Cuatro

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Mali se alejó de la cabaña a paso lento. A ratos miraba atrás por si ese sujeto la estaba observando, pero no. Se sintió tentada a echarse a correr, pero al recordar lo rápido que se movía Bardock descartó la idea. En realidad no tenía ganas de ir al baño así que solo se puso a caminar por ahí hasta alcanzar un riachuelo en cuya orilla se sentó a descansar. Era temprano y el cielo estaba despejado, soplaba un viento suave muy agradable y el murmullo del agua parecía una canción de cuna. Mali no había dormido en toda la noche, estaba cansada. Bostezo una vez estirando sus brazos al cielo y la segunda ocasión la hizo descansar la espalda en el trono caído a su costado.

Zarbon dormía profundamente. A ratos se quejaba en voz baja de algún malestar interno, pero en una ocasión soltó un alarido ronco que arrebató a Bardock de su sueño tan abruptamente que el pobre saiyajin acabó poniéndose de pie como si hubiera recibido la alarma de algún ataque. Para su tranquilidad se encontró en esa rústica cabaña. Un agudo dolor en el abdomen lo hizo doblarse un poco acabando por escupir un poco de sangre sobre su mano. Fastidiado buscó con que limpiarse notando la ausencia de la mujer. No estaba seguro de cuanto tiempo había pasado desde que se durmió, por lo que salió en busca de la chica dejando la puerta de la cabaña abierta. Colgando de la única bisagra que quedaba.

Las huellas en la hierva condujeron a Bardock hasta el riachuelo dónde vio a Mali tan profundamente dormida que un delgado hilo de saliva caía por el costado de su boca y bajaba por su barbilla. Su castaña melena se veía tersa a la luz del sol. Como el chocolate fundido. El saiyajin se le quedó viendo con cierto alivio y un poco de extrañeza. No muchas veces había tenido la oportunidad de apreciar cosas delicadas como ese cabello y la mujer al que pertenecía. Y no es que ella fuera un ser hermoso de aspecto sutil ni algo así, solo tenía un apariencia frágil. Pensó en despertarla, pero al mirar hacia la cabaña se le hizo difícil imaginar que Zarbon la abandonara. El clima, ahí afuera, era extremadamente agradable. Hacia tiempo no pisaba un mundo como ese. Se sentó a un par de metros de la mujer para observar el cielo un rato, después doblando los brazos tras la cabeza se tendió sobre la hierba para descansar, acabando por dormirse.

Cerca de medio día, cuando Mali abrió los ojos, unas nubes oscuras surcaban el cielo soltando algunas gotas de agua. La muchacha había terminado acostada de costado, de cara a Bardock, por lo que al ver a ese tipo allí saltó como un gato hacia atrás. El susto que le dio la presencia de ese sujeto casi le saca el corazón por la boca. Tardo un poco en recuperar la calma y preguntarse que hacía ese tipo ahí. Él estaba muy quieto, pero no fue eso lo que llamó la atención de Mali. La primera vez que lo vio pensó que lo que él llevaba en la cintura era un cinturón hecho con la piel de algún animal, mas en esa oportunidad que aquella prenda estaba extendida sobre la hierba, Mali descubrió en realidad era parte de él, pues se movía ligeramente. Como a veces lo hace las colas de los gatos cuando duermen.

Movida por una curiosidad inocente, Mali gateo hasta quedar a solo unos centímetros de la cola del alienígena. La muchacha miró a Bardock. Seguía dormido. Con cuidado la muchacha hundió su dedo índice en el extremo de la cola. Lo hizo suavecito, sintiendo lo esponjosa que era y sin ninguna otra motivación más que le resultaba simpático, Mali sujeto la cola con su mano causando un muy brusco despertar en su dueño. Él gritó y el susto que esa respuesta ocasionó en Mali la hizo apretar la cola más fuerte. Sin proponérselo, la muchacha había dado con el punto débil del saiyajin y lo sometió por completo, pues su mal estado se agravó haciéndolo escupir una gran cantidad de sangre al mismo tiempo que el eco de una resonancia le golpeó el cerebro dejandolo absolutamente inconsciente.

-¡Ay dios! ¿Qué hice?- exclamó Mali poniéndose de pie, todavía sujetando la cola del pobre saiyajin- Hey, señor...oiga...ay dios creo que lo mate- balbuceo la muchacha aterrada con la idea y por fin soltando la cola del tipo.

Asustada, la muchacha, se arrodilló junto a él para comprobar si seguía respirando, si su corazón latía y para su alivio seguía vivo. Con la oreja pegada al pecho de Bardock, Mali soltó un suspiro que fue una muestra del espanto que se quitó de encima. Al levantarse busco un pañuelo en su bolsillo para limpiarle la sangre de la boca, pero al hacer eso contempló la posibilidad delante de ella. Podía irse en ese momento y ninguno de esos dos iba a detenerla. Todo lo que tenía que hacer era echarse a correr, pero...

Mali miró hacia la cabaña y luego miró al hombre entre sus brazos. Ellos no eran su responsabilidad. No sabía si eran buenos o malos. No sabía porque llegaron ahí, ni nada, pero era incapaz de irse y abandonarlos.

-No es que yo sea una persona amable...solo soy idiota- se dijo la mujer y se puso de pie para buscar la manera de llevar a ese sujeto de regreso a la cabaña.

Por medio de unas cuerdas que paso por las axilas de Bardock, Mali consiguió arrastrar su cuerpo hasta el refugio. Fue una tarea bastante dura, pues ese sujeto era pesado y ella apenas era capaz de moverlo. Cuando entró en el lugar Zarbon estaba despierto y al verla entrar se medio cubrió con una sábana que ella le había dejado cerca. No sabía si reclamarle porque lo había dejado solo o expulsarla para que no lo viera, por eso guardo silencio y la observó depositar a Bardock en el piso para después ir por el botiquín, aunque ahí no había nada que realmente fuera útil para ayudar a ninguno de los dos.

-¿A dónde vas?- le cuestionó Zarbon cuando la vio ir hacia la puerta.

-Él...no está bien. Necesita un médico- le respondió la muchacha.

Después de despertar y encontrarse solo ahí, Zarbon recordó mejor su encuentro con los guardabosques. Iban vestidos igual que ella y portaban armas que en su estado decadente eran capaces de hacerle daño y hasta de matarlo. Prefería no correr riesgos así que intentó convencer a la muchacha para que se quedará ahí y se olvidará de Bardock.

-Yo soy la mano derecha del gran Freezer. El emperador del universo- comenzó a decirle con gran dificultad, pues hablar parecía agotarlo.

-¿Emperador del universo?- repitió la Mali sin entender de que le estaba hablando.

De forma trabajosa, Zarbon consiguió sentarse y de forma breve le explicó quien era Freezer y quien era él señalándole la irrelevancia de Bardock en su orden jerárquico. Como también lo inútil que era ir por ayuda, pues por lo que había visto hasta ese momento en ese planeta no tenían una tecnología decente, ni eficiente, para ayudar ninguno de los dos.

-Ambos estamos afectados por una resonancia síquica que ataca los órganos internos. El efecto durará varios días, quizá semanas- continúo Zarbon- Y si hay algo de lo que los saiyajin están dotados es resistencia. No hace falta que pongas esfuerzos en un ser como ese...

Mali se rasco le cabeza. Fue demasiada información en muy poco tiempo por lo que se quedó pensando un buen rato antes de solo encogerse de hombros y decir:

-Dices que la vida de este hombre no importa porque es soldado de clase baja, pero este no es tu mundo y aquí él tendría mucha más aceptación que tú pese a su rango... él parece humano, tú te vez como un monstruo.

-Para que lo sepas este no es mi aspecto real. Cuando no tengo que tomar está horrible forma soy un ser de una belleza que tú nunca podrías imaginar- exclamó Zarbon bastante molesto.

-Un ser hermoso y un soldado de clase baja...es igual para mí. Ambos son dos moribundos en un mundo extraño- le respondió Mali con calma e hincandose junto a Bardock para hacer lo único que podía hacer por él: bajarle la fiebre- Pero tienes razón en que no hay algo que podamos hacer por ustedes. Solo resta tener confianza en la fuerza de cada uno y esperar- agregó tomando la mano de Bardock entre las suyas.

Zarbon apartó el rostro de esa mujer con desprecio, pero de reojo la miró un momento. Recordaba haberla asustado bastante cuando se encontró con ella. Pese a eso aquello mujer lo ayudó, aunque gente ingenua y estúpida había en todo el universo.

Era para mí Where stories live. Discover now