tarde pero... creí que todos estaban dormidos.

―Oh, yo... ―La castaña miró sus manos con impaciencia.

En su mente pasaba el hecho de preguntarle acerca de ese tal J, pero si este resultaba ser alguien sumamente importante para la chica a la que sustituía, corría el riesgo de ser demasiado sospechosa para él, no quería problemas, sólo irse cuando se sintiese lo suficientemente bien.

―Pensaba en el pergamino que me llegó. ―Contesto simple, sin dar otro tipo de detalle acerca de eso.

―Es cierto, hoy en la mañana llegó, ¿Era importante?

La chica se atragantó con su propia saliva, obligándose así a tomarse el pecho.

―¿Pasó algo? ―Preguntó el Senju confundido, palmeando suavemente la espalda de la chica.

Sintiendo el contacto de su mano, un escalofríos recorrió la espina de Kae. Tobirama notó esto. La joven dwspjes de un momento asintió recuperando su postura, logrando mirarlo nuevamente, sintiendo como su garganta se tapaba al no tener nada que decir, cosa que era indispensable, debía arriesgarse, saber quien era el susodicho del pergamino y el único capaz de responderle en ese momento era él. Una oportunidad y un riesgo a la vez.

―Él va a regresar. ―sin más esas fueron sus palabras.

No había detalle, no había especificación, claro, sin saber si aquello había sido enviado por un hombre o una mujer, el comentario salió al azar de ella, rogando a los dioses que hubiese dado en el clavo, tenía que ser directa y concreta, después de todo se veía nerviosa, tenía derecho a equivocarse una vez en esa conversación.

―Me alegro bastante por ti, desde que te fuiste Jango-san también entró en una larga misión. ―dijo el chico con una pequeña sonrisa, tomado el hombro de su acompañante.

Jango. Pensó, con cierta rabia, era aquel hombre que operaba como mano derecha de Butsuma Senju, fue quien mandó a Yagura al campo de batalla. Él... ¿Es el padre de esta chica? Sonrió falsamente, intentando transmitir una nostalgia que no sentía en lo más mínimo. Ese hijo de perra debió morir a mis manos hace mucho tiempo.

―Lo extraño. ―Lo único que había llegado a su mente era seguir la corriente al chico de ojos rojos.

―Seguramente él también a ti ―Su mirada llegó hasta la de ella, penetrante y seria―, estoy seguro que se sorprenderá cuando vea lo cambiada que estas.

Eso más que un simple comentario sin propósito, parecía un flecha enterrada en su hombro, una indirecta. La castaña rió con incomodidad, negando levemente con la cabeza, evitando su mirada la cual no salía de ella.

―Él habrá cambiado más, seguramente no lo podré reconocer.― murmuró la joven kunoichi, evitando a toda costa mirar a su acompañante.

Era claro que lo reconocería en cualquier lugar.

―Bueno, yo no creo eso, Jango ya debe estar un poco mayor ¿No crees?― habló Tobirama, alejado sus brazos del barandal.

―Quizás tengas razón, algunas veces a esa edad tienden a cambiar un poco las cosas...

―Dudo que a los 50 años cambie mucho además de nuevas canas. ―Río suavemente el albino, observando la fuente.

Ahora Kae tenía más que claro que la joven a la que estaba suplantando era hija de aquel hombre, habían pasado tantos años y la rabia que la joven sentía contra él seria intacta. Debo irme antes de que regrese. Pensó la de mirada oliva.

―Bueno, ya tengo sueño... ―Dijo la chica, extendiendo sus brazos En un bostezo―. Nos vemos mañana.

Así, dando media vuelta sobre sus pies sintiendo como el aire regresaba a ella y la tensión se iba de sus hombros, empezó a caminar hasta su habitación.

―Dai ―Llamó por última vez el albino.

―¿Si? ―La chica de mirada verdosa se giró nuevamente, topándose con los ojos rojizos del chico.

―Ten mucho cuidado.

―¿Uhm? ¿Por qué? ―Preguntó confusa.

―Pueden descubrirte. ―Sonrió el Senju.

Así, con esas frías palabras y una media sonrisa sarcástica, el albino caminó al lado contrario, dejando tiesa a la chica de ojos turquesa.

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Hola👀 sólo han pasado 4 años ¿Cómo están? Jfjsjsjskkjsjsa

―Nova.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora