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Chapter 9. Rage


El agua caliente de la bañera estaba cubierta de una fina capa de espuma que emitía un leve aroma bastante agradable a rosas. Dejando la toalla a un lado antes de meterme en esta, escondiendo mi cuerpo de la mirada de cualquiera aun si estaba completamente sola en este momento, manteniendo mi cabello atado en un moño alto.

Alargando los minutos sin muchas ganas de salir del baño, dejando que el agua se fuera poniendo fría poco a poco mientras que el vaho inundaba el lugar, haciendo que visión fuera un tanto borrosa.

No importaba que hubiera pasado ya varias semanas, la vigilancia en el templo había vuelto desde el día que había salido con Douma para poder llevarlo al festival, reviviendo los primeros días de mi estancia en el lugar.

Pocas eran las veces que podía estar tranquila, completamente relajada y sin tener la mirada de nadie sobre cada uno de mis movimientos. Aunque... ese día en particular no tenían un buen presentimiento.

Negando con la cabeza antes de hundir mi cabeza en el agua, notando como el agua rebosaba un poco y se vertía al suelo, mientras que el moño de mi cabello se deshacía y la presión del agua ensordecía mis oídos, pagándose a mi cuerpo cuando salí tras unos minutos.

Saliendo lentamente del agua, tomando la toalla para cubrir mi cuerpo, saliendo de la habitación cubierta de niebla para entrar en el frío vestidor. Escurriendo y secando mi cabello y cuerpo antes de ponerme una yukata limpia y cómoda para poder salir de la habitación.

—Necesitaba tanto ese baño— murmuré, estirándome un poco.

Escuchando algún que otro murmullo desde el final del pasillo de algunos de los sirvientes que había al final del pasillo, mirándolos de reojo con una mueca de cansancio. Ya ni si quiera era entretenido estar en este lugar, solo seguía aquí por Douma.

Y no tenía del todo claro que tanto tiempo más podría mantener toda esa fachada por mucho más tiempo, en algún momento comenzarían a preguntarse porque no cambiaba.

—Aunque supongo que hoy no será mi día de suerte y tendré que seguir soportándolos un poco más— murmuré, muy cansada de esta situación.

Frunciendo el ceño cuando un montón de olores distintos bastante caóticos y difíciles de descifrar chocaron contra mi nariz. Algo me decía que esa iba a ser una noche especialmente larga, y eso mismo se iría extendiendo unos días más.

Estaba cansada, demasiado. No tenía motivación para discutir con ellos, después de todo eran un montón de adultos con comportamientos un tanto infantiles, egoístas y que solo sabían pensar por y para su propio beneficio y aquello que consideraban fieles a los dioses.

Y yo no lo era.

No había podido probar ni una mísera gota de ese líquido rojizo y vital para los humanos por culpa de esa vigilancia la cual no llegaba a desaparecer ni cuando se suponía que estaba durmiendo, haciendo guardia en las salidas.

—¡Señorita!— gritó una de las mujeres del culto, corriendo y chocando contra mí al no darle tiempo a frenar—. Necesito su ayuda, por favor. Tiene que ayudarme— sus palabras se atropellaban mientras respiraba aceleradamente.

—¿Qué...?— mis dudas fueron respondidas al momento cuando gritos inentendibles comenzaron a resonar por el pasillo desde una de las habitaciones al final de ese pasillo. 

Mi preocupación aumentó de golpe al darme cuenta de que provenían de la habitación de Douma.

—¿Qué es lo que ocurre?— pregunté con una mueca de preocupación en mi rostro, intentando hacerla pasar por una sonrisa serena, apoyando una mano sobre su hombro en un intento de tranquilizarla.

Blood [Kimetsu no Yaiba]Where stories live. Discover now