040: Emociones como montañas rusas (a pesar de no tocar ni una)

838 81 1.1K
                                    

Preparen sus palomitas, que les traigo un capítulo con 14 mil palabras jiji

(•••)

Todo está oscuro. El aire es cada vez más pesado, pero lo único que hago es correr. Correr en un lugar que poco a poco se vuelve más pequeño, más estrecho.

Ni siquera me di el tiempo de mirar atrás. Cerré los ojos, intentando aumentar la velocidad de mis piernas.

Un murmullo a lo lejos me indica cómo el ente se acerca más a mí. Ni siquiera puedo averiguar qué son las palabras poco coherente que formula; su volumen, lo único que hace, es incrementar sin importar lo rápido que intento escapar.

Ya no doy más, ya no quiero seguir, no así...

Cuando abrí mis párpados, vi algo que jamás había presenciado dentro de mis pesadillas.

Una luz.

Al final del túnel, hay una luz.

Como en los dichos que suele decir la gente para intentar avivar a alguien, cuando pasa por algún tipo de tragedia.

Una energía que provino de aquella luminosidad hizo que volviera a correr tan velozmente, que no sentí cómo mis pies ya debían de arder por tanto utilizarlos. Hinchados y adoloridos, pero todavía funcionales.

Sin embargo, poco a poco, la claridad... se fue desvaneciendo...

Y la desesperación me empezó a carcomer.

— No te vayas, no te vayas, ¡no te vayas!

Cuando desapareció por completo, caí de rodillas directo al suelo; mis dientes casi lo recibieron de igual forma, empero mis manos llegaron primero. Se siente frío, doloroso, asolador...

Pero no importa. No cuando aquello no está más allí.

Me quedé estático, escuchando esa hostil voz, dejando que las sombras que trae consigo me consuman por completo.

.

.

.

Desperté sudado y con una sensación de ahogo. Como si acababa de respirar agua, en vez de oxígeno.

Cada noche se ha vuelto peor desde que vi a mi madre en el cementerio. Ese día continuamos con los favores de Sigma (terminamos muchas páginas de su cuaderno), empero, cuando la luna llegó al cielo, cada uno se devolvió a sus respectivos hogares (aunque el suyo es un refugio bajo un puente, así que la palabra hogar no debe ser la adecuada). No lo he visto desde entonces, pero confío en que terminará lo suficientemente pronto saldando sus deudas, para poder ir ambos al campamento, cuando el autobús manejado por Fukuzawa pase por mi apartamento.

Por lo menos, con la cantidad que realizamos, debería de bajar el tiempo de esos meses que él creía se iba a demorar en un inicio.

Se veía genuinamente interesado en la idea de poder ser parte del campamento mestizo, a pesar de su paranoia y ansiedad. Mientras más favores devolvíamos, más comprometido lo vi con hacerlos todos, por lo que estoy seguro que seguirá saldando todo en un ritmo bastante más rápido al que tenía en un inicio, porque ahora, de verdad, está motivado a hacerlo.

Ya han pasado una buena cantidad de semanas, donde, noche tras noche, tengo pesadillas de ese estilo. Y, sino las tuve, es porque de plano no dormí.

En absoluto, ni siquera un par de horas.

Simplemente no cerré los ojos en algunas —bastantes— noches, porque, además, cada día me es más complicado hacerlo, como si algo me mantiene alerta, lo cual no deja que descanse ni un poco; a menos que mi cuerpo no aguante más y junte mis párpados automáticamente, sin dejarme volver a separarlos.

Hijos de Divinidades || SoukokuWhere stories live. Discover now