003: La cabaña del caos

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Estábamos caminando alrededor de la segunda parte del área de entrenamiento. Esta trataba del combate con espada. Estaba en la orilla del río, así que había una combinación de arena y pasto donde estaban los maniquíes de paja —la mayoría rotos—. A la izquierda había una cabaña vieja de madera. Probablemente ahí guardaban las espadas y esas cosas.

— Él es el profesor Fukuzawa —dijo Atsushi observando—. Es uno de los pocos mestizos tan... bueno, viejos.

— ¿No duran mucho? —por un momento se me olvidó que yo también soy un mestizo. Maravilloso, solo por serlo mi vida se acorta hasta, ¿qué? ¿30 años?

— Hay veces que no pasan... los veinte —se angustió, rascándose la nuca.

— ¿Los veinte? —cuestioné— Wow... eso sí es poco. Me quedan sólo 5 años para cumplirlos.

— Pero él es hijo de Ares, y tiene como cincuenta años.

— ¿Y enseña espada?

— Es el mejor —comentó—. Y es la pareja de Mori —me susurró. Abrí la boca sorprendido.

— ¿En serio? —eso sí es chisme.

— Pero, shh —me dijo aún en susurros—. Jamás lo han oficializado, pero los de la cabaña de Hermes siempre los espían y bueno, nada queda como secreto por mucho tiempo aquí.

Pasé mis dedos por mi boca, como cerrando un cierre e hice la mímica de cerrar un candado. Tiré la llave invisible y Atsushi me sonrió. Le guiñé un ojo, como si fuéramos cómplices de un crimen.

Antes de que me digan algo, tiene once y una probable horrible infancia. Tiene que disfrutarla aunque sea en este lugar.

Pasamos por el siguiente sector, el de lanzas. Estaba ahí un profesor centauro, pero no se veía muy interesante, así que avanzamos rápido. Al lado de esta, estaba el sector del combate cuerpo a cuerpo, con otro profesor también. Algunos usaban cuchillas contra muñecos de paja y otros practicaban sus golpes con estos mismos, pero a puño limpio.

Al centro de todo esto, había una especie de ring de boxeo, pero no era de ello. Ahí, una vez por verano, los mejores de cada cabaña luchan y, la cabaña ganadora, se libraba de todas las tareas —como guardias de la puerta, guardias de la costa, administrar papeles y esas cosas aburridas— por dos semanas completas. A veces, en casos de cabañas con pocas personas, suelen juntarse entre ellas. Hasta tres cabañas pueden ser un mismo equipo.

— El año pasado ganaron los de Apolo —me explicaba Atsushi—, pero siempre van ganando ellos, los de Ares, Hermes o Dionisio en estas cosas. Aunque los últimos dos suelen jugar sucio.

— ¿Hay reglas? —pregunté.

— Bueno, no —habló frunciendo el ceño—, pero todos creemos que deberían de haber. La última vez que ganaron los de Dionisio fue porque Kajii hizo bombas pegadizas y las lanzó en medio de la pelea.

Me reí. Me hubiera gustado ver algo así. Aunque no vivirlo, solo verlo.

— Vamos a las cabañas ahora —me indicó luego de un rato caminando.

Pasamos por la Casa Central para ir a las cabañas. Estaban a la otra punta del campamento.

Algo que me sorprendió un poco, es que estaba lleno de cabañas pequeñas por todas partes. Eran baños, en su mayoría. Menos mal hay muchísimos, sino, no sé cómo le haré en un futuro.

En el camino, se escuchó como si alguien soplara en un cuerno gigante. Atsushi me explico que ese cuerno lo hacen sonar los sátiros del campamento cuando termina una actividad. Ahora, como ya eran pasado las cuatro de la tarde, era tiempo libre hasta la cena (a menos que tengas otro horario). Todos se dispersaron en el campamento, pero la mayoría fue a las cabañas.

Hijos de Divinidades || SoukokuWhere stories live. Discover now