Veinticinco

66 23 1
                                    


Mali todavía no salía de la estupefacción del cambio de aspecto de Zarbon cuando tuvo que comenzar a asimilar aquel beso helado y tibio a la vez. El cuerpo de ese ser estaba tan frío que la muchacha pensó que fue su temperatura lo que le erizó la piel, pero no fue eso. Varios segundos le tomó a Mali cerrar los ojos y responder a ese beso que empezó sutil. Fue el beso más tenue que esa chica había recibido en su vida, pero el más estremecedor también pese a que el incremento en la intensidad de esos roces, de esas lamidas y medias mordidas subió bastante rápido. Es que Zarbon llevaba tiempo deseando poder hacer eso y a Mali la envolvió la magia de toda la situación. Sin embargo, no actuó desprovista de sentimientos.

Algo tenía esa criatura que pese a su aspecto, antes bestial, la mantenía pendiente de él. Esa forma en que la miraba. El cuidado con el que siempre la trataba. La forma tan delicada en que la tocaba. Mali pese a tener un aspecto frágil no era una mujer débil y a menudo lo demostraba por lo que las personas nunca la trataban con delicadeza. Ni ella lo hacía. Por eso tomo ese trabajo tan peligroso. Pero él era diferente. Zarbon si la veía como una criatura a la que cuidar, a la que mostrar un trato sublime sin desmerecer su fortaleza y eso fue cautivador.

Antes de perder el aliento, se concedieron una pausa. Un momento para mirarse que se extendió por unos segundos bañados del aura de un sueño. Un instante en que haber dicho algo hubiera sido un crimen. La pequeña mano de Mali subió hasta el rostro de Zarbon que inclinó un poco la cabeza para recibir ese toque cerrando los ojos. Fue un movimiento tan lento que la muchacha pudo apreciar las largas pestañas de ese ser descender como una cortina sobre sus doradas pupilas. Por un instante, después de apreciarlo con atención a la luz de la luna, Mali sintió un poco de vergüenza. Él se le hizo alguien tan propio de las estrellas que parecía una osadía estar entre sus brazos, pero en ese momento, la muchacha, no quería estar en otro lado.

Cuando abrió los ojos, Zarbon contempló la candida expresión temerosa de la muchacha y comprendió como se sentía. Lo complació en su vanidad, mas no quería que ella se sintiera inferior a él en ese momento ni en ningún otro. Subió sus manos a su verde melena para quitarse la tiara gris que decoraba sus frente y ponérsela a ella como si coronase una princesa. Mali tocó aquella joya con la punta de sus dedos, como preguntándose a qué se debió eso, mas las manos de Zarbon, deslizándose en su espalda desnuda le provocó tal escalofrío que se olvidó del detalle. Lo vio inclinar un poco la cabeza, otra vez, y ella cerró los ojos para recibir ese beso que inicio el evento que se desarrollo entre las ruinas.

Bajo la blanca luz de luna los cuerpos de Mali y Zarbon tomaron otros colores. Unos más pálidos. Ella sobre él parecía una escultura hecha de mármol. El castaño de su cabello había desaparecido casi por completo. La prominente rivera de sus pechos se tiñó de un rosa tan diluido que parecía más un espejismo que Zarbon alcanzó con la punta de sus dedos solo para asegurarse estaban ahí. Ese hipnótico subir y bajar, las manos de la chica extendiéndose y contrayéndose sobre su abdomen más ese vaho blanquecino que escapaba de aquella boca que soltaba suaves gemidos, fueron llevando a Zarbon a un éxtasis que desvaneció a ese mundo y al universo entero. No había más nadie en la existencia, ni él mismo. El trepidente movimiento de esa mujer lo llevo, poco antes de llegar a la cima, a incorporarse sobre uno de sus codos, para envolver esa cintura con su brazo inclinaría hacia él y atrapar ese gemido final en un beso que no fue el último de esa noche.

La manta verde aliva hizo de colchón sobre esa tierra húmeda apenas calentada por el fulgor de una fogata que ardió lo que quedó de la noche, hasta el alba cuando se extinguio en una columna de humo blanco que dibujo formas abstractas que se desvanecieron en el aire. Para entonces Mali dormía profundamente entre los brazos de Zarbon que la seguía cubriendo de caricias, aunque esas eran cariñosas y dulces a diferencia de las que le obsequio solo unas horas atrás cuando recorrió esa piel buscando apoderarse de cada centímetro de ella.

El día llegaba a ese pequeño planeta en el que comenzó a considerar cosas agradables y gentiles en compañía de ella. Ideas tan impropias de su persona que por un momento lo hicieron sentirse como un desconocido, pero al ver el rostro de Mali las abrazo de nuevo y pegándole a él cerró los ojos para descansar. Pocos fueron los momentos de felicidad en la vida de Zarbon. La mayoría de ellos sucedieron en sus primeros años. Después solo obtuvo satisfacciones. La mayoría de ellas alimentaban su orgullo y vanidad más que cualquier cosa, pero esa noche no hubo espacio para ninguna de esas cosas. Solo hubo plenitud y hubiera querido sentir esa sensación para siempre.

Cuando el sol dio en el rostro de Mali, ella abrió los ojos teniendo que darse la vuelta para evitar la luz. Así terminó de frente al torso de Zarbon y recordó todo lo que hacía pasado quedándose quiera ahí haciéndose un par de cuestionamientos que se desvanecieron bastante rápido. En su lugar quedó una sensación de temor. Un miedo que la hizo aferrarse al cuello de su compañero que despertó con aquel contacto.

-Tengo frío- le dijo mientras buscaba el amparo de sus brazos y él, medio dormido, la abrazo para abrigarla.

Poco antes de que ellos despertaran, Bardock lo hizo en el incómodo lugar en que Zarbon lo dejó. Encontrarse desnudo allí le hizo saber que su plan fue un éxito. Pero de inmediato recordó a Mali saliendo a buscarla elevándose por encima de los árboles. Fue en ese momento que notó su poder había regresado por completo. También lo hizo atarse la manta a la cintura para no andar en cueros por ahí. Pronto encontró los restos de la banda de maleantes, pero ni una huella de Mali. Vagamente recordaba haber visto a Zarbon descender junto a ella, pero estaba un tanto aturdido y no podía recordar bien. Amplio su terreno de búsqueda llegando al lago y encontrando entre las ruinas a la chica y a Zarbon. Eso lo alegro, pero al observarlos con atención descartó rápido acercarse a ellos.

No fue difícil para Zarbon sacar unos peces del lago. Mali los puso a asar en una fogata y ambos esperaban estuvieran listos sentados de tal manera que ella podía descansar su cabeza en el brazo de él. El rojo suéter de la muchacha resaltaba su pálida piel. Una que Zarbon debió tener para por la noche. Fue demasiado evidente para Bardock que algo había sucedido entre los dos. La tiara en la frente de la chica, su actitud para con el comandante; todo los delataba como amantes. No teniendo nada más que hacer allí, el saiyajin decidió volver a la cabaña. Estaba molesto, pero no lo suficientemente como para perder la cabeza. Mali había tomado su decisión.

Poco después de llegar a la cabaña y buscando algo que ponerse, Bardock encontró el rastreador descompuesto y lo dejo sobre la coma, solo para unos minutos después darse cuenta de que esa cosa estaba emitiendo una señal. Atónito tardo unos segundos en recuperarlo y ponérselo para averiguar que estaba pasando. Enseguida salió del refugio para mirar al cielo...

Una vez Zarbon se aseguró ella comiera, la cargo en sus brazos para volver volando a la cabaña. Poder ver el mundo desde arriba fue una experiencia bastante bonita para Mali quien tuvo la oportunidad de observar el bosque y las montañas, debido a que él le otorgó unos minutos suspendido en el aire, sin embargo, la aparición de una nave con forma de garrapata, en el cielo, borró la sonrisa que ambos tenían. Mali nunca había visto algo semejante, pero no hacían falta explicaciones para entender que era y porqué había llegado allí. Callada miro a Zarbon que no despegaba los ojos de aquella nave que había estado esperando, pero cuya llegada en ese momento fue indeseada. Al volver sus ojos a la chica que sostenía en sus brazos, pupilas estaban cargadas de tristeza y controversia a las que ella contestó con una sonrisa gentil acompañada del temor que experimentó al despertar esa soledad mañana.

Era para mí Where stories live. Discover now