Dibu Martínez (+18) "Mirá que te como" 🔥 [TERMINADA]

Cap 23: Big, big boy.

—¡¿Me podés explicar qué te pasa?! —Exclamaste mientras las puertas del elevador se cerraban.

Emiliano apretó el botón número seis con bronca. Cuando se giró para verte, se encontró con que le sostenías la mirada.

—¡Nada boluda! Estás pensando cualquier cosa.

—No soy boluda. Estás actuando raro, no entiendo qué te pasa. Y lo del celular... —apretaste los labios, queriendo guardarte lo que ibas a decir—, ¿te digo la verdad?, no te creo nada.

—Amor... En serio, no tenés nada de qué preocuparte, ¿qué pensás, que te estoy cagando? —preguntó en un tono comprensivo.

Lo observaste en silencio. 

«¿Vos... vos pensás que yo soy capaz?»

—No —contestaste en seco.

Emiliano se palpó los bolsillos del pantalón.

—¿Querés mi celular? —preguntó sosteniendo el celular desde la punta con los dedos, alcanzándotelo.

—¡No... no! —alejaste su teléfono con tu mano.

Se rascó la nuca, con una expresión de clara confusión.

—¿Y entonces?

—Bueno... ¿Me decís la verdad? —de repente te invadió un cosquilleo nervioso en el estómago.

El silencio se hizo eterno.

—Vos querés que te diga lo que querés escuchar, ¿querés que te diga que te cagué?

—¿Quién querría que le dijeran eso? —frunciste el ceño en modo de desaprobación.

Notaste que la pantalla LED se había quedado en el número cuatro. La tensión en el ambiente y la pesadez de la discusión te habían distraído.

Emiliano hundió su pulgar en el botón número seis, no hubo respuesta.

Una flecha roja al lado del cuatro señalaba hacia arriba, aunque la sensación de movimiento se ausentaba.

Estabas cruzada de brazos, Emiliano no te miraba a la cara, comenzabas a desesperarte.

Perdiendo la paciencia, él presionó con su dedo índice repetidas veces, como si esa acción fuera a cambiar algo.

Rápidamente le corriste la mano, él te observó.

—¿Qué?, ¡lo vas a romper! ¿No ves que se trabó? —te acercaste al panel con los botones. Presionaste un botón que dibujaba por dentro una campana, intuyendo que sería la alarma de emergencia.

El ascensor se detuvo en seco, tambaleaste hacia atrás, sintiendo como Emiliano te sostuvo del brazo sin dudarlo. Las luces parpadearon por un momento.

—La concha de su madre —bufó en una voz grave golpeándose el muslo. Casi a modo de burla, las luces se apagaron inmediatamente.

Oíste un hondo suspirar. Volviste a verlo cuando las luces frías de emergencia se encendieron.

—¿Y ahora? —preguntaste.

—Y ahora llamo al número de emergencia —dijo resignado. Sacó el celular de su bolsillo—, nunca me pasan estas cosas... ahora me tiene que pasar —musitó mientras tipeaba en la pantalla.

Te quedaste en silencio. Emiliano apoyó su celular en la oreja, segundos después lució su acento inglés con seriedad.

Te preguntabas cuánto podría haberse enojado si le aceptabas el celular cuando te lo ofreció. No era algo que acostumbraste a hacer nunca, no lo ibas a hacer ahora.