CAPÍTULO 23: ¡¿QUÉ DEMONIOS ACABAS DE DECIRLE A ESTE MAESTRO, MU QINGFANG?!

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La mañana de Shen Qingqiu había comenzado con un comentario casual de su parte cuando sus ojos se encontraron con la vista de los peces del estanque a su lado.

―Ah, quisiera comer trucha con cerezas y tofu.

Liu Qingge le miró como si le hubiera salido una segunda cabeza.

Últimamente Shen Qingqiu se veía bastante enfermo. Ese tipo era muy terco y no había querido matar a esas criaturas peludas que había llevado para que ese omega bebiera su sangre. Mucho menos quiso intentarlo con otras bestias que él mismo había matado para el omega.

El rostro de Shen Qingqiu se veía aún más pálido de lo normal y su apariencia triste llevó a Liu Qingge a preocuparse aún más.

Y era por eso que estaba ahí, en una de las pagodas del bosque del Pico Qing Jing con la hermosa vista de Shen Qingqiu desayunando juntos alegremente los frutos que Liu Qingge había traído para él.

A Shen Qingqiu le gustaban las manzanas y las mandarinas. Era un dato que Liu Qingge había aprendido con el tiempo. Aunque Shen Qingqiu prefería ser mimado con cantidades abismales de dulces, Liu Qingge no era bueno en la repostería, por lo que solo quedaba una opción.

Las frutas que había llevado no eran comunes, sino que tenían propiedades especiales para elevar el ánimo y tratar las heridas del corazón.

Sin embargo, lo que Shen Qingqiu había dicho le hizo fruncir el ceño con consternación.

―¿Qué dijiste?

―Dije que quisiera comer trucha con cerezas y tofu. Aunque también estaría bien una buena cantidad de pasteles de luna. Debería preguntarle a WeiXi si podría conseguirme flores de loto en los límites de Meishan. Ahí siempre hay flores de loto sin importar la temporada.

Shen Qingqiu estaba comportándose muy extraño desde hace mucho, pero Liu Qingge había notado que dicho comportamiento había tomado un camino bastante sospechoso.

Náuseas, mareos, antojos extraños en momentos inesperados. Un rostro pálido, cambios de humor repentinos, periodos en donde se perdía entre los rincones de su mente y destellos de lo que parecía ser un omega a punto de llorar.

Pero lo más extraño era...

El inusual aroma dulce que provenía de él.

Era dulce, melosamente dulce.

Liu Qingge apretó los puños en molestia y bajo la mirada sintiendo la punzada dolorosa de una espada clavándose contra su corazón.

No era molestia por Shen Qingqiu, aunque a veces le hacía enojar jamás había sido una molestia cuidar de esta persona.

El Omega y el Emperador: El Gran Omega Inmortal(Fanfic BingQiu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora