Dibu Martínez (+18) "Mirá que te como" 🔥 [TERMINADA]

Cap 26: Emiliano y vos.

"Me dices lo que sabes,
Lo sueltas de tu boca,
La mides con la mía
Y me recorre un caudal.

Y el agua baja, en la tibieza de tu lengua,
Baja hasta mi pecho, hasta mi vientre,
Y recorre el viejo camino,
El camino de siempre,
Por donde corren los canales.

Tú haces lo que sientes,
Yo siento lo que dices,
Y oigo lo que haces,
Cuando me registras sin pena.

El viento frío que entra por el agua,
Y recorre mi garganta, que se ahoga de deseos.
Me recorre la ausencia que habla por mí
fuerte y claro: te espero ahora

Sabiendo muy bien,
Que el viejo camino siempre se siente nuevo,
Y que el agua nunca vuelve,
Siempre se va.

Y por la mañana,
En la ausencia de tu sueño,
Vuelvo como un pájaro,
Que reposa en la ventana y canta por mí
fuerte y claro: te espero siempre"

N. A.

-Así que... Franco Bertoti, ¿eh? Quién lo hubiera dicho.

-Sí... Coincidencia rara -respondiste.

Tu papá te alcanzó el mate humeante y lo aceptaste.

Volver a ver a tu padre fue como un consuelo después de tanta lejanía y extrañeza. Si bien no ibas a echarte para atrás con la idea de seguir viviendo en Inglaterra, cuando pisaste el suelo de tu casa una vez más, lograste reconocer que extrañabas estar ahí.

-¿Vos sabés que Mercedes me llamó preguntándome por vos?; dice que no le respondiste los mensajes y qué sé yo que otras cosas.

-Sí bueno... pasa que casi no estoy con el celular. Bah, en realidad tardo en contestar. A veces me olvido.

-¿Le dijiste que ibas a venir?

-No.

-Más te valía -se incorporó del asiento de la mesada, dirigiéndose hacia el baño-, no me avisás a mí, menos le vas a avisar a alguien más.

Cerró la puerta detrás suyo.

Deslizaste tu celular de la cartera, lo desbloqueaste y ojeaste las notificaciones. Tenías nueve mensajes sin abrir.

Efectivamente, Mercedes se hallaba en tres de esos mensajes.

"Amiga, estás desaparecida"

"No subís nada a instagram, no me mandaste nada, te voy a matar"

"Eu, cuando vas a volver???"

Si eras sincera, te sentías avergonzada de no haber respondido pero, por otro lado, la vida en Inglaterra te había llegado de golpe, a su vez la convivencia con Emiliano. Los momentos de tranquilidad no solías invertirlos en el celular.

Tocan la puerta. Apoyaste tus pies en el suelo, dejándote caer de la banqueta que yacía a centímetros de la mesada.

Acercaste tu mirada hacia la ventana que daba para la calle, observaste una figura masculina que bien conocías y abriste la puerta.