Capítulo IV.

3.5K 353 58
                                    

―A Itama no le hubiese gustado verte llorar, Ane...

Acaricie la espalda de mi desconsolada hermana, mientras ella lloraba a mas no poder sin contener ninguna lágrima de sufrimiento.

Había pasado un día después de lo sucedido, después de todo regresamos directamente a casa con el cuerpo de Itama en brazos de nuestro padre. Yagura no supo tomar la noticia, tan sólo se dedicó a llorar desde que lo supo y Hashirama la observaba culpable. Culpable porque él debió estar ahí. Culpable porque él era el encargado de ese escuadrón. Culpable porque dejo a Itama liderar solo. Todo porque sentía que algo me pasaba. En realidad podíamos decir que era mi culpa, Hashirama solo estaba preocupado por mi actitud desde aquel día con la chica castaña, curioso por lo que ocultaba, dejó a Itama liderar el escuadrón norte por pasar tiempo conmigo, por intentar descubrir lo que sucedía. Muy mal hecho Hashirama. Aunque en realidad no sabría a quien echar culpas, ¿A mi? ¿A Hashirama? ¿A Kae? Posiblemente, si ella no me hubiese salvado ese día, yo no estaría confundido y mintiendo, pero paso, y es algo que no puedo evitar, quizás si era mi culpa.

Sacudí mi cabeza, sacando esas ideas erróneas, no podía buscar culpables, no debía concentrarme en eso, Itama ya estaba muerto y eso era algo irremediable. Así es la guerra. Se pierde más que de lo que se obtiene.

―Deja de llorar, Yagura, comportate como una mujer por una vez.― Reprendió mi padre, frío, sin una pizca de empatía.

―P-pero Itama...― lloriqueo Yagura, sin poder hablar claramente.

―Itama ha muerto defendiendo a nuestro clan, un shinobi fuerte, demuestra tu respeto.― Habló sin mirarla, observando el ataúd de nuestro hermano.

―Y-ya no quiero esto... antes fue Kawarama, hoy fue Itama... ¡¿Quien sigue?! ¡¿Tu?!

Sorprendido abrace los hombros de Yagura intentando contener sus acciones, sus ojos llenos de lágrimas y su rostro frustrado, hablando de esa forma contra nuestro padre, no parecía ella.

―Si tengo que ser yo, moriré sin importar nada, eso hacemos los ninjas, Yagura, damos la vida por nuestro clan.

Así, nuestro padre tomo camino contrario, alejándose de nosotros, dejando a Yagura aun mas inquieta y a Hashirama mudo, ambos estaban devastados, al igual que yo.

―Tranquila... algún día esto acabará.― Hashirama tomo su cabeza, con una sonrisa completamente falsa.― Te lo prometo, Ya-chan.

Así al igual que papá, Hashirama se fue, dejando a Yagura en mis brazos aun llorando. Yo no servía de consuelo, no tenía palabras que decirle ni mucho menos. Ella buscaba apoyo, cosa que yo no podía darle.

―Ane...― Llamé levantando su barbilla, obligandola a mirarme― No escuches lo que dice papá... Él te ama y siempre que salimos a batalla procura regresar con vida, porque sabe que tu lo esperas.

Bien, fue lo mejor que se me pudo ocurrir y aunque en realidad no era mentira, en nada le ayudaría, ella lloraba por Itama, por nuestras vidas en peligro, no servía de nada...

―Gracias, Tobirama... Siempre eres tan serio, tan apegado a las ideas de nuestro padre, pero ahora estas aquí conmigo, intentando consolarme.

Yagura se abalanzó contra mía, ahora sonreía de mínima forma. Correspondiendo rodee su espalda, ¿Cómo puedo consolarla? Si a mi también me duele.

...

―Vamos, Vay, ¡No seas tan lento!― Exclamé, saltando de rama en rama con total sutileza.

Ambos nos encontrábamos corriendo a pasos silenciosos, empezaba a oscurecer y la brisa era cada vez más fuerte. Pero no importaba, llegaba tarde pero llegaba.

―Kae, Lyan nos dijo muchas veces...

―¡Pero ella no esta aquí, Vay, deja de ser un mandilon!― Regañé sin detener mi paso.

Nos faltaban unos pocos kilómetros para llegar, según todo esto apenas serian las 7 de la noche y Lyan empezaba a preocuparse a las 10, aun tenía tiempo.

―N-No es por mandilon... pero al contrario de ti, a mi si me pega.― Explicó, abrazándose a sí mismo.

―¿Y eso no es ser mandilon?― Me burlé, tomando una de sus orejas, obligándolo a correr mi lado.

―E-Es porque ella se preocupa por mi...

―¿Es por tu bien?― Interrumpí, deteniendo mi paso para observarlo, acercándome acosadoramente a su rostro.

Vay giro su mirada evitando la mía, con un gesto de incomodidad por nuestra cercanía.

―Vay.― Llamé, tomando su rostro entre mis manos, alzándome un poco debido a la diferencia de altura.― En este momento olvídate de Lyan y concéntrate en mi.

Así, solté su rostro, regresando a mi camino con él detrás mía. Observe el suelo, nos encontrábamos relativamente cerca, podía ver la gran zona iluminada entre el cielo oscuro. Me detuve tomando la mano de Vay.

―¿Qué pasa?

―A partir de aquí tendremos más cuidado.― Susurre, observando bajo nuestra.

El territorio Uchiha siempre había sido peligroso y más a estas horas, gente deambulando por los alrededores buscando vigilar, cosa que no serviría para nada. En un salto caí al suelo junto a Vay. Palmeé el suelo buscando un área con tierra blanda.

―Aquí...― Con fuerza sumí mi palma en la tierra.― Doton: Tochi no tonneru (Doton: túnel de tierra).

Un túnel de una profundidad cerca de 2 metros bajo tierra apareció, de una corta distancia.

―Vamos, entra.

Haciendo caso, Vay entro rápidamente por el túnel, después lo seguí, cubriendo con la misma tierra la entrada para no ser detectados. Así, empezamos a correr rápidamente. Cada que el túnel terminaba, me veía obligada a seguir usando la misma técnica, hasta que llegamos a nuestro destino.

―¿Estas segura de que no saldremos en un lugar equivocado?― Pregunto jugando con sus manos lleno de nervios.

―Tranquilo, estoy segura de que es aquí, deja de preocuparte.

Con impulso, usando la palma de mi mano abrí la tierra, haciendo que esta cayese sobre nosotros, logrando ver un poco de luz.

―Vamos.

En un salto ya me encontraba fuera del túnel, extendí mi mano hacia Vay para que este pudiese salir, con nervios acepto, saliendo del lugar angosto y oscuro. Observe a mi alrededor. Ningún Uchiha cerca, un área verde dentro de sus dominios, quizás la menos transitada por ellos.

―Ahora sólo hay que esperar.

Sin preocupación, salté hasta la rama de uno de los arboles, sentándome así sobre ella, recargan mi espalda al tronco y respirando con completa tranquilidad.

―¿Crees que tarde mucho?― Pregunto Vay, quien ya se encontraba a mi lado.

―No creo, llegamos un poco temprano, solo esperemos.― Dije despreocupada.

―Lyan nos va a matar...― Lamento, recargando su cabeza en mi hombro.

―Te dije que te concentraras en mi, no en ella, así que tranquilo, llegaremos para la cena, le diremos que estuvimos espantando niños y nada de esto paso...

―¡Kae-chan!

Nuevamente en un salto bajé hasta el suelo, recibiendo en un cálido abrazo a ese pequeño de ojos y cabello negro que sonreía abiertamente al verme. Me separe con cuidado de él, acariciando su rostro con delicadeza apreciando sus ojos brillosos.

―Hola, Izuna.

---------------------------------------------------------


-Nova.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Where stories live. Discover now