032: Las controversiales peleas en el ring

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— No pareciera que tiene pescado... —olorosó Nikolai, un tanto reacio sobre la poción.

Ahora sí que estaba perfecta. Del mismo color de la leche. Con esos pequeños brillos que saltan de cada uno de los vasos de todos los mestizos del trío, que, al tocar algo, desaparecen como si nada. Posee ese olor dulce, que pareciera tener azúcar, cuando jamás le agregué algo así.

Tiene cosas mucho más anormales.

El pescado no es nada; la grasa de pegazo, una uña de una ninfa y pelos de la cola de los sátiros es lo que más me llamó la atención. Jamás me tomaría algo así, pero con ese aspecto, quizás me lo piense.

De un trago, Nikolai se tomó toda su ración, saboreando luego la misma.

— Mhm... —murmuró, procesando lo que acababa de beber—. No sabe mal.

— ¿Cómo sabemos si hará efecto? —preguntó Paul, aún sin probarla.

— Si las armas del trío de mierda los tocan, no deberían de paralizarse —expliqué, orgulloso con mi poción. Quizás debería practicar haciendo otras—. Lo más probable es que sientan un escalofrío si su efecto era muy largo, pero sería lo único.

— Suena bien por mí —sonrió Chuuya, para luego tomarse la poción como si fuera un shot de alcohol.

— ¿Y? —le cuestionó Paul. Chu, en respuesta, se encogió de hombros, aún saboreándola.

— ¿Qué quieres que te diga?

— ¿Cómo sabe? —habló, ahora, Kunikida.

— ¡Ah! A nada. —miró a Nikolai, quien asentía— La textura es... peculiar, pero no sabe a nada.

Todo el resto de la cabaña de Dionisio se tomó su porción, junto a Jouno y Pianoman.

— ¡Mentirosos! —exclamó Ace, luego de tragarse la suya— ¡Sabe a...! No sé a qué, ¡pero no es rico!

— Nunca dijimos que fuera rico —rió Nikolai junto a Chuuya. Que bueno que yo no tengo que tomarme ese líquido.

Alguien afuera de la cabaña tocó la puerta, por lo que el payaso con pelo blanco fue a abrirla, mientras Ranpo y Kunikida tomaban sus raciones.

— ¡Poe! Hola, ¿qué sucede, amigo? —escuchamos al albino— ¿Qué?

— ¿Qué pasa? —preguntó Ranpo, acercándose.

— Ya va a empezar —sonrió con emoción el con un ojo malo—. ¡Paul, tómala ya!

— Sí, sí —bufó. Se tapó la nariz y tomó toda la poción dentro de su vaso. Cuando la terminó, le dio un escalofrío bastante obvio—. Que puto asco —murmuró, apretando sus labios—. ¡Andando!

— ¡Vamos! —gritaron algunos, corriendo por la puerta para llegar al sector de entrenamiento lo más rápido posible.

(•••)

— ¡Muy bien, mestizos! Ahora que todos están aquí, ¡que empiezen las batallas en el ring! —los simios de mis compañeros gritaban y golpeaban sus armas para crear ruido— Desafortunadamente, el Señor D no estará con nosotros esta vez, por ello, el profesor Fukuzawa y yo actuaremos de árbitros y enfermeros, en casos graves —terminó de decir, para luego acercarse al aparato que funciona como ruleta, el cuál estaba justamente, al lado de su asiento.

Es largo, como un prisma rectangular, donde tiene un espacio (parecía una pantalla) para mostrar allí el resultado aleatorio. Era una especie de aparato electrónico creado por los de Hefesto hace bastante tiempo ya.

Hijos de Divinidades || SoukokuWhere stories live. Discover now