17

171 12 5
                                    


Naito tuvo que quedarse en el dormitorio de su padre hasta que repararan la casa y Alto, que había estado rondado por cada una de las habitaciones recientemente, se volvió algo similar a un grano de arena en su boca. Parecía que caminaba con frecuencia fuera de la habitación así que, por más que trataba de no toparse con él, no era algo que pudiera evitarse eternamente. 

Su padre, que trabajaba de noche, era una persona que dormía por la mañana. Cuando Naito comenzó a vivir en esta casa, Elsie se despertaba durante horas increíblemente inusuales y acosaba a Naito a tal punto que extendieron sus actividades a otros lugares además del dormitorio. Lo hicieron en la mesa, en el sofá y en el escritorio del estudio de su padre. En la alfombra, fuera de ella, y también tan constantemente que era evidente que estas dos personas tenían una relación.

Alto, que había presenciado esto desde la distancia, parecía sentirse tan incómodo que llegaba justo a tiempo para obligar a su padre a irse a trabajar

Naito cerró los ojos dentro de la bañera y se hundió en sus propios pensamientos destructivos. En momentos como estos tenía que estar tranquilo y se repetía constantemente que no debía perder los estribos. No importaba lo loco que estuviera y no importaba lo mucho que creyera que iba a morir. En el momento en que se rindiera y renunciara a su propia voluntad para caer en la de su padre, entonces sería el momento en el que su vida terminaría para siempre

Naito abrió los ojos y exhaló.

 Después de beber el agua helada que habían preparado para él, su mente volvió a la normalidad en un segundo. Sacó el hielo del vaso, lo colocó en su boca e inclinándose suavemente para adelante, se empapó en la bañera y se sumergió durante bastante tiempo. El agua caliente siempre curaba el cuerpo que había estado sufriendo...

Papá no tenía ninguna intención de liberar a Naito. Más bien, parecía disfrutar con eso de tener su cuerpo a voluntad entre sus manos y mientras jugaba con él, sentía que se caía cada vez más y más en un agujero sin retorno.

Por ahora, lo único que podía considerar cierto era que su padre se había enamorado de él. Descubrió que no era mentira a través de varios experimentos: Cuando la mano de Naito se posaba sobre la suya, papá estaba tan emocionado como un adolescente. Y cuando no se apartaba de él, sus ojos violetas brillaban con calor. Emocionados y tal y como si fuera todo para él. Naito pensó en utilizar estos hallazgos para salir de casa. Papá regularmente se iba de vacaciones en verano. Siempre se llevaba a su amante pero, esta vez, había una alta probabilidad de que se lo llevara a él. Naito entonces fingiría ser arrastrado y pediría como condición adicional llevarse también a Alto. Definitivamente preguntaría por qué estaba llamando por él pero, como lo amaba, pedirlo un par de veces tendría que ser suficiente... Y obviamente, pensaba utilizar muy bien a su querido hermanito.

 El plan estaba a medias dentro de su cabeza. Pensaba en ese día prácticamente todo el tiempo, creyendo que si era obediente en la medida de lo posible, definitivamente podía resultar.

Naito se levantó después de beber toda el agua restante en su vaso. Se puso una camiseta negra, unos pantalones de mezclilla y salió por puro instinto. No tenía apetito, pero sentía que tenía que llevar cualquier cosa a su boca de inmediato para quitarse la ansiedad. Caminó... Joe, el chef de su padre, estaba sacando el pan del horno para cuando llegó a la cocina. ¡Y ese era su pan favorito! El hombre, que sintió la mirada de Naito, sonrió de inmediato y señaló un pastel utilizando toda la mano. Era el pastel de chocolate favorito de Naito y Alto desde que eran niños, así que inmediatamente lo tomó y se fue a la mesita de la esquina para comenzar a comer:

"¿Estás bien?"

 "Sí..."

Zora, la hija del chef y a quien conocía desde que era muy chiquitita, escribía algo en una hoja de papel bastante colorida. Joe buscó algunos utensilios de cocina y después de organizarse, se paró junto a Naito y vertió la leche en unas tazas vacías. Le ofreció una servilleta, Naito la tomó y entonces dijo secamente, "Gracias". Haciendo más fácil que el cocinero analizara de mejor manera su rostro. Es más blanco que antes, pero también estaba extrañamente pulcro. Sus ojos se veían apagados así que no pudo evitar preguntar:

Una noche solo para dosWhere stories live. Discover now