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Estaba de vuelta en casa, sin saber que pensar, ni como mantener la calma. Estaba estresada, anonadada y con dolor de cabeza.

Nunca me había afectado tanto. Tal vez me estaba ahogando en un vaso de agua. Sí, tal vez Josie la besó y ella no reaccionó a tiempo. Llevo dándole vueltas a lo mismo por dos días.

Sin verla, ni hablarle. Nada. Nunca está en la sala de almuerzos, cuando termina la jornada desaparece rápidamente y vuelve a casa. Cierra las cortinas de su habitación y se desconecta en Facebook. No me atrevía a llamarla, ¿qué le diría? Ahora yo tengo la culpa. Simplemente no entiendo porque Cheryl actúa de esa manera.

Tal vez ella no tuvo la culpa, pero yo tampoco. ¿Por qué no quiere volver a verme?

No podía dejar de darle vueltas al asunto.

-¿Toni? - Mi mamá toco la puerta.

-Entra. - Estaba sentada en mi escritorio terminando unos trabajos.

La sentí entrar y caminar hacia mi. La miré rápidamente. La expresión de su rostro no era buena, estaba preocupada.

-¿Qué pasa? - Pregunté.

-Mira esto. - Me mostró una hoja. La hoja del exámen de la mañana, no me había ido bien. Era la peor calificación que había sacado.

-¿Cinco? - Preguntó atormentada.

-Lo siento.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Siguen molestándote aquellas chicas? - Preguntó preocupada.

-No. - Suspiré. - No sé que pasó. Supongo que no estaba lo suficiente concentrada.

-¿Qué es lo que está pasando Antoniette?

-Mamá, eso no va a afectar nada. - Me levanté. - Estaba enferma, ¿si? Por eso me fue mal, sabes que he tenido dolores de cabeza constantemente. Siempre hago lo que puedo. No puedes presionarme de esta manera. ¿Qué es lo que quieres?

Ella me miró por un momento.

-No te estoy presionando, solo quiero saber si pasa algo.

-No pasa nada mamá. - Contesté. - ¿Podrías dejarme sola?

Me miró aún preocupada. Era mi madre, me conocía. Sabía que algo me pasaba. Pero en ese momento no tenía ganas de hablar con ella sobre ese tema. Sería extraño contarle.

-Bien... - Vaciló. - Estaré aquí por si quieres hablar conmigo. - Declaró mientras se dirigiá a la puerta.

Caminé hacia el escritorio en donde estaba el ordenador. Guardé el trabajo que estaba haciendo minutos antes y apagué.

Me giré y eché un vistazo a la habitación. Desorden era lo único que había. Suspiré, comencé a recoger las cosas que habían tiradas en el suelo. Colocando cada una en su lugar, hasta tener la habitación ordenada de nuevo.

Me acerqué a la ventana, tenía que recibir aire. La habitación era una completo horno.

Hice a un lado la cortina y abrí la ventana, no sin antes percatarme de la vista que tenía. Era Cheryl. Había abierto las cortinas de su habitación, por fin. Volví a cerrar la cortina, apagué la luz y volví a asomarme, cuidando que no me viera.

La imagen que tenía en frente era la de una chica que acababa de llegar del gimnasio, o algo por el estilo. Lo único que puedo deducir es que estuvo haciendo ejercicio. Caminó hacia el gran espejo de su habitación y se soltó el moño de su cabello. Bajó sus manos hacia su pantalón negro y se lo fue quitando.

Tal vez debí dejar de mirar. Pero era imposible.

Me distraje viendo su pequeña tanga roja, mientras sus manos quitaban su blusa y dejaban al descubierto su sostén, el cual era rojo también.

Algo en mí se estaba calentando. Me sentía como una maldita depravada.

La vi mirar hacia mi habitación. Mi cuerpo de paralizó por completo. Miraba con curiosidad como si se hubiese dado cuenta de que la estaba observando. Tragué saliva mientras la vi acercase a su ventana. No me moví, estaba segura de que no podía verme.

Una sonrisa se formó en su rostro, haciendo que me preguntara si era posible que me hubiese visto de alguna manera.

La puerta de mi habitación se abrió de repente, haciéndome sobresaltar. Miré hacia la puerta y vi a Betty ¿Qué hacía aquí?

-¿Qué pasa T? - Preguntó, sostenía un paquete de papas fritas en su mano.

-¿Qué haces aquí? - Susurré nerviosa.

-No tenía nada que hacer, así que vine. Compré una película. - Declaró, buscando con su mano el encendedor en la pared.

-No Betty, no, no. - Rogué angustiada.

-¿Qué pasa? - Preguntó acercándose. - ¿Cuál es la pendejada?

-Betty, no enciendas la luz, no hables. Mejor dicho, no hagas nada.

-¿Qué estás haciendo? - Preguntó, miró la cortina y se acercó un poco para mirar afuera.

Cerré mis ojos sintiendo vergüenza.

-No mires. - Reclamé, sintiéndome celosa.

-Oh... Pero que vista, Toni. ¿Por qué no me habías dicho? - Susurró, aún mirando por la ventana.

-No mires. - Exigí molesta.

-Ya veo porque estás tan obsesionada.

-Betty, ya deja de mirar.

Miré por la ventana, me di cuenta de que Cheryl seguía parada en frente, mirando hacia mi ventana, manteniendo la sonrisa en su rostro. Ya lo sabía, soy una idiota. Seguro cree que soy una depravada.

Mordió su labio inferior y se volteó dejándome ver su enorme trasero. ¿Por qué tenía que ser tan jodidamente sexy?

-Vete, Betty. - Susurré embobada.

Llevó su mano hasta el broche de su sostén, haciéndome sufrir pensando en que se lo iba a quitar. Betty no podía ver eso. Cheryl era mía.

-Lárgate Betty. - Advertí exaltada.


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se acerca el drama...
¿team Toni? ¿team Cheryl?

Enamorada de mi vecina // Choni Where stories live. Discover now