Doce

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Las horas pasaban y ese sujeto solo estaba ahí sentado en el piso con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Mali lo miraba a ratos y luego volvía su atención al colgante que estaba haciendo con unas ramitas, pilas de pino y otras semillas que encontró cerca de la cama. Zarbon entreabria los ojos para verla derramar toda su atención en esa sencilla tarea. No parecía estar aburrida, pero si se veía algo cansada.

-¿Qué estás haciendo?- acabó por preguntar cuando una de las pequeñas piñas cayó de sus manos y fue a dar cerca de sus piernas.

-Un adorno- respondió la muchacha viendo como él levantaba la piña entre sus dedos y la veía con curiosidad.

-Me recuerda a unos insectos que hay en el planeta...¿cómo es que se llamaba ese lugar?- pensaba Zarbon mientras levabtaba la semilla a la altura de sus ojos.

-¿Me la regresas?- le preguntó Mali con un tono agradable de voz.

Zarbon arrojó la piña a las de la mujer manos con cuidado y precisión. La muchacha pareció asombrarse con ese pequeño desplante de destreza, pero no hizo comentarios y volvió a lo que hacía. Cuando terminó levantó su creación con mucho entusiasmo y estiró el brazo hacia la pared para ver como se veía.

-Te conformas con cosas simples- exclamó Zarbon haciendo que ella girará a verlo- La gente vulgar siempre busca lo vulgar- añadió apartando la mirada de ella con bastante desdén.

Mali bajo su colgante y comenzó a desarmarlo con mucho cuidado. Zarbon se le quedó viendo. La chica ponía todos los elementos en su regazo y trabajaba bastante rápido con las manos. Por un instante creyó ver esas pálidas piernas cubiertas por una larga falda azul y esos dedos tejiendo una especie de cuerda que luego le ofrecían de manera amorosa. Fue una visión fugaz como un parpadeo. Se extinguió tan rápido que no fue capaz de reconocer a la persona que pensó ver allí.

-Sí Bardock no encuentra lo que fue a buscar- comenzó a hablar la muchacha- ¿Conquistaras este mundo?

-Por supuesto. No tengo pensado verme privado de los privilegios que merezco- respondió con seguridad, pero no sonó agresivo o petulante- Seré indulgente contigo. Has sido bastante útil. O lo eras antes de que te lastimaras.

Mali siguió asiendo lo que hacía, sin quitar sus ojos de su regazo. Zarbon volvió a mirarla, pero en esa oportunidad fijo su atención en las piernas de la muchacha.

-¿Acaso no sientes dolor?- le cuestionó- He visto a hombres fuertes quejarse por lesiones menos graves que las que tú tienes.

-Me duele y bastante. Él frío que está haciendo lo hace todavía peor, pero yo he sentido dolor toda mi vida- contestó la muchacha- Desde que era pequeña he sido muy enfermiza y me tocaba aguantarme muchos malestares. Como no eran mis padres quienes me cuidaban no podía quejarme.

-Así que eres huérfana.

-No. Soy algo todavía peor- exclamó Mali levantando la mirada a él- Soy una molestia- agregó sonriendo casi como si hubiera dicho un chiste.

Zarbon arqueo una ceja y miró la chimenea. El fuego se estaba apagando por lo que decidió poner un poco de leña sobre las llamas. Él tenía puesta su armadura y era una prenda que cumplía varias funciones, pero ella tenía puesta un par de prendas que eran muy delgadas. Su pie estaba bastante inflamado y su color parecía estarse oscureciendo más y más con el transcurso de las horas. Seguramente a eso se debía lo cansada y pálida que se veía. Pero no se quejaba en lo absoluto.

-Oye, Zarbon- habló Mali otra vez- Cuando hayas conquistado el planeta ¿qué tipo de gobierno vas a imponer? Tratándose de un solo individuo que impone su voluntad lo más lógico sería un régimen de carácter monarquíco. Además tú dijiste que eras un principe, entonces...

Era para mí Where stories live. Discover now