Veintitrés

55 24 0
                                    


Aquellos hombres trasladaron a sus dueños unos 5 km bosque adentro. Durante todo el trayecto fueron acosando a la muchacha y al saiyajin, quienes no podían hacer nada por evitar los golpes en el caso de él y las tocaciones  indebidas en el caso de ella. Bardock se sentía profundamente frustrado no pudiendo hacer algo por defenderse y teniendo que soportar como maltrataban a la pobre chica, que era entre los dos la más frágil. Mali estaba herida. Cojeaba al caminar y se abrazaba a sí misma intentando resguardarse de las manos de esos inmundos sujetos. Al llegar a una improvisada cabaña las cosas no fueron mejores para ellos. Ahi estaba el resto de la banda a quienes la noticia de la muerte de sus dos compañeros les fue bastante dolorosa, pues uno de ellos era hermano de dos de los que estaban allí. Al principio estos pensaron que el culpable era Bardock, sin embargo, el líder señaló a la chica como la responsable de la muerte de sus cámara lo que la hizo obtener un trato bestial del más grande de los hermanos dolientes. Literalmente, ese hombre infame, le reventó la nariz y ella cayó inconsciente al piso como una muñeca.

-¡Son unos malditos!- les gritó Bardock quien no puedo pronunciar ni una palabra más, debido a que también recibió un un golpe y con el no se midieron ni un poco, azotando una barra de metal en el costado de su cabeza que estallo en sangre.
El saiyajin cayó de costado al piso viendo ir hacia él un par de botas una de las cuales son de un abdomen.

-Voy a matar a esta puta- dijo el hombre que golpeó a Mali. Se había indicado junto a ella y levantó su cuerpo tomandola por el cabello se acabó un cuchillo de su cinto.

-Nadie nadie va a matar a la chica- exclamó el líder- Ella es nuestro seguro de vida. Es una guardabosques. Seguramente sus compañeros no querrán poner en riesgo su vida y estarán dispuestos a cumplir  algunas peticiones.

-¡A mí eso no me interesa! ¡Está perra mato a mi hermano!- gritó el hombre que sostenía Mali.

-¡Dije que nadie la va a matar!- le reitero el líder.

-No puedo dejar sin castigo a esta...

-Hey, hey, hey- exclamó otro sujeto- No tienes que matarla. Podemos divertirnos un poco con ella. Mírala. Está buena pese a que le arruinaste al rostro.

-Me vale una mierda...

-Yo si quiero a la chica- exclamó otro sujeto.

Una acalorado debate se desató entre los vándalos respecto a qué hacer con la mujer. Algunos les daba igual la suerte de Mali, pero otros sí querían pasar un buen rato a costa de ella. Al líder no le molestaba siempre y cuando no la mataran, muerta no servía de nada. En medio de de ese cruce de palabras Mali  recobró un poco la conciencia y pudo ver a Bardock tirado en el suelo, intentando incorporarse solo para ser aplastado por la bota de uno de esos tipos. Sus miradas permanecieron sujetos la una de la otra. Como si hubieran estado hablando. De alguna forma consiguieron comunicarse ese sencillo y desesperado plan que consistía en que uno de los dos intentará escapar mientras el otro actuaba de distracción.

En un movimiento rápido, Bardock sujetó la bota del hombre sobre él y con toda la fuerza que disponía lo empujó hacia atrás, levantando tan veloz como su cuerpo maltrecho se lo permitió. Tuvo la oportunidad de conectar otro golpe al mismo individuo, pero enseguida los otros se fueron sobre él sujetando sus brazos para inmovilizarlo. Habiéndose olvidado de la muchacha, esta pudo intentar escapar. Obteniendo fuerza y energía de ese impulso primitivo que tenemos todos por sobrevivir, Mali consiguió correr hacia la puerta, abrirla y avanzar hacia el mar de árboles bañados por la luz de la luna llena que solitaria y muda, observaba el mundo inclemente. Su pie lastimado no le permitió llegar demasiado lejos antes de que uno de esos tipos le saltara encima, como un animal salvaje, tumbandola de cara contra el lodo. Otros tres llegaron detrás de ese, entre ellos uno de los hermanos. En medio de risas la dejaron debatirse un poco, voltearse boca arriba para dar patadas y manotazos sin tino, sin fuerza, pero una vez se cansaron de eso uno de los vándalos se ubicó del lado de la cabeza de Mali y le sujetó las manos mientras otros dos le sujetaban las piernas, una cada uno. En esa postura de indefensión, viendo al cielo que parecía un rompecabezas blanco con fracciones oscuras Mali  entendió que su suerte estaba echada, pero aún así no podía evitar gritar de asco, de rabia, como una fiera que está haciendo desollada viva.

Era para mí Where stories live. Discover now