Ocho

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Cuando Mali abrió los ojos solo vio oscuridad, pero al girarse un poco boca arriba observó un haz de luz diminuto. Casi un segundo después, un fuerte dolor en su pie izquierdo la hizo cubrirse la boca. Los ojos se le llenaron de lágrimas y finalmente dejó escapar un alarido. Se quedó tendida boca arriba, mordiendo su mano para no volver a gritar e intentando recordar que sucedió. Cuando lo hizo también logró oír el sonido del agua deslizándose entre las piedras que sellaban la entrada. Miró el derrumbe, luego a su costado opuesto logrando ver allí a Zarbon en medio de las tinieblas. El sonido de su respiración era pesado. Parecía dormír, pero en realidad solo estaba quieto ahí, apretando el impermeable contra él.

-Mujer- la llamó- Tu planeta es muy helado- agregó con dificultad.

Mali lo miró con algo de preocupación. No había frío. Al menos ella no lo sentía. La muchacha intentó remover la piedra sobre su pie, usando su pierna sana como palanca. Apenas si la movió, logrando solo causarse más dolor.

-Esto es malo- se dijo exclamó la mujer entredientes, pues el dolor en su pie era casi insoportable.

Zarbon abrió un poco más los ojos viendo a Mali intentar liberar su pie. Parecía un conejo atrapado en una de esas trampas para osos.

-Zarbon- lo llamó la muchacha, cuando él cerraba los ojos para dormir. Realmente tenía mucho frío- ¿Crees que puedas ayudarme?- le preguntó un poco angustiada.

-¿Y para qué? No hay diferencia entre que estés atorada ahí o estés libres- le dijo Zarbon que esperaba pronto reunir fuerzas suficientes para salir de ese lugar. El dolor de su cuerpo estaba disminuyendo.

-No sé tú, pero yo quiero vivir y no sobreviviré mucho aquí en estás condiciones- le contestó la muchacha- Bueno tú eres un alienígena y seguro aguantas más- murmuró Mali que uso su pierna libre para empujar la piedra sobre su pie, otra vez. En esa oportunidad ocupando todas sus fuerzas.

El grito que dio fue terrible. Zarbon casi creyó que había muerto de dolor, pero no. La muchacha solo estaba tirada en el suelo intentando recuperarse para ponerse de pie y vaya que le costó trabajo. Con cierto asombro Zarbon la vio trepar por las rocas y el lodo hacia la pequeña abertura por la que entraba la luz, mas acabó rodando hasta el suelo en medio de agudos lamentos.

-Eres necia ¿en serio creíste que llegarías hasta allá arriba con ese pie destrozado? Lo único que lograste es empeorar tu situación y la mía. Ahora me toca oír tu molesto llanto.

-¡Mira esto!- exclamó la muchacha poniéndose de rodillas para levantar su suéter y enseñarle su abdomen.

Zarbon observó una máquina pequeña prendida al cinturón y una sonda que salía de ella y estaba adherida a la piel de la chica por un círculo blanco.

-Esto es una bomba de insulina- le dijo Mali con un poco de angustia- Por ahora está bien, pero el dolor y la falta de comida pueden ocasionar una baja de mi glucosa y hacerme entrar en coma. Terminaré muriendo aquí si no hago algo por regresar a la base. Y no quiero morir...- agregó sentandose para revisar su pie, pero no había suficiente luz para apreciar la magnitud del daño.

Zarbon se le quedó mirando un momento después vio arriba, a la entrada de luz. Era un tanto humillante que una mujer como esa, herida y cansada, tuviera más coraje que él. Haciendo acopio de sus fuerzas, Zarbon se puso de pie. Aún sentía dolor, pero era mucho más soportable que el día anterior, aunque sus extremidades se sentían semejante a haber sido anestesiadas. Todavía no recuperaba toda su fuerza, pero la que tenía en ese momento seguía siendo superior a la humana por lo que mover las rocas pequeñas no le fue tan difícil. El problema es que se agitó rápido con el esfuerzo.

Era para mí Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon