Nueve

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Un cuerpo humano es capas de transmitir la suficiente energía térmica para mantener un televisor encendido por más de veinticuatro horas. Después de un par, el frío en Zarbon había disminuido considerablemente. Su cuerpo dolía mucho menos también, sin embargo, se sentía cansado. Deseaba dormir y creía era un buen momento para hacerlo, mas cuando cerraba los ojos la mano de Mali en su mejilla lo apartó de esa idea. Fue un movimiento involuntario de parte de la mujer que se había dormido profundamente. Cuando Zarbon lo notó se apartó un poco para corroborar así era y el pálido rostro de la muchacha se lo confirmó. Mali dormía, aunque a ratos fruncía el ceño producto, posiblemente, del dolor en su pie lastimado.

En el universo hacia toda clase de especies. Algunas tenían un aspecto frágil, pero eran muy resistentes. Mali parecía de ese tipo, aunque de haber querido matarla lo hubiera podido hacer muy fácilmente. Se quedó a su lado porque todavía estaba helado, porque le gustaba ese suave y tierno olor entre las notas de barro que desprendía esa piel blanca. No había muchos seres con ese tono de piel en el universo. La mayoría tenía colores como el azul, el verde y semejantes. Las pieles claras eran algo poco frecuente. A él siempre le resultaron atractivas porque se veían puras y la pureza es algo muy apegado a la belleza que él tanto amaba.
Regreso a su posición inicial y permaneció allí otro rato, no esperando dormirse también, pero así sucedió.

Bardock había conseguido bajar su fiebre, su cuerpo estaba menos dolorido; pero tenía problemas de coordinación. Aquello no le impidió poder poner un poco de orden en ese lugar y también en él que salió para darse un baño con la lluvia. Se quitó toda la ropa descubriendo dos de sus heridas se habían infectado. Se limpio bien, aunque por poco termina en el suelo por culpa de un fuerte mareo. Cuando volvió a la cabaña se envolvió en una sábana y atizó el fuego. El árbol que había caído la noche anterior abrió un hueco en el techo y la lluvia se colaba por ahí, pero el abundante follaje del árbol evitaba que lo hiciera en grandes cantidades. El calor de la chimenea iba secando el piso.

Hincado frente al fuego, Bardock se preguntaba que sería de él sino recuperaba su fuerza, su poder y sobretodo si nadie iba ahí por él.

-Nadie vendrá por tí- se dijo con una sonrisa medio torcida y una mirada llena de desprecio por el imbécil de Zarbon que lo abandonó, aunque eso era de esperarse. Posiblemente él acabaría conquistando ese planeta de no ser rescatado y en el mejor de los casos podía acabar sirviendo a él. Lanzó otro madero al fuego y se echó otro bocadillo a la boca.

Después de limpiar y secar su ropa se la volvió a poner. La que esa mujer le dio no le gustó nada, pero no la tiró. La dejó sobre una silla y se olvidó de ella, no así de la muchacha. Ella olía muy bien, era suave y cálida. Le provocaba una sensación extraña. Cuando estaba mordiendo la tercera galleta un chillido en el exterior lo hizo mirar hacia la puerta. Era obvio el sonido provenia de un animal por lo que rápido se puso de pie para probar suerte. Un poco de carne fresca no le vendría nada mal. Resultó que se trataba se un jabalí. Uno joven que andaba cerca de la cabaña escarbando el suelo en busca quien sabe que. Bardock lo observó un momento...una hora después estaba cocinando una pierna de jabalí en la chimenea. Matar el animal fue menos difícil que quitarle las entrañas y la piel. De haber estado en buen estado le hubiera sido sencillo hacerlo con sus propias manos, pero en ese momento tuvo que recurrir a un machete casi sin filo que encontró en la cabaña. La carne sin duda era mucho más contundente que las galletas y estaba muy sabrosa.

Por la tarde la lluvia disminuyó. Bardock decidió aventurarse a salir a explorar. Estuvo considerando que Zarbon podría estar muerto por ahí o necesitando ayuda. No es que le importará. Con gusto lo hubiera dejado por ahí, pero seguía creyendo él era su única posibilidad de escape de ese planeta que no se le hacia desagradable, pero no era su hogar. A ratos sus piernas no respondían y tenía que detenerse hasta que sus músculos volvían a destrabarse, avanzando lento por un estrecho sendero entre los árboles. Por un momento también considero que hubieran rescatado a Zarbon lo que lo hubiera condenado a quedarse allí el resto de su vida, mas tenía el presentimiento o la esperanza de que no fuera así. Cuando encontró un trozo de la capa del comandante su ánimo subió un poco. Para cuando Bardock llegó al borde de la pendiente que bajaba al río, la lluvia había cesado y las nubes se abrían enseñando un hermoso cielo azul. Todavía era temprano, había bastante luz y eso le permitió ver el vehículo de la chica a medio hundir en el agua.

Era para mí Onde histórias criam vida. Descubra agora