Capítulo XVII

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El menor de los Senju caminaba con rapidez por la mansión, intentando a la vez ser sigiloso, nadie podía enterarse de que vería a la joven intrusa justo después de hablar con su hermano mayor, era peligroso, pero sabía exactamente que debía hacer.

Conocía perfectamente la mente y el corazón de su hermano, sabía que él no dejaría a la chica a la deriva y sería capaz de perdonarle la vida dándole una oportunidad, muy diferente a su padre, pero, aquel que fue la mano derecha del difunto Senju no era más que otra mala copia del que fue su creador, un hombre estricto de mente cerrada, sabía que sería imposible hablar con él. Al final, Kae si o si debía huir por cualquier método.

Sin saber como había llegado hasta ahí, se encontraba frente a la desolada puerta de la chica, agradecido con que no hubiese nadie cerca, entró rápidamente sin siquiera tocar la puerta.

Una mano lo tomó desprevenido, una mujer pelirroja por lo poco que podía ver lo había tomado del cuello, con una cuchilla en mano sobre su yugular, un movimiento en falso podría matarlo.

―Lyan, suéltalo. ―Exclamó Kae, quien se encontraba del otro lado de la habitación.

―¿Cómo sabes que no viene a matarte? ―Preguntó la pelirroja, apretando aun más el agarre de la cuchilla sobre su cuello.

La mirada preocupada de la castaña cambió a una confusa, Lyan tenía razón, ella no estaba segura cuales eran las intenciones de Tobirama y la manera en que irrumpió en su habitación tan sólo le quitaba esperanzas.

―¿Qué haces aquí? ―Cuestionó la castaña, esperando una respuesta positiva.

―Hashirama y todo el clan lo sabe, debemos sacarte de aquí.

La pelirroja miró sorprendida al peliplata aun sin soltarlo, no tenía noción de si sus palabras eran de ayuda, si realmente buscaba proteger a la castaña, pero en dado caso de no ser así, no podía bajar la guardia.

―¿Podrías soltarme?

La castaña dirigió una mirada de aprobación hasta la pelirroja, la cual, con mucha desconfianza soltó al Senju, dejando a este finalmente respirar con normalidad.

―Debemos movernos ya, es cosa de una hora para que lleguen.

―¿Cómo lo sabes? ―Preguntó Lyan, mirándolo con molestia.

―Son un escuadrón de elite, conocen perfectamente por donde moverse. ―Explicó, ahora mirando hasta Kae.― Ellos no vienen a interrogarte.

Una deje de preocupación nublaba la vista de Tobirama, quien esperaba respuesta de la castaña, la cual se mantenía callada, su mente llena de preguntas, ¿Cómo había sido posible que hace tan sólo minutos había tomado una decisión basada en su impulso? Ahora, era necesario que se alejase de lo que ella había considerado como una posibilidad, rehacer su vida.

―¿Vendrás conmigo? ―Habló finalmente la chica, mirando con decisión los ojos del Senju.

―¿Qué? No puedo hacer eso.

―Si no vienes van a matarte. ―Dijo Kae con visible preocupación, se negaba a dejar que eso pasara.

―Yo estaré bien. ―Respondió Tobirama, quien ahora se encontraba frente a ella, tomando con delicadeza los brazos de la chica.― Necesito que entres en razón, por favor.

La cercanía de ambos esta vez no podía transmitirle paz a ninguno, ambos preocupados de sobremanera por lo que deparaba el futuro de la chica si esta se quedaba.

―Tu me querías muerta. Me lo dijiste.

―Lo lamento. ―Dijo el Senju, rompiendo el silencio, tomando por sorpresa a las dos mujeres.― Lamento haberte dicho lo que aquel día, yo... ―Pausó, tomando aire.― No podría hacerte daño, Kae.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu