Perú, el país más hermoso (Argentina x Perú)

Historia De Un Amor,Capítulo 35. Final

Capítulo final.

Se encontraba argentina regando los malvones de su jardín, la tranquilidad de la mañana lo inspiraba a pintar nuevos cuadros, hacía años que se dedicaba a pintar cuadros de flores, en todos sus cuadros usaba una nueva técnica de pintura, en acuarela, en acrílico, carboncillo, etc. el aroma a verano le traía tantos recuerdos a su lejana juventud, ya no tenía la fuerza de antes, ahora se dedicaba a simplemente vivir la vida, ya no tenía ganas de seguir sufriendo, y es que ciertamente a los 72 años no te quedan muchas fuerzas para vivir de la misma forma que en tu juventud. al entrar a su casa se preparó un té de manzanilla, lo único que acompañaba a argentina en sus días era la soledad y el tic tac del reloj, ya se había acostumbrado a ello, ya no le causaba conflicto la soledad, la había aceptado y abrasado como una vieja amiga; aunque no hay que negar que al principio argentina no le gustaba pasar sus días solo, poco a poco pudo entender que si bien la compañía hace bien, uno tiene que aprender a estar solo consigo mismo.

Se sentó en el sillón de mimbre de su sala y como todas las mañanas tomó su té, la luz del sol entraba por la sala y alumbraba las plantas de la ventana, la ventisca fresca entraba por la habitación, las chicharras cantaban desde la lejanía, y el aroma a albahaca del ambiente, aquello era el verano.

El ruido del timbre desconcertó a argentina, no esperaba a nadie, y no era normal que alguien lo visite de sorpresa, supuso que podría ser alguien que se encontraba perdido. se levantó y se dirigió a la entrada. Al abrir la puerta se deslumbró por la belleza de la persona que le había tocado el timbre, era alto, su cabello era morocho claro, su sonrisa era exquisita, y sus ojos eran los que más resaltaba, eran ojos azules como la inmensidad del mar, argentina reconoció aquellos ojos, supo que alguna vez en su vida los había visto.

―hola, buenas tardes―dijo el muchacho de extraña belleza y elegancia― ¿usted es argentina?
Argentina quedó extrañado, ¿quien era aquel muchacho? ¿Y porque lo conocía?, su apariencia le resultaba conocida.
―si, soy yo, ¿usted quien es?
―¿acaso no me reconoce?, bueno, ciertamente nos hemos visto pocas veces cuando yo era joven, ¿pero no se ve el parecido?
Las palabras del joven desconcertaron mas a argentina, sentia que lo conocia pero no sabia de donde, y su parecido... Argentina se impactó, aquella belleza se igualaba a la de su amado.
―¿Dylan?
―si, soy yo, tanto tiempo señor argentina.

Argentina sonrió al ver aquel viejo conocido, los ojos de Dylan eran iguales a los de Estados Unidos, azules como el mar, místicos y misteriosos, de mirada penetrante, pero Dylan tenía el mismo magnetismo y calidez que Perú. Argentina invitó a Dylan a entrar a su casa.

―me alegra verte Dylan, la última vez que te vi apenas eras un adolescente, y ahora ya eres un señor, dime ¿cuantos años tienes?
― La próxima semana cumpliré 55 años.
―¡no puede ser!― dijo argentina sorprendido― no me tendría que sorprender, algo que aprendí todos estos años es que el tiempo pasa muy rápido, aunque sin dudas es sorprenderte ver como pasaste de adolescente a adulto― dijo argentina― ponte comodo como en tu casa, siéntate si quieres, prepararé te― dijo argentina dirigiéndose a su cocina.

Dylan se sentó en el sillón de mimbre de la sala, apreció la belleza de la casa de argentina, toda su sala estaba adornada con plantas, las ventanas tenía una hermosa cortina que dejaba ver un poco la claridad de los rayos de la mañana, se sentía extrañamente agradable, pero a la vez muy solitario. Dylan vio un pequeño gato blanco y gris y lo acaricio, el gato era de argentina.

―veo que le agradaste a michifus, el es un gato arisco, me sorprende que se deje acariciar―dijo argentina trayendo una bandeja con tazas y una tetera con te.

―muchas gracias argentina―dijo Dylan agarrando su tasa con te.
Argentina se sentó en aquel sillón de mimbre.

―antes de que tu preguntes te diré a que vine―dijo Dylan.