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Sonreí con mucha nostalgia y decidí corresponder a su abrazo con fuerza.

— ¿Quieres ir a la playa? — preguntó en un susurro.

— Tengo que quedarme hasta mañana... Consejo del doctor.

— ¿Y quién es ese doctor? — preguntó — mis chistes te van a mejorar mejor que sus aburridos análisis.

Me separé de Sunghoon y sonreí negando con la cabeza.

— ven, salgamos a caminar por el jardín. — Murmuró.

Acepté y dejé que acomodara su bolsa con la comida para prestar atención al teléfono de el.

— te está llamando alguien... — murmure tomando el celular.

O'brien...

— ah... No es nadie importante. — contestó — solo es un socio.

— ya veo.

Solo hay una persona con ese nombre.

Park o'brien Senyun...

La madre de Sunghoon tiene el apellido Park y su padre es O'brien...

Es imposible que ahora tengan sus contactos, recuerdo perfectamente que Sunghoon lo odia y que jamás lo vió.

— ¿Vamos? — preguntó Sunghoon.

Caminé fuera de la habitación para pasar por los pasillos viendo algunos enfermeros y pacientes.

El ambiente del hospital nunca es lindo...

Siempre ves las cosas malas de algo, siempre comienzas por lo malo, nunca por lo bueno.

Miré las hamacas y luego a Sunghoon pensando en la idea de quién llegaba primero.

Comencé a correr como una pequeña niña y tomé la hamaca con rapidez notando que Sunghoon solo caminaba y reía.

— ¿Cuántos años tienes? 8?

— Más de lo que crees. — respondí sentandome.

Sunghoon se apoyó en uno de los caños y se cruzó de brazos mientras miraba las plantas del hospital.

— ¿No me vas a empujar?

— ¿Porque debería?

— Porque estoy enferma

— ¿Y eso que tiene que ver?

— Tienes que ser bueno con los enfermos, eso dice dios.

— Soy ateo.

— ¿Enserio eres ateo? — pregunté.

— Dudo que me hayas visto rezar el rosario. — respondió.

— no hay que rezar el rosario para ser cristiano. — respondí.

— ¿Porque me cuestionas? Tu tampoco crees. — contestó con sinceridad.

Me quedé en silencio viéndolo y suspiré hondo.

— Entonces, ¿Vas a empujarme?

— Si, maricona.

Sunghoon comenzó a ayudarme en la hamaca y sonreí.

— ¿Te gustan las rosas blancas? — preguntó.

— Las odio.

— oh, ¿Enserio?

— Kento solía traerme cuando volvía del trabajo. — murmure dejando de sonreír.

𝐹𝑂𝑅𝐺𝐸𝑇 𝑀𝐸 𝑁𝑂𝑇حيث تعيش القصص. اكتشف الآن