12.1

144 12 5
                                    


Naito durmió durante horas, y luego se despertó antes de que padre se fuera a trabajar.

Estaba luchando por caminar hasta el camerino y cuando llegó a la puertecita, sacó únicamente unacamiseta negra lisa y unos pantalones cortos. Aunque tal vez no era la mejor opción para sucondición actual. No se sentía bien todavía y tenía bastante frío, así que optó por sacar un cárdigancolor beige claro. Intentó bajar las escaleras pero, cuando las piernas le fallaron y cayó contra sutrasero, fue tan doloroso que casi lloró y gritó desesperadamente. Se sostuvo de la barandilla, conun sudor frío goteando desde su frente y, mientras estaba inclinado, jadeando por respirar yentumecido, vio junto a él unos pies considerablemente grandes. Los pies de Contor.Naito miró hacia arriba y observó al hombre, que lo estaba observando con un rostro descuidado. 

"¿A dónde vas?" 

"Quiero ver a mi padre".

 "¿Te ayudo?" 

Contor extendió un brazo en su dirección así que, sorprendido por la visión de esos dedosacercándose, Naito se aproximó y golpeó con fuerza el dorso de su mano. Luego, tambiéncomenzó a empujar su torso como si lo quisiera derribar contra el suelo... No quería hablar con él,y por supuesto que no quería su ayuda. 

Naito caminó por su cuenta y abrió la pequeña puertecita del final del pasillo de par en par. El airefresco de la noche saludó a Naito y él, finalmente y después de lo que pareció una eternidad, pudorespirar el olor del exterior y llenarse los pulmones.

 Naito, que estaba admirando el cielo de la tarde con una luna llena redonda en el centro, vio aContor. Caminando hacia él pero manteniéndose todavía a distancia: "Llamaré a tu padre, parainformarle".

 "Sí."

 Y así, Contor, quien habló brevemente con su padre utilizando su teléfono celular, se acercó por unlado y le informó: 

"El presidente me está diciendo que puedes ir".

 "Bueno." 

Naito suspiró y dio un paso adelante. A lo largo de su caminata, la mansión que cuidaba su padrese volvía tan grande y sombría que pensó: "¿Cómo demonios estaba tan seguro de escapar?" 

Sicontinúa así, quedará atrapado en la casa para siempre. Indefenso y a merced de su maldito padre.Tenía que justificar su salida de alguna manera y sin embargo, no podía pensar en algo losuficientemente inteligente o perspicaz. Además, incluso si decía algo que pudiera justificarse, sepreguntaba si su padre realmente confiaría en él... 

Lo bueno de esta situación, al menos, era que Rayan no murió. Ese día su padre pudo matarlocomo si fuera una mosca sobre su palma y probablemente tenía muchas ganas de hacerlo. Sinembargo, aunque Rayan era un hijo ilegítimo, definitivamente era el hijo de su amigo el Duque. 

No podía hacer eso con un hombre que respetaba tanto así que terminó simplemente moliendo sucabeza y tirándolo por las escaleras. Algo menor, si tomaba en cuenta su terrible personalidad. 

Naito recordó entonces el rostro de Rayan cuando fue golpeado por su padre. Sangrando,hundiéndose... La cara hinchada de Rayan estaba fuertemente tallada en su corazón porque despuésde todo, Rayan nunca había sido golpeado por nadie en su corta vida. Lo sentía mucho por él,quien tuvo que experimentar todo eso por su culpa ¿Estará bien Rayan? ¿Comerá bien? Debeestar preocupado por él... Y mientras tantas preocupaciones se arremolinaban en su cabezaconstantemente, llegó a la casa de su padre. Se paró frente a la enorme puerta y respiró hondo... Eraun lugar al que acudía para comer, pero ahora le provocaba ponerse más que nervioso.La puerta se abrió cuando la empujó solo un poquito. Tuvo que pasar por el salón y luego, subirlas escaleras que eran iguales a las que tenía en casa... 

Una noche solo para dosWhere stories live. Discover now