Siete

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Esa mujer olía bien. Su piel y su cabello desprendían un aroma muy dulce. No es que él hubiera querido quedarse recargado en ella, sucedía que no era capaz de moverse demasiado por lo que permaneció allí un buen rato. La muchacha temblaba suavemente. Posiblemente tenía miedo de él. Quizá por eso no se apartaba. No quería irritarlo.

-Oye... Bardock ¿podrías moverte un poco? Estás pesado y no me gusta que me toquen demasiado. Es incómodo- le dijo la chica después de un rato en que sus piernas comenzaron a resentir un poco el peso extra. 

Bardock se movió con dificultad regresando a su postura inicial. Lo hizo un tanto fastidiado, observando como ella sacaba unos pequeños frasquitos del bolsillo de su pantalón.

-Estos son analgésicos y antibióticos- le dijo Mali- Si fueras un ser humano con esto podrías combatir la infección y el malestar, pero...

Bardock la miró de reojo cuando ella habló de una infección. Él no lo notaba, pero no olía nada bien y ese mismo hedor era lo que alertaba a la muchacha de una posible contaminación en las heridas del saiyajin.

-Deberias limpiarte- le dijo Mali al ponerse de pie- Y si quieres te puedes arriesgar con esta medicina. Basándome en tu aspecto no pareces muy diferente a uno de nosotros. Claro que es solo especulación.

Bardock no respondió ni hizo el intento por tomar la medicina por lo que Mali se puso de pie para retirarse.

-Damela- exclamó Bardock extendiendo una mano temblorosa hacia ella.

La muchacha sonrió y le dio los frasquitos. En seguida regreso a su mochila.

-Te traje ropa. Es como la mía, pero de uno de mis compañeros que es como de tu estatura. Aunque puede que te aprete un poco. También un poco de comida- le dijo Mali poniendo las cosas en el piso- Hay gente buscando a tu compañero en el área así que ten cuidado. Si te encuentran solo di que hacías una excursión. Por ningún motivo aceptes cortabas leña o estabas cazando. Es un zona protegida y te meteras en problemas si haces cualquiera de las dos cosas.

Bardock la escuchó con atención, pero no le dirigió la palabra hasta cuando ella tomó sus cosas y fue hacia la puerta.

-¿No piensas regresar?- le preguntó.

-No. Así que cuídate- le respondió la muchacha.

-Ese sujeto- exclamó el saiyajin- Zarbon...Si se recupera se puede volver muy peligroso para tí y todo tu planeta. No es que lo que les pase me importe, solo te estoy diciendo esto porque me has ayudado. Piensa bien lo que vayas a hacer desde ahora. Nosotros no somos los buenos- agregó y no volvio a hablar.

Mali se le quedó viendo un poco afligida y es que ella venía cuestionando su actitud con respeto a ellos desde el principio.

-Adios Bardock- le dijo y se dio la vuelta para salir del lugar.

La lluvia había amainado y entre las nubes, a ratos, se podía ver el cielo azul. Mali partió en su motocicleta en dirección al río para descender hacia la carretera. Era la ruta más corta, aunque el caudal podría haber aumentado por la noche. Pese a esto Mali decidió arriesgarse.

Zarbon miró la lluvia caer hasta que volvió a dormirse. No lo hizo por agotamiento sino por monotonía. Hacia mucho que no experimentaba lo que era hacer nada. Él siempre estaba ocupado. Desde que recordaba había sido así. La paz jamás fue parte de su vida y le sentaba extraña, casi agobiante. Un recuerdo de su pasado visito sus sueños. Una imagen lejana y que no creyó aún estuviera en su memoria. Se vio siendo un niño en una pradera verde en la que corría con un balón amarillo entre las manos. Era inocente entonces y nada le preocupaba salvo correr a los suaves brazos de su madre cuyo rostro no pudo ver y súbitamente fue cubierto de sangre. Oyó un sonido fuerte, como de una explosión y abrió los ojos descubriendo a esa muchacha sentada en la entrada de la gruta. Ella no lo miraba a él. Veía el agua caer con cierta angustia. Callada abrazaba sus piernas descansando el rostro en las rodillas mientras murmuraba una canción. El sonido de su voz se fundía con el del agua cayendo, pero era grato de escuchar por lo que no la interrumpió. Después de varios minutos y producto del aburrimiento, Zarbon se decidió a hablarle, pese a que recordaba con disgusto que ella sentía asco de él.

Era para mí Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu